Ernesto Andrés no solo dialoga con |
Por Eduard Encina (Poeta y Narrador)
Como
aturdido por los días, el poeta se sacude el peso de las palabras para conservar
la belleza, así desnuda, así lasciva, así de impúdica. La belleza (que según
Otrebla) tiene el semblante raro «te lo digo yo, que sé de esas cosas», me
aseguró una tarde de trova y libaciones.
Pero,
a los 20 años ¿Cómo es la belleza?, cuánto de ingenuo y cuánto de eterno en
ella habita. Ernesto Andrés (Lezama) intentará demostrarnos que la Belleza es una «Sustancia Peligrosa».
Por
tanto no me agotaré en si este cuaderno, plaquet, folleto o como queráis
llamarle, es la revelación de un Rimbaud o no, de la poesía cubana. Pero sí
intentaré acercarme, es decir, acercarlos, a ciertos códigos, metabolismos y
nacimientos que impulsaron estos poemas, oportunamente publicados por la Colección Tábanos Fieros de la Universidad de Oriente.
Un
día de octubre hace ya algunos años, en el Café Cantante, mientras realizábamos
una lectura los poetas participantes en el Evento literario Orígenes, un chico
desgarbado y algo nervioso se me acercó para decirme “yo también escribo
poemas”. No recuerdo bien lo que pasó después, pero seguramente, como lo suelo
hacer, lo cité para que me mostrase aquellos insolente garabatos.
Nunca
he querido oficiar de mecenas como comentan algunos, ni disputarme un lugarcillo
en la municipalidad literaria según comentan otros, siempre he intentado servir
y ser útil. La poesía, nos recuerda Rilke, solo es verdadera si ha nacido al impulso
de una íntima necesidad. Yo, he necesitado muchas veces el silencio, otras
veces me lo han impuesto y otras veces me lo he inventado. Cosas como esas son
las que comencé a legarle a este muchacho, de quien el bardo Orlando Concepción había exclamado
¡es un fenómeno ese jovencito!. Gente de la que ahorita me refería, acostumbra
a decir que yo invento poetas, pero esa gente carece de estimación propia. Un
poeta frankestain tendría muchas ideas, pero ninguna palabra. La Biblia nos habla de que somos creaturas (poiesis) de Dios, es decir, un poema de Dios. En definitiva no la elegimos,
sino que somos elegidos por la poesía.
Además de café, con Lezama, he compartido
secretos y lecturas, amistades, películas, mujeres, pero sobre todas las cosas,
el temor de Jehová y la ironía, bien sabemos que esta última, empleada con
pureza, también suele ser pura. Es por eso que en estos poemas recogidos como Sustancias
Peligrosas, encontraremos al niño que ha crecido y al hombre que
comienza a intuir un destino.
Cuentan que de pequeño Ernesto Andrés, al
molestarse con sus padres, se metía cañaveral adentro bien lejos de todos. Solo
regresaba entrada la tarde con las manos cargadas de piedras para tirarlas
contra las paredes de su propia casa. He aquí quizás una metáfora que pudiera
explicar su generación. Hijos desencantados que escapan y vuelven para negarlo
todo, no porque fueron incomprendidos, sino porque sus padres no fueron
responsables ni consecuentes con su tiempo y prefirieron la doble moral o el
silencio. Pero mi padre/ finge estar dormido/ para no levantarse.
Tal
parece avisarnos sobre algo que no funciona, o algo que no le enseñaron hacer
bien, ver un sol que dibuja las columnas /sobre
un sueño petrificado/ perfecto, de una manera más popular yo diría “no hay
peor ciego que el que no quiere ver”.
Pero
el poeta no se conforma con entender a sus padres, sino que se levanta para
afirmar en Génesis, el primer poema del cuaderno: Hay que aprender a ser hombre. Esencial este verso para comprender
la búsqueda, la iniciación poética que está más allá de los años, más allá del
dolor, mucho más allá… El poeta comienza a entender y a extender su mundo y
poco a poco descubre su destino mesiánico y el compromiso con su tiempo “Heredia aguza el dedo/ (me apunta)”.
Así
nos muestra la toma de conciencia y la hondura ético-estética de las palabras. Mirar
de reojo, o la Gatica María Ramos, otros le llaman «mirada periférica», todo un
entrenamiento del poeta para percibir las tensiones del ambiente, pues sólo él
puede nombrar y dar vida, nombrar y dar muerte: afuera la gente cava/ en círculos/ esta
pesadilla que se estanca, escribe, y
retorna al existencialismo, a la pérdida de fé, a la búsqueda infructuosa de un
futuro que «se estanca».
Fuerza
de gravedad
………………….
sueño con gente
que muere de dudas
que es también morirse de hambre
nada en absoluto nos pertenece
No
sé cuántas personas con a penas 20 años, hoy pueden considerarse dotados de tan
hondo pensamiento. Ernesto Andrés no solo dialoga con la Historia , sino que la reescribe desde la participación. Dos
versos escritos por él, pudieran ilustrar mejor que yo lo que afirmo: Las criaturas de la isla/ están mejor en el
fondo.
Más
adelante nos llama la atención sobre la cosa, que está caliente, y al parecer
solo el poeta puede tomar la sartén por el mango cuando escribe: Sube la temperatura/ Grados Celsius/ grados
militares/ devoran el centro de gravedad/ de un país sin gravedad
Taladrar
la realidad. Convertirla en palabras. Taladrar la realidad. Convertirla en
resistencia. Taladrar la realidad. Convertirla en belleza. Más o menos así es
de peligrosa, porque la belleza nos hace conscientes, nos vuelve lúcidos e
intuitivos y no basta el espejo para descubrir nuestra alegría o tristeza, hace
falta también la poesía, ella pesa lo que no se ve, es decir, lo que abunda en
el corazón.
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