Por Arnoldo Fernández Verdecia.
Desde su paso de caracol
me llamó por mi nombre
mientras otros bebían
y una que otra fotografía
registrara el hecho.
He visto al hombre de la gorra
y ahora comprendo el alcance
de sus largos dedos
el traqueteo de la máquina
en la madrugada
“Ahora entra aquí él, para mi sorpresa”.
Y estoy a su lado como
un Romeo de provincia.
De regreso a casa
sólo me quedan estos versos:
“Como un mosquetero. No sé.
Vivió la literatura, como vivió las ideas,
las palabras…”
Desde su paso de caracol
me llamó por mi nombre
mientras otros bebían
y una que otra fotografía
registrara el hecho.
He visto al hombre de la gorra
y ahora comprendo el alcance
de sus largos dedos
el traqueteo de la máquina
en la madrugada
“Ahora entra aquí él, para mi sorpresa”.
Y estoy a su lado como
un Romeo de provincia.
De regreso a casa
sólo me quedan estos versos:
“Como un mosquetero. No sé.
Vivió la literatura, como vivió las ideas,
las palabras…”
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