Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Hasta
faisanes de la india podrán verse mañana en la feria del pueblo, pavos reales, tucanes,
gallinas de guinea, toros de ceba, vacas de leche, frutas diversas, viandas venidas de campos radiantes. Las carnes tocarán el cielo. Todo el mundo hoy
viernes pinta las fachadas, algunos los interiores; dicen que viene uno de los grandes. Mi oído
una y otra vez se orienta hacia el vocerío. Carteles donde nunca hubo. Escalones rojos colocados apresuradamente sin
un criterio estético. El pueblo en una efervescencia elevada. Las bloqueras
particulares congeladas, ¿por qué será? los carretilleros no podrán salir, ¿por
qué será? Aparecen jardineras de Persia en la Avenida Rabí, hasta lámparas
azules, de esas maravillas que todo pueblo de provincias sueña tener. Los
potros corren a uno y otro lado, llevan
mensajes; el grande llega mañana y la
ciudad debe ser otra. Unos jóvenes
extrañados preguntan si hay carnavales;
un ama de casa dice que comprará el cemento del subsidio, sino lo hace ahora, nunca logrará tenerlo. La ciudad y sus
pintores vivos. La ciudad y su vestido nuevo. La ciudad y su maquillaje
apresurado. Alguien que colores cálidos, así somos, temperamentales como el
Trópico. Mi pulóver blanco atacado por
el azul; corro a lavarlo, me duele perderlo en esta locura de pueblo pequeño
con 104 años; de ciudad con solo 29. Una
locura hermosa. El hombre quisiera que todos los días viniera un grande, de
esos que sólo llegan una vez en la vida. Un grande y la ciudad rejuvenece; todo
cambia. Un grande y seremos sol donde
ante sólo penumbras. Un grande y el espíritu a caballo cumplirá todo. Seremos
una ciudad como Dios manda. Pero después del sábado, ¿qué vendrá? El Día de los Padres y nada más. Entonces
habrá que rogar a todos los poderes de la isla que regrese un grande y Tomas Campanella reescribirá “Ciudad del sol”
y seremos recordados en los anaqueles de historia por acometer una obra
faraónica en sólo una semana, cuando alguien filtró la visita de un grande a la doncella de 29 años.
Cuando una visita, visita en nuestra casa es eso, UNA VISITA, pero, cuando "un grande visita", es para CONTROLAR cómo se están cumpliendo los ACUERDOS del pensamiento colectivo, y hacer esos adornos es engañar al "visitante": INFLARLE GLOBOS.
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