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Ladrones de agua en Contramaestre (turbinas). |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
Es casi normal que muchas
familias de mi pueblo, aquí en Contramaestre, Cuba, compren una turbina y
rompan la Red Central de Acueducto, para poder llevar agua a sus casas. No es
un país desértico, no; no estamos en la parte norte de África, no; pero el tema
agua para el consumo humano nos está golpeando sensiblemente, pues llega cada
doce o catorce días…
La mala calidad de las tuberías y motores determina que lugares altos casi nunca la reciban, por eso algunas familias acuden a los ladrones de agua (turbinas), para construirse alternativas ante el desafío de llenar sus tanques en medio de la sequía inmensa que vive el terruño.
Ladrones de agua pueden verse lo mismo en la madrugada, a media noche, o bajo un sol que raja piedras; saber que el anhelado líquido circula por las tuberías genera alarma y enseguida corre la noticia…
Un ladrón de agua cuesta unos 80 o 100 dólares; la mayoría de las familias no puede darse el lujo de comprarlos; ni hacer una sisterna para embalsar 18 o 20 tanques que sirvan para cubrir las necesidades básicas de los días que no llega a la pila.
A la Dirección de Acueducto no le queda más remedio que hacerse la sueca, porque no tiene forma de cubrir las necesidades de las familias; ante sus ojos, cada vez son más las personas que rompen la Red Central para conectar directamente los ladrones; no hay alternativa, o de lo contrario pueden pasar hasta un mes sin agua, o deben comprarla a precio de mercado negro a los tractores, dedicados a traficar en días enigmáticos de la semana. Bienvenidos entonces esos camaradas solidarios llamados LADRONES DE AGUA.
La mala calidad de las tuberías y motores determina que lugares altos casi nunca la reciban, por eso algunas familias acuden a los ladrones de agua (turbinas), para construirse alternativas ante el desafío de llenar sus tanques en medio de la sequía inmensa que vive el terruño.
Ladrones de agua pueden verse lo mismo en la madrugada, a media noche, o bajo un sol que raja piedras; saber que el anhelado líquido circula por las tuberías genera alarma y enseguida corre la noticia…
Un ladrón de agua cuesta unos 80 o 100 dólares; la mayoría de las familias no puede darse el lujo de comprarlos; ni hacer una sisterna para embalsar 18 o 20 tanques que sirvan para cubrir las necesidades básicas de los días que no llega a la pila.
A la Dirección de Acueducto no le queda más remedio que hacerse la sueca, porque no tiene forma de cubrir las necesidades de las familias; ante sus ojos, cada vez son más las personas que rompen la Red Central para conectar directamente los ladrones; no hay alternativa, o de lo contrario pueden pasar hasta un mes sin agua, o deben comprarla a precio de mercado negro a los tractores, dedicados a traficar en días enigmáticos de la semana. Bienvenidos entonces esos camaradas solidarios llamados LADRONES DE AGUA.