Icaro lejos de su pueblo

Comienza un proceso de "levitación" en espera del regreso. Una versión de `ICARO pero sin aproximarse al sol.

Por Julio César Rosales (Especial para Caracol de agua) 

"No es este tu país porque conozcas sus linderos, ni por el idioma común, ni por los nombres de los muertos. Es este tu país porque si tuvieras que hacerlo, lo elegirías de nuevo para construir aquí todos tus sueños". Marco Martos (poeta peruano).

"En cualquier lugar se vive", es una sentencia tan simple como literalmente universal, e inicia muchos soliloquios cuando te ves obligado a emigrar o a apartarte por un tiempo de tu pedacito de corteza terrestre original.

Aunque pueda ser cierto que los cubanos nos creemos con carisma y apego a la tierra que nos vio nacer, somos "el último caramelo del paquete"; la realidad es que no sabes cuán importantes son las vivencias de tu pueblo natal, hasta que no sales por primera vez de él.

La velocidad de un avión te hace estar en pocas horas muy lejos de todas esas vivencias. Apenas instalado en tu nuevo lugar, que sabes, será por largos meses, la primera pregunta que te haces es: ¿Y qué yo hago tan lejos de casa?

Es el momento en que sientes que tu vida se ha detenido. Y no me refiero a la vida biológicamente hablando; sino a tu vida de personas y lugares queridos de los que nunca ni soñaste separarte, hecha de pequeños afectos, olores, necesidades insatisfechas y luchas diarias, que llegan a ser entrañables a fuerza de cotidianidad. Comienza un proceso de "levitación" en espera del regreso. Una versión de ICARO pero sin aproximarse al sol.

Con el paso de los días te das cuenta de lo duro que es no poder ni comentarle al vecino "lo dura que está la cosa"....Al pasar los meses ya le has hecho saber a tu cuerpo, no sin un alto costo emocional, que ese es el lugar para vivir durante un largo período y que la adaptación es la única opción.

Ahí comienza toda una vorágine de sentimientos encontrados a un alto costo emocional. El alejamiento también es un ejercicio de superación personal con beneficios colaterales, como conocer otras culturas, estilos de vida, idiomas, nuevas amistades y enriquecer el intelecto gracias a la maravilla de la Internet, sacrosanto refugio nocturno del misionero. Todo esto sin perder el vínculo con tu pueblo de origen.

Aumenta tu independencia económica. El arroz limpísimo, no tienes que lavarlo, el café no tienes que tostarlo, el ajo, de hermosas cabezas, no tienes que escogerlo, del puerco, compras solo masa si así lo quieres.....pero siempre te dices: NADA SABE IGUAL,...ni el congrí que haces, ni el café que cuelas, ni el puerco. Ahí recuerdo que en mi pueblo una librita de "gordo" friéndose en la sartén revuelve con su olor a todo el vecindario (aquí he tenido que meter la cabeza en el horno para sentir algo que me recuerde al puerco asado..."es que son criados con hormonas", me han dicho). Como también allá salta el comentario jocoso del vecino en el patio de a lado al vernos tostar los granos de café en el viejo calderito: "cuando cuele me invitaaaa!". Olores, sabores, frases, todo falta cuando estás lejos.

Salimos por alguna necesidad, si no la tuviésemos, regresaríamos en pocos días. Pero sales, siempre vuelves a salir y no porque te espante seguir apurando tu vino amargo, que a eso estamos acostumbrados, sino porque tienes en tus manos la posibilidad de hacerlo mas bebible a tus hijos (¿qué padre no quiere?) o porque tu madre vieja y guerrera de tantas batallas tenga mejor vejez, y en último lugar, porque definitivamente sientes que mereces mejorar tu vida en tu único paso por la existencia terrenal.

Pero siempre regresas, o imaginas regresar....Cuando te acercas al “Puente de hierro” y comienzas a ver la chimenea del “Central América”, inician los fuegos artificiales en tu corazón. Desde que pasas por la entrada del “Hospital”, vez aparecer las casas de siempre, los rostros de siempre, los gestos conocidos. Traes la piel un poquito más clara y unos kilos adicionales pero sientes que has vuelto a la vida.