Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
Advierto invierno en sus
ojos y una y otra vez esos aullidos hielan mi alma. Se llama Cuquita. Verla así me asusta; rodeada por los sueños que no ha hecho, porque mi
dictadura sentimental no le ha permitido realizarse como perra…
Sus ojillos buscan,
interrogan pudiera decir. Me duele esa
tristeza, tanta, pero creí que lo mejor era concentrar todo su amor en mí y
negué posibles realizaciones caninas; no entendí su filosofía sexual; su
vocación amorosa y la he tenido siempre a mi alrededor de forma egoísta. Nada
mejor que un buen amigo donde no se sabe el camino al futuro y estamos a merced
de bribones que florecen en todos lados y comen el queso de las almas
virtuosas.
Mi Cuquita es el probable
diálogo al atardecer, o en la mañana, es alguien que escucha y tiene respuestas
que uno necesita para dormir tranquilo, allí donde otros pescan en turbulentas
aguas favores, permisos o sencillamente realizaciones profesionales que su
talento real no permite.
Saber que la insularidad
puede recorrerse acompañado de un fiel can es algo edénico; ojalá
muchos de esos perros buenos que andan por los caminos de la vida, pudieran ser
convertidos en las personas que nos hacen falta, para hacernos con el cielo y
lograr el probable parto de un corazón negado al trovador de las eras
imaginarias.
Algunos hoy confunden
lealtad con una especie de fascismo personal, donde todo para ser normal debe
quedar en casa. No necesitan la conciencia crítica porque señala lunares donde
ellos ven aguas espejeantes. ¿A quién decirle nuestras preocupaciones? ¿Dónde
encontrar soluciones a los problemas? Conversar
con un buen perro todos los días, no es estar loco, no; es la mejor lógica a los asuntos ignorados
por soberanos que apuntan con el dedo y hacen polvo todo lo que vaya en contra de sus intereses vitales…Así lo hago yo:
“Querida Cuquita:
Quiero hacerte algunas preguntas: ¿Por qué la gente tienen
doble moral? ¿Por qué roban? ¿Ser honrado adónde lleva? ¿Por qué no hacemos un
congreso canino y elegimos la VIRTUD como ley suprema? ¿Abrir los ojos y ver lo
real, adónde conduce? ¿Callar es la opción de los cobardes?
No puedo con mi mundo, no puedo, quiero entender que di lo mejor de mí, renuncié a todo
placer material y ahora tengo ante mí una carrera por llegar primero a los
placeres mezquinos que tanto repudiamos en el pasado. Lo que antes era
condenable, ahora es música y razón... Al parecer son tiempos donde reina el oscuro.
El dinero todo lo cambia,
hasta los sentimientos más sagrados. Prostituirse hoy parece tan normal. Robar
parece tan normal. Mentir, tan normal. Las máscaras adelante, detrás los
buenos. ¿Qué hacer? ¿Tomar una máscara e interpretar el papel que otros elijan
para ti?, o ¿ser uno y lanzarse contra los días oscuros y traer de regreso la
luz secuestrada?
Al menos tengo la paz de tu
cabello sedoso, el hocico en mis pies y esas muestras de alegría, tan reales,
para no olvidarme que soy un ser humano llamado “Viernes” donde campea el
sargazo.Mil besos azules Cuqui. Llévame a tu mundo canino, hazme comprender la lógica de la
fidelidad, entonces, sólo entonces, intentaré la revolución de la virtud,
allí, donde todo parece un campo infértil.
No hay palabras para decir cuanto amor un animal puede dar a una persona, y así hay tantas personas que los maltratan, esta foto es maravillosa, demuestra el buen ser que eres... Gracias:-) :-)
ResponderEliminarEsas preguntas mil veces han llegado a mi y con bastante frecuencia he compartido esos
ResponderEliminarestados, quiero, debo y tengo que creer en lo mejor del ser humano, en que vale la pena esa revolución de la virtud que es necesaria e imprescindible en nuestros tiempos de tanta mediocridad. Vuelvo a ti Arnoldo, una vez mas con la esperanza de encontrar muchos como tu.
Julio Cesar...Ahora Arnoldo, mirando a las pupilas de Cuquita, mas allá de ese invierno que descubres en sus ojos, veras que fuiste soberano inquisidor, cuando creyendo que la protegidas, le negaste abrirse a su instinto natural, sentirse crecer y que crece algo dentro de si, la esperanza quizás, la cerdidumbre que a ti y a mi nos falta ahora luego de haber hecho todo lo que nos dijeron se debía hacer para ser un hombre de bien.Por mi parte no dejare de creer en mi por creer en el mundo que se ha creado a mi alrededor, y esa es mi protección y mi idea de lealtad, en primer lugar a mi mismo.Que haber creído en si mismo es la guarnición mas liviana que puede llevar un hombre cuando llega la debacle. No creó que es valido creer en lo que otros por ambición, por miedo o por comodidad o por falta de criterios(o información) creen, ese ejercito es a veces numeroso y amenaza diezmar a menudo nuestro ejercito interior.En ese momento, nada mas saludable que mirar a los ojos de Cuquita y perderse en su invierno.
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