Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
Esos ojos expresivos invitan a conocer un mundo fantástico, bañarse en sus aguas, recorrerlos, abrazarlos en su infinita ternura. Pero siempre otro, otro está ahí, perpetuo, como can a la entrada de los delirios. Hoy toco tus puertas, quiero ser parte de tu calidez, tener tu luz, tus lágrimas.
Te he imaginado espléndidamente abierta al árbol que florece en mi cuerpo. Absuelvo tu rechazo, si soy inoportuno, por aprovecharme de una de tus caídas y proponerte el silencio de mi fruta, cuando en tus anocheceres germinan dudas y eres vulnerable.
Creo no sorprenderte; he mandado señales a tu inteligencia, estoy seguro las has captado, tu timidez es mi mayor prueba, también tus ojos escapando ante los míos. Comprendo que tengo una vida, tú estás por hacer la tuya, pero este sentimiento nació sin poder dominarlo, he luchado por reprimirlo, pero cada día es más fuerte y es saludable compartirlo, hacerte mi cómplice.
Abro las puertas de mi alma, espero aprecies mi amor, más allá de las distancias cronológicas, los tic tac generacionales, la lejanía geográfica. Me he propuesto conquistarte, aunque en ello me vaya una derrota no calculada, pero vale la pena correr el riesgo de raptarte y hacer como los viejos tiempos: construir donde otros sólo ven arena y reptiles venenosos.
Dios quiera y esos ojos expresivos entren a mi reino con la magia abrazadora que alza una mañana.
Al terminar esta lectura, es probable que no te atrevas a mirarme, será mi sésamo a una de tus manos. Si tienes la valentía de mirarme, entonces espero argumentos que no duelan.
Al menos deja abierta la puerta. Será nuestro secreto hasta que Dios lo quiera y podamos decirle a la tarde que el canario no debe seguir en su jaula de oro.
Areebah Farída Gay:6499 21 HOLA,MUY MUY HERMOSA CARTA,ESPERO SEAS CORRESPONDIDO DE LA MISMA MANERA AMIGO UN SALUDO
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