Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
En la historia del Período Especial en Contramaestre tiene un lugar cimero el Machacante del camión de pasajeros, un personaje siniestro que no conoce limite alguno en su trato con cualquier ser humano: sea médico, barbero o cosmonauta.
La ligereza de su carácter lo hace actuar como payaso, pues cree tener el don de la risa y hasta piensa que todo lo que dice es inteligente y oportuno. En la caseta del camión es una especie de gallo fino, nadie puede disputarle, pues él lo controla todo.
Su poder es tan grande que lo mismo te baja del camión si le protestas el precio, el servicio o simplemente te deja sin alternativas: o sigues viaje bajos sus condiciones o te quedas a sufrir una larga espera. De esas necesidades se nutre la ganancia de este señor de vestir grosero y palabras obscenas en la comunicación.
No hay un hecho más doloroso que montar en uno de esos camiones y reconocer en el Machacante al tipo despreciable que bajó a un viejito porque no tenía el completo del pasaje, o aplastó a una embarazada por reclamar un asiento.
Las normas institucionales establecen unos límites para el camión de pasajeros, una cantidad sentado (unas 12 o 14 personas) y otras de pie. Al Machacante no le interesa la ley y hasta se burla de ella, no importa si estás operado, enfermo o lo que tengas, o haces espacio para montar más usuarios o te ofende brutalmente.
Si el sabio cubano Jorge Mañach se refirió al choteo como prurito que rebaja toda autoridad y la nivela, sea de la condición que sea, hoy, de estar vivo, se quedaría corto si observara el comportamiento del Machacante.
Lo curioso es que lo mismo te puedes encontrar un Machacante con un septo grado que hasta un graduado universitario o un campesino, su procedencia social varía y es harto difícil definirlo como grupo orgánicamente hablando, pues no existe organización alguna, ni sindicato que coordine su trabajo y le otorgue identidad ante el resto de la sociedad. Sencillamente existen como estrellas rutilantes en el firmamento del transporte, y sólo le interesa ganar dinero despiadadamente, aunque tenga que pasar por encima del dolor, la pobreza o la alegría.
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Diría que es una especie surgida al amparo del período especial con la cual tenemos que chocar día a día si queremos viajar de un lado a otro. Lo más triste del caso es que no son de Contramaestre solamente, pues aquí en Songo La Maya reinan a su antojo y hasta machete en mano hacen gala de la mejor esgrima llegado el caso de que se les enfrente por algún motivo justificado o no. Raquel.
ResponderEliminarEl periodo especial, ya pasó; lo triste es que siempre quedan los buitres, que todos sabemos cual es su comida preferible. Pero a estos tiñosos tambien se les puede dar su "receta " ¿ quién los ampara ? seguro que alguno de su misma condición, pero todo en esta vida tiene remedio, menos la muerte; por lo tanto a cantarle la canción,de " se va el caimán ..." pero con otra versión adaptada al caso.- Abrazos Arnoldo, eres un monstruo, en el buen sentido de la palabra: Pepín
ResponderEliminarTe faltaron los dueños de máquinas y camionetas. Acaba con ellos loco
ResponderEliminarEn los anos noventa aun vivia en Cuba y recuerdo al machacnate como " El Verdugo del Transporte Cubano." Es bien curioso como logras definir la identidad y el rol de este empleado privado que existio por esos anos en Cuba y que no se si aun existen. Estoy deacuerdo contigo en este cubanisimo articulo. Definitivamente "EL MACHACANTE" podia ser alguien con cualuqier grado de escolaridad pero lo que si era comun entre todos ellos era el mal trato y las groserias con los pasajeros.Muchos de ellos gritaban como cornetas chinas. Aun recuerdo sus escandalosas conductas. Dios quiera que esa mala conducta sea solo un un recuerdo de la epcoca.
ResponderEliminarTan bien recuerdo como "Verdugos de clientes" a los empleados gastronomicos. Para mi estos eran personajes muy peculiares su identidad permeada de amargura no les permitia regalarte una sonrisa. En las Cafeterias que eran 7ma Categoria ni el agua, ni los refrescos estaban frios. Ironicamente para encontrarlos frios tenias que esperar el mes de Diciembre cuando por vagancia te ofrecian el tardicional chocolate caliente muy pero muy frio. Nadaque con estos empleados Jose Antonio Saco si volviera a vivir pudoia escribir un nuevo capitulo de la vagancia en Cuba pero en los anos 1990s.