Por Eduard Encina.
El escenario en que participa el intelectual en la actualidad ha cambiado. En la Cuba de hoy la realidad nos
supera, trasciende la precariedad del yo individual y nos sitúa ante la
necesidad de construir cimientos para un ánimo coral, pero diverso, de
participación moral en medio del desfasaje humanístico y tecnológico que impide
un “nuevo nacimiento de la mente”.
Los espacios de participación social en los que se ve
involucrado el cubano no son los mismos, ni es la misma necesariamente la
mirada que construye el poder, que la mirada que construye la sociedad al no
verse representada con todos sus matices en los principales medios de
comunicación. La “sociedad real” se configura desde aspiraciones y
triunfalismos y no desde las contradicciones y la diferencia.
Es en este marco donde me complazco en leer estos post que
aparecen compilados en este libro y que fueron apareciendo en el blog “Caracol
de Agua” de Arnoldo Fernández entre agosto de 2009 y enero de 2016. En estos
textos se adopta una actitud de resistencia ante el vacío que ha ido sembrando
buena parte del periodismo cubano agotado en el discurso monotemático y el
cacareo oficial, más que en su responsabilidad ciudadana y con la nación,
sedimentando la idea perniciosa de la existencia de “intelectuales de oído”,
sin ninguna eticidad hacia la esfera pública, cuando más para establecer aquel
diálogo entre sordos que Arturo Arango ilumina en una de sus reincidencias.
¿Cuál es la actitud del intelectual ante esa realidad?, quizás la alternativa
que Fernández nos muestra en estas páginas.
Reconstruir lo cubano en sus espacios más íntimos, desde el
origen, una sensibilidad, y no desde una sensiblería; proponer una lectura de
la cotidianidad desde la experiencia y la participación, decidiendo conservar a
toda costa una axiología en los momentos más dramáticos, convulsos y confusos
de la historia nacional, parece la más clara intención del que escribe, que
reconforma y propone una lectura de esos contenidos con una amplitud de aristas
y matices, esa lectura que según Harold Bloom “nos prepara para el cambio”.
Es un error estar de espalda hoy a las nuevas tecnologías e Internet. Se
necesita cambiar las dinámicas de lectura y las dinámicas de la información. Es
imprescindible propiciar la producción de contenidos desde las nuevas
tecnologías, que se resisten cada vez más a las demarcaciones geográficas o la
unilateralidad de la noticia. Esta compilación de “Caracol de agua” se vuelve un canal de diálogo con la realidad
desde otra perspectiva, sin intención panfletaria o esnobista, sino desde el
compromiso del día a día. De solo leer textos donde el propio escritor derrumba
los límites que él mismo ha creado, al poseer los mismos una trascendencia de
lecturas que se disparan más allá de lo que expresan las palabras, en textos
como: “Hueso pellejo y gordo para el cubano de a pie”, “Apuntes de un cubano
honrado que piensa el socialismo como vivencia”, “Perfil estalinista de algunos
militantes del Partido Comunista en Cuba”, “Educar el espíritu en Cuba es lo difícil”, “Cuba debe mejorar su situación económica y ser más plural” o “Esos son los bueyes que tenemos”, donde introduce una metáfora
pecuaria para señalar algunas realidades de la Cuba profunda, o también “Odiarse o tomar el
camino del mar”. En todos nos propone reflexiones descarnadas, sinceras y
conflictivas a los lectores de Cuba y el mundo: “…La construcción de la utopía
ha implicado un largo desgaste espiritual. La imaginación comienza a fallar. El
paraíso anunciado por el Mesías rojo no llegó; ahora parece desentenderse de la
mayoría silenciosa. El odio toma posición ante el posible fracaso y extiende su
reino a aquellos que entregaron su juventud a la obra. Con la mayoría de edad,
muchos comprenden tardíamente que perdieron sus mejores años. La realidad los
ignora y una tierra idealizada se hace pedazos. Tienen ante sí el dilema de
morir por un sueño, o esfumarse por el mundo y empezar desde cero. Si ninguna
de las dos alternativas entra en su selección, no le queda más remedio que
odiarse a sí mismos u odiar a aquellos que tomaron el camino del mar” (1). O en aquellos post que van a los mitos del ser
nacional introduciendo preguntas como: “¿Qué alternativa de sociedad tiene ante
sí el régimen social cubano, luego de la órbita crítica del socialismo europeo
en el siglo XX? ¿Es ese socialismo de estado la posibilidad de reorientar el
navío en medio del naufragio económico? ¿Si es un viaje a lo ignoto, saben el
camino jefes y líderes para llegar a un destino concreto donde no se pierda la
justicia?”(2) O develando rarezas y visiones
campesinas: ¿Sirenas en Cuba?: “…Cuentan los abuelos que en las
aguas del Encanto, oriente de Cuba, viven sirenas que durante la
mañana o al atardecer salen a la orilla a peinar sus cabellos al sol, muchas
veces sorprendidas por la mirada de campesinos ingenuos que no han podido
permanecer en el sitio y huyen despavoridos”.(3)
Ir a lo más sencillo, a lo más humano para explicar la
realidad cubana de hoy, y hacerlo con belleza de lenguaje y contundencia
espiritual es uno de los valores que nos saltan en el paladar de solo ojear las
páginas de este libro. Definitivamente
esta obra nos sitúa ante una nueva posición del intelectual periodista, que no
pide la palabra, sino que la toma y la hecha a rodar por el mundo, porque son
las palabras lo único que le pertenece. Todo ha cambiado y hay que decidir qué
somos: ¿El pararrayos de los dioses que preconizó Darío? ¿El ideal mallarmeano
encargado de darle el sentido más puro a las palabras de la tribu? ¿La oscura
cabeza negadora piñeriana? ¿Seres marginales y conflictivos a lo Guillermo
Vidal? ¿Parias repartidos en dos islas: la isla flotante y la isla dispersa? ¿O
los seres mesiánicos martianos dados a la escritura como servicio?
Así se abre ante nosotros en año bisiesto esta compilación
de “Caracol de agua”, ojalá no solo encuentre lectores, sino promotores de su
lectura en todo el mundo.
Baire 2 4 de febrero
y 2016.