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miércoles, 10 de enero de 2018

Ser muy imaginativos y reinventar el periodismo que necesita Cuba



Fot. Juan Carlos Roque.

Así comencé mis palabras: 

HOY NO IBA A DECIR NADA EN LA ASAMBLEA X CONGRESO DE LA UPEC EN SANTIAGO DE CUBA, PERO PENSAMIENTOS INQUIETOS ME OBLIGARON A HACERLO: Muy preocupado por algo que se llama "herencia cultural", "mentalidad dogmática", "viejos esquemas"...

Todo eso en mis razonamientos compartidos públicamente. Habló un colega. Mucho ruido. Entonces trepé al caballo del pensamiento y hablé de generar un periodismo endógeno, nacido de las circunstancias locales; "territorializar el desarrollo del periodismo", desde un nuevo modelo descentralizado, más autonómico, capaz de generar un modelo de gestión económica sostenible, a partir del cobro de la publicidad, la creación de cooperativas no agropecuarias. Las utilidades generadas con eso, ponerlas en función del desarrollo del periodismo local en la esfera tecnológica, la  creación innovadora.

Basé mi intervención en una tetralogía clave: nuevas formas jurídicas, sociológicas, económicas e innovadoras. El periodismo que se hace en lo local necesita crearse modelos de gestión editorial y económica propia, capaces de funcionar sin ser excesivamente protegidos por el Estado de cara a los próximos años, si tenemos en cuenta que  cada vez más la red de emisoras de radio, canales de televisión y corresponsalías, es excesivamente cara sostenerla. Tenemos que crear las condiciones para cuando llegue ese momento, sobrevivir, poder nadar a contracorriente.

También fui claro cuando dije que tenemos la posibilidad ahora de crear nuevos perfiles profesionales, estructurarlos con sus funciones bien descritas; sus formas de pago, el acompañamiento jurídico que debe sostener eso.

Es un momento crucial del periodismo cubano donde  hace falta la mentalidad científica,  para luego dar paso a las formas de implementar resultados en término de políticas. Un error de interpretación(cuestiones hermenéuticas, filológicas), la herencia cultural simbólica, la mentalidad inmóvil; pueden ser factores  que aborten un momento donde la comunicación vertical abre camino a la horizontal y el desarrollo del periodismo cubano se plantea de abajo a arriba. Ojalá y el X Congreso de la Upec pueda profundizar ese cauce; dejarlo hacerse.

Mucha gente, todavía sin conciencia de lo que debe ser cambiado, se alarmó; pero la mayoría estuvo totalmente de acuerdo con la actualidad de mis ideas en los nuevos escenarios, si en verdad nuestro periodismo quiere adaptarse a los tiempos y sobrevivir  la  Revolución digital que con enorme fuerza nos inunda culturalmente. Necesitamos ser muy imaginativos; reinventar el periodismo que necesita Cuba, sin olvidar el cauce libertario y emancipador  que tenemos por raíz.

sábado, 2 de julio de 2016

Cuba con los mismos bueyes: Una actitud de resistencia ante el vacío, el cacareo y el discurso monotemático


“Ir a lo más sencillo, a lo más humano para explicar la realidad cubana de hoy y hacerlo con belleza de lenguaje y contundencia espiritual es uno de los valores que nos saltan en el paladar de solo ojear las páginas de  este libro…”  (Spanish Edition) (Spanish) Paperback – May 15, 2016, disponible en Amazon. (Clic en la imagen para comprar libro)
Por Eduard Encina.


El escenario en que participa el intelectual en la actualidad ha cambiado. En la Cuba de hoy la realidad nos supera, trasciende la precariedad del yo individual y nos sitúa ante la necesidad de construir cimientos para un ánimo coral, pero diverso, de participación moral en medio del desfasaje humanístico y tecnológico que impide un “nuevo nacimiento de la mente”.

Los espacios de participación social en los que se ve involucrado el cubano no son los mismos, ni es la misma necesariamente la mirada que construye el poder, que la mirada que construye la sociedad al no verse representada con todos sus matices en los principales medios de comunicación. La “sociedad real” se configura desde aspiraciones y triunfalismos y no desde las contradicciones y la diferencia.

