Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Yo
tenía un amigo que gustaba hablar largo de Darcy Ribeiro y su obra cumbre “El
proceso civilizatorio”. Nos conocimos en los años crudos del Período Especial,
cuando yo andaba con el sueño a cuestas de hacerme científico. Recuerdo
estábamos en Beca y comíamos mal; muy mal, porque todo era racionado y hasta el
té era inalcanzable. Mi amigo salió de la oscuridad del apagón y su Ribeiro nos acompañó la noche entera. Pensamos
Cuba, el mundo y creímos posible una vida distinta, donde los hombres no se
lanzaran sobre los otros hombres y se pudiera ser Humano, demasiados Humanos
sobre todas las cosas.
Yo
seguí tras mi sueño y llegué a máster en
ciencias sociales y pensamiento martiano; publiqué varios libros; mi amigo quedó allá en el
silencio del Período Especial, aprendió de todo.
Se unió a una mujer, tuvo dos hijas,
pero ella se fue con otro, más real, sin el anhelo de ser científico social y con
mucha platica para llevar el absurdo Período Especial. Yo conseguí hacer el
mapa de una vida consagrada a varios
propósitos, aunque sin hijos: nunca robé, no fui guataca, no chivateé, mantuve una ética
ante las precariedades.
Muchas tentaciones surgieron en mi azaroso camino, pero todas las evadí y no me monté al carrito de los arribistas, porque tenía un José Martí en el alma y veía con sus ojos el cáncer que todo lo podría a su paso, o mejor, casi todo, pues todavía desandan por ahí personas dignas, capaces de la revolución del decoro, como mi amigo, aunque no conquisten el espacio y los medios para conseguirla.
Muchas tentaciones surgieron en mi azaroso camino, pero todas las evadí y no me monté al carrito de los arribistas, porque tenía un José Martí en el alma y veía con sus ojos el cáncer que todo lo podría a su paso, o mejor, casi todo, pues todavía desandan por ahí personas dignas, capaces de la revolución del decoro, como mi amigo, aunque no conquisten el espacio y los medios para conseguirla.
Mi
amigo apareció después del Período Especial crítico, me narró su pasado; lo
abracé, pero sin yo preguntarle se puso a hablar de extraños personajes que nos
acompañaron en aquellos tiempos y se veía que los admiraba y quería ser como
ellos. Si mi amigo volviera a nacer, el hombre que le
gustaría ser no sería como yo, sin dudas no sería como yo, eso lo tenía muy
claro y lo vi perderse en el nuevo Período Especial que ya teníamos en casa.
Acaricié
El proceso civilizatorio y lo regresé
al librero. No volveré más sobre
estas páginas de Darcy Ribeiro. Hay que seguir adelante.
SI NO ESTUVIERA EN ESTE LAMENTABLE CHILE, DEFENDIENDO A MI DESCENDENCIA DE LAS MALIGNIDADES DE UN TRAIDOR AL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE, FORMADO EN LA KGB, EN LA DIFUNTA URSS... ¡¡¡TE DARÍA UN ABRAZO ENORME!!!
ResponderEliminarME CONFORMO CON ENVIÁRTELO POR AQUÍ.