Por Arnoldo Fernández Verdecia.
Cada vez nos acercamos más a la delincuencia organizada de los países de la región. La burocracia de las localidades oculta este tipo de información, hasta que recibe orientación de cómo tratarlas.
Nos hizo muchísimo daño la descentralización de hoy para mañana de los poderes locales, un hecho que nos está pasando factura en todas las conquistas sociales, que alguna vez nos hicieron sentir dignos y seguros, sobre todo la "tranquilidad ciudadana."
Este país necesita dialogar con transparencia, necesita líderes locales salidos del pueblo, no gente designada que nada tiene que ver con la gente. Esos líderes tendrán la energía necesaria para arrastrar a los suyos y ganarle la batalla a la delincuencia.
Este país necesita una cura de civilidad y debe ser urgente, de lo contrario esa delincuencia organizada terminará convertida en grupos mafiosos que se disputarán los territorios como si fueran suyos.
Otra cosa, la corrupción profunda de los poderes locales los ha desconectado del pueblo y sus problemas. No tienen sensibilidad para obrar con la inmediatez que el problema del robo y la violencia están ocasionando en el pueblo cubano.
No me asombraría que en unos cuatro o cinco años, tal vez menos, o tal vez ya, Cuba sea ( o es) uno de los países más inseguros del mundo. Hacia ese puerto vamos, (o ya estamos) si no somos capaces de revertir el problema y escuchar la verdad del pueblo, pero sin informes preelaborados, sin consignas demagógicas, sin callar a los incómodos, sin censurar al que habla de corazón y cree en lo que dice.
Urge crear patrullas campesinas armadas para cuidar las propiedades, urge autorizarlas a hacer fuego cuando de malechores se trata.
Urge darle autoridad moral y libertad de acción al pueblo para enfrentar con energía a la delincuencia. Si no lo hacemos ahora, mañana será muy tarde.
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