Es en este marco donde me complazco en leer estos post que aparecen compilados en este libro y que fueron apareciendo en el blog “Caracol de Agua” de Arnoldo Fernández entre agosto de 2009 y enero de 2016. En estos textos se adopta una actitud de resistencia ante el vacío que ha ido sembrando buena parte del periodismo cubano agotado en el discurso monotemático y el cacareo oficial, más que en su responsabilidad ciudadana y con la nación, sedimentando la idea perniciosa de la existencia de “intelectuales de oído”, sin ninguna eticidad hacia la esfera pública, cuando más para establecer aquel diálogo entre sordos que Arturo Arango ilumina en una de sus reincidencias. ¿Cuál es la actitud del intelectual ante esa realidad?, quizás la alternativa que Fernández nos muestra en estas páginas.

Reconstruir lo cubano en sus espacios más íntimos, desde el origen, una sensibilidad, y no desde una sensiblería; proponer una lectura de la cotidianidad desde la experiencia y la participación, decidiendo conservar a toda costa una axiología en los momentos más dramáticos, convulsos y confusos de la historia nacional, parece la más clara intención del que escribe, que reconforma y propone una lectura de esos contenidos con una amplitud de aristas y matices, esa lectura que según Harold Bloom “nos prepara para el cambio”.

Es un error estar de espalda hoy a las nuevas tecnologías e Internet. Se necesita cambiar las dinámicas de lectura y las dinámicas de la información. Es imprescindible propiciar la producción de contenidos desde las nuevas tecnologías, que se resisten cada vez más a las demarcaciones geográficas o la unilateralidad de la noticia. Esta compilación de “Caracol de agua”  se vuelve un canal de diálogo con la realidad desde otra perspectiva, sin intención panfletaria o esnobista, sino desde el compromiso del día a día. De solo leer textos donde el propio escritor derrumba los límites que él mismo ha creado, al poseer los mismos una trascendencia de lecturas que se disparan más allá de lo que expresan las palabras, en textos como: “Hueso pellejo y gordo para el cubano de a pie”, “Apuntes de un cubano honrado que piensa el socialismo como vivencia”, “Perfil estalinista de algunos militantes del Partido Comunista en Cuba”,  “Educar el espíritu en Cuba es lo difícil”,Cuba debe mejorar su situación económica y ser más plural” o “Esos son los bueyes que tenemos”, donde introduce una metáfora pecuaria para señalar algunas realidades de la Cuba profunda, o también “Odiarse o tomar el camino del mar”. En todos nos propone reflexiones descarnadas, sinceras y conflictivas a los lectores de Cuba y el mundo: “…La construcción de la utopía ha implicado un largo desgaste espiritual. La imaginación comienza a fallar. El paraíso anunciado por el Mesías rojo no llegó; ahora parece desentenderse de la mayoría silenciosa. El odio toma posición ante el posible fracaso y extiende su reino a aquellos que entregaron su juventud a la obra. Con la mayoría de edad, muchos comprenden tardíamente que perdieron sus mejores años. La realidad los ignora y una tierra idealizada se hace pedazos. Tienen ante sí el dilema de morir por un sueño, o esfumarse por el mundo y empezar desde cero. Si ninguna de las dos alternativas entra en su selección, no le queda más remedio que odiarse a sí mismos u odiar a aquellos que tomaron el camino del mar” (1). O en aquellos post que van a los mitos del ser nacional introduciendo preguntas como: “¿Qué alternativa de sociedad tiene ante sí el régimen social cubano, luego de la órbita crítica del socialismo europeo en el siglo XX? ¿Es ese socialismo de estado la posibilidad de reorientar el navío en medio del naufragio económico? ¿Si es un viaje a lo ignoto, saben el camino jefes y líderes para llegar a un destino concreto donde no se pierda la justicia?”(2) O develando rarezas y visiones campesinas: ¿Sirenas en Cuba?: “…Cuentan los abuelos  que en las aguas  del Encanto, oriente de Cuba,  viven sirenas que durante la mañana o al atardecer salen a la orilla a peinar sus cabellos al sol, muchas veces sorprendidas por la mirada de campesinos ingenuos que no han podido permanecer en el sitio y huyen despavoridos”.(3)

