Fidel Castro y Oliver Stone en La Habana. |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
En 1999 estuve a unos metros
de Fidel Castro en Pedagogía Internacional; la impresión que me produjo su
cercanía fue estremecedora, como mismo le sucede a todo el mundo, incluso a
los que no lo quieren. En esa ocasión escribí: “Movía sus botas de campaña
permanentemente; tomaba notas sobre las ideas expresadas por los concurrentes;
su mirada era de una limpieza admirable”. Alguien me dijo: “Es normal que te
pase”.
En aquel encuentro señaló
ideas que hoy todavía recuerdo por su vigencia: “Los valores se crean, e
incluso se pueden formar en una sociedad de clases”. “En nuestra Revolución hay
que formar muchos valores, muchas conciencias y hacer mucha justicia”. “En
nuestra sociedad se han creado algunas diferencias y tenemos algunos ricos,
pero todos nuestros niños van a la escuela con el mismo uniforme”.
Creo que todo cubano viva
donde viva alguna vez tuvo la pasión por Fidel Castro; la mía comenzó en la
niñez pues en mi casa se hablaba de su
presencia en Cruce de Anacahuita durante cinco noches durante la toma de Maffo;
desde esa etapa soñé con la posibilidad de abrazarlo o tenerlo cerca.
Antes de partir a Pedagogía
Internacional 99 le confesé a la periodista Lourdes Palau: “Me encantaría tener
a Fidel en el auditorio al presentar mi ponencia. Sería muy importante que Cintio
Vitier valorara mi trabajo sobre José Martí”. En ese año mi padre estaba
ingresado en el hospital Orlando Pantoja de Contramaestre con una grave
dolencia, pero eso no le impidió escuchar mis declaraciones. Les dijo a sus
compañeros de sala: “Ese es mi hijo”.
Al llegar a La Habana cumplí
los dos deseos, uno de ellos en su totalidad, pues Cintio Vitier escuchó mi
ponencia y dijo palabras memorables sobre la misma; el otro lo cumplí
parcialmente pues Fidel Castro no pudo estar en las comisiones de Pedagogía 99,
pues se encontraba en la ceremonia presidencial de investidura del candidato
ganador en Venezuela Hugo Chávez Frías.
Fidel llegó el último día
del evento. En ese momento escribí: “Estoy en primera fila del Carlos Marx,
apenas me separan unos metros del Comandante”.
Mi pasión en torno a su
imagen se multiplicó desde aquel día. De regreso a casa conté sobre el encuentro
a mucha gente, sobre todo la adhesión inmediata que produce Fidel Castro en
todo el que se le acerca. ¿O estás con él o en su contra? Esa interrogante
hasta los mismos yanquis se la hacen.
Esa misma emoción la
experimenté al ver los documentales “Fidel” y “Radiografía de Fidel”, de Estela
Bravo y Oliver Stone respectivamente; me recordó que los cubanos estemos donde
estemos, siempre tenemos un Fidel Castro adentro, para bien o para mal. Algunos
hacen leña de su obra; otros viven una
pasión de Quijotes que nunca cambiará, a esos les llaman: "fidelistas
apasionados de toda la vida".
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