Por Harold Cárdenas Lema (harold.cardenas@umcc.cu)
Un sector del periodismo cubano se muestra cada vez más preocupado por el papel que juegan los blogs. La llama que encendió la blogosfera cubana y ha iluminado tantos silencios en estos tiempos, es vista como una amenaza por profesionales que con razón se preocupan por los contenidos publicados en Internet. El único problema es que la crítica que se hace a las bitácoras es tan ambigua y generalizadora que podría provocar un efecto extintor y apagar la antorcha crítica de la opinión ciudadana que tanto ha costado encender.
En una entrevista a un académico del periodismo en el país, este señalaba cómo los blogs periodísticos se distinguen por “la utilización de técnicas propias del periodismo a la hora de estructurar el discurso”. No creo que la contrastación de fuentes y la ética sean privilegio de los profesionales en el sector, incluso me atrevo a decir que las numerosas mediaciones que existen en los medios han lastrado mucho la credibilidad de estos. En el caso de los blogueros, sería un error creer que es un grupo homogéneo, la credibilidad o no de las bitácoras depende directamente de los contenidos que publican, los títulos académicos ni la acción de bloguear son garantía alguna de calidad.
Esta entrevista tuvo reacciones inmediatas, desde Holguín un bloguero hacía alusión a “cierto tono de menosprecio” respecto a los no-periodistas y señalaba cómo muchos profesionales de los medios abren sus bitácoras “por indicaciones de arriba” y en cambio los ciudadanos ajenos al periodismo tradicional lo hacen por pura motivación. Personalmente creo que las distinciones entre unos y otros son vanas, todos comunicamos y la capacidad que tengamos de complementarlos será la que beneficie el bien común, las muestras de sectarismo de cualquier parte están de más.
Otro episodio curioso ocurrió entre un bloguero-periodista y otro colega hace varias semanas, motivados ambos por un lamentable caso de violencia policial en Santa Clara. Al respecto escribió el periodista y bloguero matancero Arnaldo Mirabal en un post donde reclamó la agresión que sufrió un colega suyo en el suceso. Fue el único en hacer público su malestar y esto resulta increíble porque lo normal es que cuando alguien del gremio es atacado el resto salga masivamente en su defensa por aquello de ver las barbas del vecino arder…, en fin, Arnaldo quedó públicamente solo.
Sí hubo una alusión en un medio oficial, Cubahora publicó un artículo de un periodista villaclareño donde prácticamente se desmentía lo publicado por el matancero. Siguiendo la costumbre de darle el beneficio de la duda a las instituciones en vez de los individuos, se le reclamaba a Arnaldo una contrastación de fuentes porque hay que “verificar para confiar”. Como dos meses más tarde lo único publicado sigue siendo el post del matancero, la contrastación de fuentes que deben estar haciendo los periodistas villaclareños debe ser realmente espectacular.
El signo más evidente de preocupación fue publicado en el diario de la juventud cubana por un periodista de larga trayectoria en el periodismo nacional, Luis Sexto escribió “El lanzallamas” aludiendo a cierta crítica estridente que calcina aquello que busca mejorar. Irónicamente, quizás lo que Sexto buscaba mejorar con su artículo podría ser calcinado por el mismo al servir de pretexto para algunos que buscan marcar diferencias entre blogueros y periodistas. Al igual que existe un sector crítico en la blogosfera que debería cuidar más la forma de sus contenidos, existe otro sector dentro del periodismo que se va volviendo territorial e insiste en marcar diferencias profesionales que desde la blogosfera nunca han sido objeto de atención.
Aclaro que Luis tiene razón cuando alerta o da a entender los peligros del sensacionalismo, de la noticia superficial, de la poca investigación priorizando la primicia y otros caminos trillados que nos toca sortear. Este es un debate que más que en tono de reclamo a la blogosfera, debería convertirse en una autocrítica para todos aquellos vinculados a la información en el país. Lamentablemente este intercambio sobre los procederes comunicativos no es parejo, los periodistas juegan con ventaja porque se valen de los medios masivos tradicionales mientras la desconexión a Internet pone en desventaja a los blogueros, difícilmente las réplicas de La Chiringa de Cuba o la Esquina de Lilith pudieran valerse del periódico de la juventud cubana para llegar al público.
Aunque algunos puedan ver en estas líneas una apología a la blogosfera no-profesional, insisto en que la solución no es favorecer a unos en detrimento de otros sino buscar la convergencia, una fórmula lograda en otras naciones que ya han experimentado la dicotomía periodismo tradicional-periodismo ciudadano.
Si alguien duda de la competencia que puedan tener los no-profesionales a la hora de informar/opinar sobre la realidad, recuerdo la “casualidad” de que aunque los periodistas sean quizás el sector con mejor conectividad en el país y con las herramientas teóricas ideales para su ejercicio, según las herramientas estadísticas que brinda Internet muchos de los blogs más leídos pertenecen a personas ajenas al gremio.
Quizás algunos profesionales de los medios creyeron que las numerosas críticas al periodismo cubano provenientes de la blogosfera iban dirigidas hacia ellos, se equivocaron. Los blogueros hemos sido los mayores críticos de los mecanismos que atan a los medios cubanos e impiden que los profesionales de la prensa hagan bien su trabajo, más que la crítica se impone un agradecimiento.
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