Ir a lo más sencillo, a lo más humano para explicar la realidad cubana de hoy, y hacerlo con belleza de lenguaje y contundencia espiritual es uno de los valores que nos saltan en el paladar de solo ojear las páginas de  este libro. Definitivamente esta obra nos sitúa ante una nueva posición del intelectual periodista, que no pide la palabra, sino que la toma y la hecha a rodar por el mundo, porque son las palabras lo único que le pertenece. Todo ha cambiado y hay que decidir qué somos: ¿El pararrayos de los dioses que preconizó Darío? ¿El ideal mallarmeano encargado de darle el sentido más puro a las palabras de la tribu? ¿La oscura cabeza negadora piñeriana? ¿Seres marginales y conflictivos a lo Guillermo Vidal? ¿Parias repartidos en dos islas: la isla flotante y la isla dispersa? ¿O los seres mesiánicos martianos dados a la escritura como servicio?

Así se abre ante nosotros en año bisiesto esta compilación de “Caracol de agua”, ojalá no solo encuentre lectores, sino promotores de su lectura en todo el mundo.

Baire 2 4  de febrero  y 2016.
Notas

1. Ver en este libro “Odiarse o tomar el camino del mar”, p. 30

2. Ver  “Apuntes de un cubano honrado que piensa el socialismo como vivencia”, p. 148

3. Ver  “¿Sirenas en Cuba?”, p.  100.

viernes, 12 de junio de 2015

Cuba: "En los blogs y en las redes sociales es tu conciencia la único que puede decirte que publicas y que no"*



Luis Sexto, Premio Nacional de Periodismo José Martí.
Por Lilibet Enriquez Infante 

Luis Sexto, Premio Nacional de Periodismo José Martí, asegura que “la ética responde a una práctica fundamental e insoslayable: yo tengo que respetar a mi semejante. Existe ética porque existe el otro, como principio que regula la conducta en la relación entre los hombres, porque el hombre convive y comparte el espacio, la profesión, los gustos”.

Muchos creemos que la Web es una dilatada llanura donde se puede decir cualquier cosa, porque la libertad individual nadie la puede regular. Eso permite la impunidad para ofender o insultar a un colega usando un pseudónimo o sostener ideas contrarias a las tuyas por el mero hecho de engañar a los demás, comentó el también miembro de la Comisión Nacional de Ética.

Los que tenemos blogs, sabemos que esas son habitualmente las reglas. En lo personal, suprimí los comentarios de mi blog, porque puedo polemizar con ideas e invertir tiempo en una discusión que resulte productiva, pero no puedo responder insultos o tonterías que escribe alguien debajo de un texto ajeno y no ofrecen una opción legítima y atendible a las ideas que se plantean.

“Necesitamos que los criterios polemicen, la verdad solo se va a encontrar en la discusión de muchos, pero manteniendo el equilibrio que supone el respeto a las ideas del otro. La polémica no la gana el que más grita, sino el que más sabe usar la razón”, afirmó.

Y agregó que una polémica es una lucha de ideas y no una guerra de insultos. Nos falta superar el desequilibrio, pues no se es periodista para molestar. Por ejemplo, si hacemos una crítica todo es malo o bueno, no sabemos valores y desvalores. El comportamiento de un periodista no es el de un aficionado en el estadio latinoamericano, donde se aplaude y se insulta desde el anonimato…pero en el terreno tienen que haber otras reglas. Esa podría ser una imagen de la web.

La causa evidente de este debate, quizás no sea la definitiva, es la impunidad garantizada de la Web. Eso está facilitando que algunos den cauce a las bajas pasiones que nos acompañan y que muchas personas mantienen a raya porque aplican la ética en sus conductas. Yo no estoy exento de bajas pasiones, pero entiendo que algunas actuaciones no serían compatibles con mi formación, mis principios morales, incluso con mi profesión, que tiene ante las personas cierta sacralidad.

Pero el hecho de que el espacio de Internet haya ofrecido una alternativa, que se está convirtiendo en esencial, no es la culpable en parte ni en totalidad de la falta de ética de algunos. Incluso, aunque este regulado, ¿cómo lo puedes impedir materialmente? En los blogs y en las redes sociales es tu conciencia la único que puede decirte que publicas y que no. Hay que apelar al decoro humano, pero sobre todo al decoro profesional de quienes lo ejercen.

