Por Arnoldo Fernández Verdecia.
Hace 17 años tener un blog en Cuba era una herejía. Hace 17 años, tenerlo en un pueblo de provincias, una locura. Herejía y locura me acompañaron cuando un 25 de agosto de 2008 salí a navegar en mi blog Caracol de agua por el mundo.
Hace 17 años, un amigo cercano llamó a mi blog, "granada sin espoleta que podía explotar en mis manos." Mi amigo vivió la UMAP en Palma Soriano. Mi amigo vivió los efectos del primer Congreso de Educación y Cultura. Mi amigo vivió 1971 en carne y espíritu. Tal vez por todo eso mi amigo lo creyó una granada sin espoleta.
Y mi amigo tuvo razón, me explotó en las manos. Por sus publicaciones fui vigilado, censurado y castigado, al extremo de no dejarme otra opción que escapar del trabajo y volverme un insiliado en mi propio pueblo.
Y mi amigo tenía razón, por las publicaciones fui difamado de muchísimas cosas. Incluso mi casa fue atacada durante la madrugada del 20 de octubre de 2022 por unos encapuchados.
Pero a pesar de la explosión, siguió vivo. Nunca lo cerré como me exigieron algunos censores. Caracol de agua siguió navegando y me regaló muchos hijos, entre ellos cuatro libros que amo apasionadamente.
A pesar de la explosión, mi amor a Cuba y su gente quedó intacto. Hoy muchos de los que me acusaron en el tribunal de su conciencia, se acercan convencidos de su error. Ya no me importan.
Caracol de agua es mi viaje del pasado al presente, mi autobiografía ante el futuro. Cuando pase la oscuridad, estará ahí con toda su luz.
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