jueves, 8 de noviembre de 2012

ACUSAR A LOS MALOS INQUILINOS EN CUBA



ciertos inquilinos cuya esencia desconozco
vinieron a rondarme la cabeza...



Por Eduard Encina (Poeta y Narrador)

En un maldito epigrama un buen amigo nos aconseja cuidarnos de los amigos y aunque parezca demasiado paradójico no deja de convertirse en demasiado sintomático al escribir sobre este libro, por ejemplo.

Los lectores somos malos inquilinos, voces prestadas que leen y releen los espacios simbólicos del hombre, los espacios reales de su imaginario para completar su sentido, por tanto, nada es un poeta sin sus malos inquilinos.

Por eso he querido responder como el lector, con el ojo recrecido y recreado ante estas escrituras con que Oscar Cruz obtuvo el Premio David de poesía en el 2006. Quien escribe poda, hace aversión a las palabras, el lector sin embargo agrega, esparce, reconstruye y en ese oficio puede percatarse de que está frente a un libro donde emanan significativas operaciones sobre el lenguaje, estableciendo un ritmo, cierta tensión en la forma que propone no violar.

De tal manera nos parece asistir a un largo poema que va repitiéndose y renovándose hasta el agotamiento, produce la sensación de la permanencia enfermiza de las palabras, destruyendo y produciendo significados. Encuentro ahí un hallazgo donde la retórica no se vuelve estéril, sino que justifica aquella sentencia de Valéry al proponer que la función del poeta no sea crear estados, sino producirlos en otros.

Conozco muy bien a Oscar Cruz como lector, pues compartimos libros, trifulcas y hasta frases como aquella que recomendó Boti a Poveda: escriba, guarde y de machete. He sufrido en letra propia sus psicopatías contra la palabra isla, palma, luz…discutimos de mujeres y de política, de pelota y de poética sin ponernos de acuerdo, porque un lector de acuerdo ya es un escritor. Sin embargo siento la necesidad de responderle a este texto con quien me vi obligado a dialogar desde una especie de código de caballería:

ciertos inquilinos cuya esencia desconozco
vinieron a rondarme la cabeza
y de inmediato esta construcción hizo rondar en la mía aquel comienzo con que el manco de Lepanto comenzara su obra cumbre:
en un lugar de la mancha
de cuyo nombre no quiero acordarme

Así se establece, tal vez de manera inconciente, el enunciado que recupera la Historia como recurso para abordar la realidad, digo la Historia como recurso y no como discurso, para distinguir la proyección estética sobre la sociológica en este cuaderno, que logra de una manera eficaz volver también sobre la literatura en la literatura y replantear los viejos mitos en los nuevos contextos:

ustedes que practican el método de Ulises/no temen ni al tiempo ni a los hombres/ ni se inventan acompañantes con los dones que les faltan/ ustedes que apenas cuantifican/ que escriben sus memorias/ saben que solo son nuestros aquellos que se van/aquellos que siempre están ahí/ en busca del mar del esplendor de lo perdido.

En este libro el tiempo puede ser un hijo nuestro, propone subvertir la muerte, la abulia de los días en que se ha perdido la noción de futuridad, aspecto que parece un denominador en las más recientes promociones de poetas, y que en los textos de Los Malos inquilinos casi se vuelve obsesión:

a dónde van mis pasos dime/ cuando cómo con quién por cuánto tiempo/ con qué secreta fuerza ato y desato las palabras/ que el mundo ha dispuesto sobre mí

Tal vez se encuentre en este sentido de pérdida una de las claves que hayan producido en el autor la necesidad de acudir a referentes no solamente lejanos en el espacio temporal, sino también ajenos a nuestras marcas de identidad, para establecer un diálogo que potencia el goce estético y resuelve en el lector la posibilidad de acceder a códigos que le permiten reconstruir su realidad.

Yo he sido ese lector, afectado, inquieto, removido, y juro que a veces me gustaría desconocer el método de Ulises o de Nietsche, fingir el dolor como el Aqueo o como Shopenhauer, pero soy otro inquilino, que como Oscar, es la carne y la memoria/ aquel que nunca quiso abandonar su casa.

1 comentario:

  1. Carece de interés...Publiquen lo que les da vergüenza decir al mundo, pero que existe; y que, como un lazo, cada día se aprieta más.-

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