El uso de los instrumentos de la profesión debe estar regido por principios éticos, que nos obliguen a hacer un uso útil y constructivo de esos medios. Ese espacio está en nuestras manos como una especie de mandato social, que debemos agradecer usándolo éticamente, que es como decir honradamente.

Explicó que los últimos 25 años en el país han lastrado la conciencia social. “Nadie puede ser una flor en la miseria y si crece flor, posiblemente también le crezcan algunas espinas para defenderse. Todos los valores que la Revolución inculcó fueron decayendo con las insuficiencias materiales y la incertidumbre”.

Pero nuestra profesión no ha sido concebida para denigrar, sino para blanquear, para hacer justicia. Con todas las limitaciones del periodismo cubano, las más graves y difíciles de eliminar son las que nosotros mismos le imponemos con nuestra conducta, sentenció.

A la par de este debate, en algunos medios han surgido opiniones sobre el papel la Comisión Nacional de Ética, argumentando que debe ser más exigente y no solo aconsejar. Pero, explicó Luis Sexto, la Comisión es como un tribunal de arbitraje donde llegan los casos por una denuncia de una de las partes. Está facultada para juzgar cuando en un medio se cree que alguien ha violado el código de ética de los periodistas cubanos y hace la denuncia.

¿Qué participación está asumiendo para ayudar a un clima ético en el ejercicio de nuestra profesión?…Estas discusiones del documento fueron concebidas por la comisión como un modo de alertar. Es bueno que se discuta públicamente, pero hace falta que se medite: ser mejor profesional y persona depende uno, no solo de las circunstancias.

En el periodismo cubano tenemos un código de ética que nos dice cómo debemos actuar y por qué debemos actuar así. Pero es necesario que todos nos preguntemos: ¿para qué soy periodista? Para construir o para destruir, para formar o deformar. ¿Soy periodista solo para comer, para ganar fama? ¿Solo para aprovecharme de lo que yo puedo representar en la sociedad como profesional? De las respuestas quizás depende parte de la solución de lo que estamos afrontando hoy.

*Publicada originalmente en Cubaperiodistas con el título: "Tenemos el deber de respetar a nuestros semejantes"

lunes, 29 de diciembre de 2014

Para leer Bloguerías Cuba Adentro



Por Eduard Encina (Escritor y Promotor cultural)

El escenario en que participa el intelectual en la actualidad ha cambiado. En la Cuba de hoy la realidad nos supera, trasciende la precariedad del yo individual y nos sitúa ante la necesidad de construir cimientos para un ánimo coral, pero diverso, de participación moral en medio del desfasaje humanístico y tecnológico que impide un “nuevo nacimiento de la mente”.

Los espacios de participación social en los que se ve involucrado el cubano no son los mismos, ni es la misma necesariamente la mirada que construye el poder, que la mirada que construye la sociedad al no verse representada con todos sus matices en los principales medios de comunicación. La sociedad ”real” se configura desde aspiraciones y triunfalismos y no desde las contradicciones y la diferencia.

Es en este marco donde me complazco en leer la brevedad de estos post que aparecen compilados en Bloguerías Cuba Adentro, y que fueron apareciendo en el blog “Caracol de Agua” de Arnoldo Fernández. En estos textos se adopta una actitud de resistencia ante el vacío que ha ido sembrando buena parte del periodismo cubano agotado en el discurso monotemático y el cacareo oficial, más que en su responsabilidad ciudadana y con la nación, sedimentando la idea perniciosa de la existencia de “intelectuales de oído”, sin ninguna eticidad hacia la esfera pública, cuando más para establecer aquel diálogo entre sordos que Arturo Arango ilumina en una de sus reincidencias. ¿Cuál es la actitud del intelectual ante esa realidad?, quizás la alternativa que Fernández nos muestra desde estas páginas.

Reconstruir lo cubano en sus espacios más íntimos, desde el origen, una sensibilidad, y no desde un sensiblería; proponer una lectura de la cotidianidad desde la experiencia y la participación, decidiendo conservar a toda costa una axiología en los momentos más dramáticos, convulsos y confusos de la historia nacional, parece la más clara intención del que escribe, que reconforma y propone una lectura de esos contenidos con una amplitud de aristas y matices, esa lectura que según Harold Bloom “nos prepara para el cambio”.

