Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
He
visto en vivo el discurso de Donald Trump al asumir la presidencia de los
Estados Unidos y confieso que esperaba algo más filosófico, como el mismo había
anunciado previamente; sin embargo, fue
todo lo contrario, sus palabras exacerban el nacionalismo estrecho:
"América
para los americanos."
"Empleos
para los estadounidenses primero."
“Comprar
a los estadounidenses primero.”
"Nuevas
alianzas en la geopolítica universal."
"Creación
de 25 millones de empleo."
"Acabar
definitivamente con el terrorismo".
"Igualdad
y solidaridad del estadounidense de lo rural, como de la ciudad."
“Recuperar
el orgullo del ciudadano estadounidense”.
“Extremar
las políticas migratorias. Proteger las fronteras”.
“No
imponer el modo de vida estadounidense a ningún país.”
Pero
me pregunto: ¿Cómo lo conseguirá? ¿Acaso su fortuna no la hizo olvidando muchas
de esas cosas que ahora asume como política de Estado?
Confieso
me declaro desconocedor del asunto, pero creo en lo personal que se trata de
una imagen vendida a su electorado, aunque no deja de ser estresante para los
emigrantes. Martí decía que en política lo que no se ve y dice es lo que es,
por tanto me interrogo: ¿Qué hará en verdad este hombre que no lo siento
comunicarse con su pueblo? El único que tiene la razón es él, así lo hace saber
a todos, cuando descalifica lo que no comparte en materia de pensamiento y
acción política.
Es
frío. Sus palabras de hoy parecían aprendidas de memoria, no partían de
vivencias, certezas, estaba vendiendo una imagen.
Ojalá
y me equivoque amigos cubanos en los Estados Unidos, sorprendidos por el
Presidente 45, ya en funciones; pero creo no les esperan cosas buenas con este
hombre al timón de la gran potencia global;
a Latinoamérica tampoco; ante sus
ojos, somos pueblos menores.
Ruego
a Dios equivocarme y su acción política sea por el bien de la especie humana,
pero como Descartes, tengo en verdad dudas de que sea consecuente con las cosas
que ha vendido hoy en su retórica política.
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