Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
Dicen algunos entendidos que un año de vida del perro equivale a 10 de los seres humanos. Toqui tiene 25 y todavía puede vivir otros más, a pesar del trote cansado y los dientes que le faltan.
Toqui perdió a su amo hace 6 años. Era un viejecillo bueno, fundador del central América, durante mucho tiempo vanguardia nacional y hasta visitó la desaparecida Unión Soviética. En sus últimos días, sólo tuvo un compañero, su mascota Toqui; iba a todos los lugares con él y dormían juntos. Compartían las comidas como si fueran familia. Entre ellos surgió un amor que solo pudo separarlo la muerte.
La noche del fallecimiento del viejecillo, Toqui lo buscó en muchos lugares, husmeó ante la cama, recorrió la cocina, fue hasta el corredor y un extraño olor le decía que algo había sucedido.
Pasaron varios días y nunca más apareció su dueño. Lo esperó muchos meses, incluso logró llegar hasta el cementerio donde reposan los restos de aquel que tanto amó, se echó ante su tumba y ladró a la luna, tal vez creía que su viejo estaba en sus brazos.
Un día se convenció que su amo no volvería y decidió regresar, pero en la casa había otra persona, nunca la había visto y su olor no era bueno. Recordó la casa del antiguo portal que tanto le gustara y caminó seguro, allí estaba el amigo de su viejo, enseguida lo reconoció y le lamió las manos, ya tenía otra familia.
Así pasó el tiempo y Toqui tiene hoy 25 años. Siempre que estoy cerca de la casona del techo grande, recuerdo a su viejecillo y a las historias nacidas de sus labios. No quiero pensar que Toqui se irá un día, quizás a encontrarse con su dueño en algún lugar. Al menos quedará esta crónica como recuerdo de mi amor por los animales, en especial, ese perro que todavía se empeña en robarle suspiros a la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Aviso a los lectores de Caracol de agua
Este blog admite juicios diferentes, discrepancias, pero no insultos y ofensas personales, ni comentarios anónimos. Revise su comentario antes de ponerlo, comparta su identidad y debatiremos eternamente sobre lo que usted desee. Los comentarios son propiedad de quien los envió. No somos responsables éticos por su contenido.
Pasar el tiempo y no decir nada.
ResponderEliminar