sábado, 11 de mayo de 2013

Rusucitarte en la palabra

 
Conservo una de sus prendas de vestir que más me gustaba verle puesta, es una blusa de flores tristes; cada noche, -esa blusa- duerme junto a mi pensamiento.
Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu 

Mi Madre no está. He recordado las palabras que me dijo cuatro días antes de morir. Sin ella no hay felicidad, aunque me quedan dos frases triviales para socorrer su ausencia: “seguir adelante”, o sencillamente,  “la vida sigue”. 

Conservo una blusa de flores tristes; cada noche, -esa blusa- duerme junto a mi pensamiento, es una manera de pensar que sigue ahí, quizás por eso duermo tranquilo, sin remordimientos, me cuida desde su ternura. 
Esa blusa duerme junto a mi pensamiento, es una manera de pensar que sigue ahí.
Un día después de su muerte regresé a mi casa natal; en el viejo armario seguía el perfume que le había regalado, las pantuflas frente a la cama, el talco de tocador, la bata que no vistió el día de su cumpleaños. Su mota tenía un olor que no quiero olvidar. Puse mi cabeza en su almohada y pude sentirla. Cerré los ojos, me parecía verla apagar el candil, con una de sus manos, antes de caer en los brazos de Morfeo; macerar granos de café tostados en la madrugada, o apurar el primer buchito del colador, según ella, el más sabroso, o sencillamente alborotar a las gallinas con su pi pi pi…. 

Recorrí la casa. Llegué hasta el fogón de leña, del que nunca quiso desprenderse, a pesar de los tiempos; en el patio, seguían sus gallinas, sus flores, el viejo pilón; todo parecía normal, pero faltaba algo irrecuperable... Fui hasta el viejo balance, sentí sus manos en mi apagado cabello, y las frases de aliento ante mis derrumbes cotidianos. 

En el Día de las Madres tengo el consuelo de  poner la grabación donde hablas de las luchas pasadas para hacerme un hombre de bien, del niño abandonado que criaste como un hijo natural. Me aferré a  tu resurrección mediante la palabra, y por un instante, olvidé que te has ido, aunque la razón diga a mi oído que no volverás nunca.

9 comentarios:

  1. Lolita Savig: Hola, no te Conosco pero siento mucho tu dolor, tu mama solo dejo atras su envoltura fisica k nos he prestada hasta k la dejamos atras y pasamos al mundo ethereal. La energia nunca muere, tu Madre es un ser maravilloso Lleno de energia posivita y amor, Ella te besa, te abraza te pasa la Mano en el cabello y te anima en tus momentos mas debiles, cuando te sientes sin deseos de hacer algo que es importante para ti. Recuerda la energia no muere, tu mama esta mas cerca de ti k antes, en cada paso k das Ella esta contigo

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  2. Lucy Roma: Las madres son eternas en la memoria de sus hijos.

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  3. Eddy Gil: Arno todos de una forma u otra hemos perdido nuestras madres y padre. Los mios estuvieron conmigo hasta el final sin embargo el Padre de mi esposa murio en Palma y a ella no la dejaron ir a verlo. Lo unico que desea mi esposa es que esos bandoleros se acaben de ir y regresar a su tumba para ponerles unas flores. Tambien esas tormentas han traidos estos lodos y ella no olvida..

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  4. Coral Vázquez Peña: Arnoldo las madres vivimos en el corazón de los hijos, esten o no. un beso

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  5. Idalberto Aguilar Macias: Conozco de su dolor hermano, en fecha muy cercana sufrimos desgracia parecidas , usted perdió a su madre, y yo en menos de 10 días, a mi padre y a mi única hermana, por eso este domingo 12 de mayo, mi madre fue toda tristeza, pero, aunque la vida ya no sea igual hay que seguir viviendo.

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  6. Nelsy Del Toro Tamayo: Ay amigo pra mi fue doblemente doloros...no poder visitar su tumba y ayer llore mucho sencillamente coloque flores en un jarron ..las que les gustaba y puse en un muro la foto de las rosas bien rojas que a ella le gustaban...fue mi sencillo homenaje en su memoria asi con la misma sencillez que vivio ella....ay mama cuanto la extraño..

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  7. Un abrazo Arnoldo,me parece una increíble coincidencia y he recordado muchas cosas, supongo que sufriste mucho porque yo aún no he olvidado la mía.

    besos

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  8. Nunca encontrarás la exacta palabra que defina el recuerdo de tu madrecita, toda hermosa, bella como suelen ser las madres en nuestra alma. Quierela así con esa devoción y acurruca a tu viejo como el gran tesoro que tienes.

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  9. Nunca encontrarás la exacta palabra que defina el recuerdo de tu madrecita, toda hermosa, bella como suelen ser las madres en nuestra alma. Quierela así con esa devoción y acurruca a tu viejo como el gran tesoro que tienes.

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