Por Arnoldo Fernández Verdecia
Viejo, la muerte se adueña de muchos cuerpos; es un riesgo salir a algún lugar por medicinas, alimentos; alguna golosina de las que tanto te gustan.
Acabo de ver las noticias viejo y las cifras de infectados son alarmantes. En nuestro pueblo mucha gente muriendo, aún así, las personas en las calles, los mercados y es que no hay otra opción; salir es una necesidad porque hay que asegurar un poco de comida, aunque sea una libra de fongo que ya anda sobre los 25 pesos, la de arroz sobre los 70 y hasta 80; la carne de cerdo sobre los 120, un aguacate sobre los 30...
Querido padre viejo, que Dios nos ayude en esta hora crucial que estamos viviendo. No obstante a todo lo que está pasando, lucharé por conseguir esas golosinillas que te arrancan sonrisas y me hacen tan feliz cuando te veo comerlas.
Viejo amado, siempre estaremos a tu lado; no tengas miedo; algunas dolencias profundas están mellando mi salud, pero seguiré empujando mi cuerpo contra la inercia que empieza a desmoronarme, para no dejar de llevarte tus medicinas y esos platillos que esperas cuando llego y tus ojos corren como un chiquillo a ver lo que papá te ha llevado, porque ahora soy tú padre y tengo el deber de complacer a mi niño de 106 años. Te amo viejo.
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