Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@culstgo.cult.cu
Vivir en Cuba es un acto de heroísmo, si se piensa desde el costado de los hombres y mujeres humildes que hacen su vida apelando al trabajo como condición indispensable del desarrollo humano. Por eso cada primero de mayo, el desfile de los trabajadores tiene en esta isla del Caribe una connotación muy especial, la gente sabe en verdad porque desfila y no se tira a las calles a reclamar cambios para llevar la vida con más dignidad.
Mirar el primero de mayo con
los ojos del mundo, puede llevar a absolutizaciones pueriles, entre las que
menciono el hecho de considerar a los cubanos esclavos del socialismo, pues
según algunos medios de prensa, acuden a celebrar el acontecimiento obligados
por el sistema, entre otros dislates, como decir que los niños son llevados al
desfile para hacer grupo, porque la gente no quiere salir de sus casas.
Mirar el primero de mayo con
los ojos del cubano residente en la isla, es un acto de libertad, ese día nadie
queda en casa, es ante todo un día de fiesta, alegría, el pueblo trabajador se
siente empoderado por una revolución tan verde como las palmas reales; conquistó toda la justicia para los más
humildes y los puso a soñar.
En Cuba el primero de mayo
es una fiesta innombrable, hay que vivirla para poder evocarla en todo su
esplendor, y captar los colores vivos del socialismo en cada cuerpo que
agradece a la Patria por darle un día así.
Es cierto, Cuba se
actualiza, pero para más socialismo, y eso los trabajadores lo tienen muy
claro, por eso este primero de mayo de 2015 desfilaron, sabiendo que el futuro
pertenece al trabajo y no a los que hacen de la Patria una mercancía o
sencillamente una oficina.
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