lunes, 2 de noviembre de 2009

Contramaestre, la felicidad y la adolescencia

Por Rogelio Ramos. (Poeta y periodista de Songo La Maya)

Cada vez que vuelvo a Contramaestre siento el temblor de quien ha llegado al sitio donde fue feliz. Debe ser porque ese terruño me acogió como a muchos otros nacidos en Santiago de Cuba, el municipio quiero decir, que estudiábamos allí, en la tierra del cítrico. Sucedió en los ochenta, éramos tiernos e inocentes y respirábamos la energía de quien con sólo dieciséis años se va a la beca*.

En ese tiempo, y a mi me parece que éramos perfectos, mis mayores cantaban junto a Augusto Enríquez una canción que me parecía rara, y que hablaba de un hombre que se abría el pecho con una estrella y se leía por dentro.

Fue ese el tiempo en que Silvio** grabó más, y los universitarios, sobre todo, se bebían fonogramas como: Oh Melancolía, Causas y Azahares o Tríptico; los Van Van nos enseñaban a bailar el Buey cansao y Leonardo Padura daba a conocer su Fiebre de Caballo.

Con todo eso nos fuimos a las becas, y Contramaestre era un sitio bello, una inmensa naranja donde íbamos, a mi me pasó, a conocer el amor y dejar entre las ramas de los arbustos la tan retenida inocencia.

Fue en Contramaestre donde tuve mis primeras lecturas, ya no las simples lecturas de un mortal que sabe tiene que conocer a Oparin, Mendeleiev o Darwin para aprobar, sino las lecturas que van más allá del doce grado.

Hay nombres que se mezclan con esos recuerdos: Baire, Maffo***, Laguna Blanca, Bungos. Ese último vocablo, lo he buscado en mil partes y no sale a la luz su significado, sin embargo ante mis ojos significa una indetenible cantidad de edificios blancos que le nacen en el mismo centro a los naranjales. Allí, en medio de ese verde fue donde estudié por tres años el preuniversitario.

Siempre que recuerdo ese tiempo no puedo dejar de sentirlo como uno de los más intensos de mi vida. No sé si tiene que ver con los 80, con el primer amor, los libros o las canciones de Silvio que también comencé a escuchar allí.

Por eso cuando oí el Son a Contramaestre, que escribió mi amigo Eduardo Sosa, por cierto, inspirado en una joven de Maffo cuyo nombre no logro recordar, sólo pude sentir el mismo estremecimiento de que hablé al principio. El temblor de quien siente llegó al sitio donde fue feliz.

___________________________

*Beca: escuela interna en Cuba, donde se realiza el preuniversitario, y en algunas zonas rurales, la secundaria básica.

**Silvio Rogríguez: trovador cubano.

**Zonas pertenecientes al municipio Contramaestre.

5 comentarios:

  1. Me gustaria conocer el son dedicado a Contramaestre.-
    Lo espero amigos Arnoldo y Encinas.-

    Abrazos: Pepín

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  2. Muy emotivo esta el articulo. Pienso que donde se fue fleiz nunca se olvida y estemos donde estemos siempre lo recordamos con alegria e incluso hacemos paseos imaginarios por las calles. Yo no naci en Contramaestre pero mi familia paterna es de alli y del area de Maffo. Para mi Contramaestre fue por muchos anos un especial sitio de veraneo para mi donde me rencontraba con mis familiares y amigos con lo que pude compartir grnades alegrias y sobre todo mis primeras experiencias. Lamentablemente muchos familiares y amigos de esos anos ya no estan, muchos viven en el extranjero y otros fallecieron. Pero si los recuerdo a todos en Contarmaestre con la alegria de siempre. Me gustaria visitar Contramaestre cuando regrese a Cuba

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  3. Arnoldo: A 22 de Marzo de 2012, sigo esperando el son de Contramaestre.- ¿ Quien lo compuso ?

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  4. Eduardo Sosa Laurencio , Pepin. Un trovador santiaguero.

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  5. Me estremeció leer esto; lo viví en tiempo real. Magnífico.

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