Jaque mate a Gadaffi en sus últimos minutos de vida

Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

“¿Cómo será un dictador que agoniza? / ¿Cómo será reírnos frente al espejo? en esta carrera de locos / junto a la sombra de la bestia / que luce una cola en su faz/ y marca un camino?”. No he podido dejar de evocar este poema de un amigo, al apreciar las últimas imágenes del líder libio M. Gadaffi, minutos antes de morir.

Leones sedientos de sangre cargan sobre él, lo despedazan, intentan arrancarle peticiones de perdón, lo humillan como hombre, satanizan su religiosidad, lo exhiben en un mercado como trofeo de guerra; exterminan a sus hijos y nietos para que no quede ni una semilla.

Las imágenes recuerdan al Infierno, pero son más agresivas que las creadas por el genio de Dante. De libertador de un pueblo, Gadaffi transitó por varias escalas de degradación humana, al extremo de negociar con los imperios y enrolarse con amistades peligrosas como Silvio Berluscone; uno de sus más fieles confidentes y amigo. No imaginó Gadaffi que la ira de la cultura árabe, una vez desatada, es incontrolable y de ella fue víctima minutos antes de morir.

Quizás imaginó una muerte llena de honores, sin embargo el espejo lo traiciona. “Alá no puede permitir esto”, dice en frase lapidaria entrando a los predios de la muerte. Sus captores lo exhiben como una fiera traída de la selva, ante el Coliseo de los medios. Exhiben el fin de, lo que ellos llaman, un dictador que agoniza, en el ruedo de un pueblo que decidió quitarse de arriba su sombra.

Su cuerpo fue enterrado en secreto al amanecer de hoy; en el Desierto, su amado Desierto, que ahora lo recibe como un hijo y abriga. Con esta acción sacrílega el Consejo Nacional de Transición esconde las pistas del ultraje que recibió un hombre poderoso. Nadie podrá investigar su muerte. Todos saben que fue asesinado, pero sus autores seguirán campeando en las calles de Libia sedientos de sangre.

Gadaffi vivió sus últimos minutos como un colibrí enjaulado, igual que una bestia sola, la marca de su reino se vino abajo con su muerte. En la memoria quedará el recuerdo de un hombre que pretendió ser sol y cielo, pero el espejo lo traicionó en su última partida de ajedrez contra los imperios y recibió jaque mate.