Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
El humor cubano actual transita por un momento de replanteamiento de sus caminos futuros, según la crítica, algunos de sus principales cultivadores se han quedado atrapados en el legado del Período Especial y les resulta harto complejo salirse de esos caminos, muy trillados, sobre los que una y otra vez vuelven para hacer leña de las desgracias de la vida cotidiana. Otros prefieren apostar por la calidad y no hacen concesiones al mercado, independientemente de los tipos de público con los que interaccionan.
Un referente autorizado en el humor cubano, como Osvaldo Doimeadios, señala que: “Quizá las compuertas de la sociedad hacia el diálogo constante entre todos los actores de la misma, y la solución de esos problemas ha llegado a tal nivel de absurdo, que el cubano opta más por reír que por discutir o solucionar. Pero el público, u otras zonas del público, merecen reír también de otras cosas”.
En el criterio de Doimeadios está la clave del asunto, y yo agregaría, el humor cubano necesita hacer pensar a la gente, condicionarlos a mirarse en el espejo de los absurdos que las situaciones humorísticas colocan ante ellos, para poder caminar hacia el horizonte y sentir que es un arte aportativa a la búsqueda de la felicidad. Incluso, puede llegar a construir un tipo de filosofía donde el hombre y la mujer cotidianos puedan desplegar sus energías creativas y buscar soluciones a los problemas, a partir de la risa como recurso terapéutico.
Por eso pienso con mucha tristeza en la repuesta de Cuquita la mora a su presentación aquí en Contramaestre, Cuba, cuando me dijo que su “arte”, lo “HAN DISFRUTADO…, MÉDICOS, MAESTROS, INTECTUALES, AMAS DE CASA, CUENTAPROPISTAS, POLICIAS, PRESOS, VAGOS, CORONELES Y MINISTROS Y TODOS HAN QUEDADO CONTENTOS Y AGRADECIDOS. ES USTED SEÑOR ARNOLDO, LA ÚNICA PERSONA EN EL PLANETA QUE PIENSA ESTO SOBRE MI ESPECTACULO, Y SEPA QUE UN CRITERIO NO ES UNA DEFINICIÓN”.
Tal vez parecerá una ingenuidad decir las cosas que estamos arriesgando, pero preferimos pensar un arte así, unido a la sensibilidad del cubano, diríamos que una especie de cordón umbilical al que venimos atados como pueblo, pues no podemos liberarnos de la risa descongestionadora del termómetro social, esa que nos hace diferente a un alemán, un ruso o un estadounidense. Bienvenida la risa entonces, pero una risa que ayude a pensarnos mejor como país en tránsito hacia un mundo mejor, no una que haga de nuestras desgracias una forma de hacer dinero.
Julio Cesar Rosales: TERMINO DE DEMOSTRAR SU "POBREZA" LA TAL CUQUITA EN LA RESPUESTA QUE TE DIO ARNOLDO.POR DEMAS FELICIDADES POR DEFENDERNOS Y DEFENDER EL GUSTO ESTETICO AL QUE ASPIRAMOS PARA NUESTROS HIJOS. PASE ALGO PARECIDO CUANDO HACE UNOS MESES LLEVE A MI NIÑO A VER UNOS "MAGOS" EN EL BELIC. GRACIAS POR REDIMIRME CON ESE OPPER CUT A LA VULGARIDAD.
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