Es un error estar de espalda hoy a las nuevas tecnologías e internet. Se necesita cambiar las dinámicas de lectura y las dinámicas de la información. Es imprescindible propiciar la producción de contenidos desde las nuevas tecnologías, que se resisten cada vez más a las demarcaciones geográficas o la unilateralidad de la noticia. Bloguerías Cuba Adentro se vuelve un canal de diálogo con la realidad desde otra perspectiva, sin intención panfletaria o esnobista, sino desde el compromiso del día a día. De solo leer textos donde el propio escritor derrumba los límites que él mismo ha creado, al poseer los mismos una trascendencia de lecturas que se disparan más allá de lo que expresan las palabras, en textos como Esos son los bueyes que tenemos donde introduce una metáfora pecuaria para señalar algunas realidades de la Cuba profunda, o también “Odiarse o tomar el camino del mar” con reflexiones descarnadas, sinceras y conflictivas:

“…La construcción de la utopía ha implicado un largo desgaste espiritual. La imaginación comienza a fallar. El paraíso anunciado por el Mesías rojo no llegó; ahora parece desentenderse de la mayoría silenciosa. El odio toma posición ante el posible fracaso y extiende su reino a aquellos que entregaron su juventud a la obra. Con la mayoría de edad, muchos comprenden tardíamente que perdieron sus mejores años. La realidad los ignora y una tierra idealizada se hace pedazos. Tienen ante sí el dilema de morir por un sueño, o esfumarse por el mundo y empezar desde cero. Si ninguna de las dos alternativas entra en su selección, no le queda más remedio que odiarse a sí mismos u odiar a aquellos que tomaron el camino del mar”.

O en aquellos que van los mitos de la sexualidad, del ser nacional introduciendo preguntas como ¿Cuál es el manager que más se parece a los cubanos? o develando rarezas y visiones campesinas: ¿Sirenas en Cuba? 

“…Cuentan los abuelos  que en las aguas  del Encanto, oriente de Cuba,  viven sirenas que durante la mañana o al atardecer salen a la orilla a peinar sus cabellos al sol, muchas veces sorprendidas por la mirada de campesinos ingenuos que no han podido permanecer en el sitio y huyen despavoridos”.
Ir a lo más sencillo, a lo más humano para explicar la realidad cubana de hoy, y hacerlo con belleza de lenguaje y contundencia espiritual es uno de los valores nos saltan en el paladar de solo ojear las páginas de Bloguerías Cuba Adentro. Definitivamente esta obra nos sitúa ante una nueva posición del intelectual periodista, que no pide la palabra, sino que la toma y la hecha a rodar por el mundo, porque son las palabras lo único que le pertenece. Todo ha cambiado y hay que decidir qué somos ¿El pararrayos de los dioses que preconizó Darío? ¿El ideal mallarmeano encargado de darle el sentido más puro a las palabras de la tribu? ¿La oscura cabeza negadora piñeriana? ¿Seres marginales y conflictivos a lo Guillermo Vidal? ¿Parias repartidos en dos islas: la isla flotante y la isla dispersa? ¿O los seres mesiánicos martianos dados a la escritura como servicio?

Así se abre ante nosotros en plena navidad esta primera entrega de Caracol, ojalá no solo encuentre lectores, sino promotores de su lectura en el ciberespacio.

Eduard Encina, Baire 25-29 de diciembre y 2014.

martes, 30 de septiembre de 2014

El periodismo tiene empoderar al pueblo cubano en las actuales circunstancias




Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu 

Los intelectuales cubanos en foros recientes han cuestionado el papel de la prensa, unos la ven  desfasada, otros  sin perspectivas de posicionarse en la hora actual y comunicar un proyecto de país a tono con los cambios que se vienen dando. Lo cierto es que el periodismo tiene varios reclamos que debe solucionar, si quiere estar a tono con los tiempos que vive la nación.

Lo primero es parecerse a lo que realmente ocurre en la sociedad y no dejar agujeros donde otros puedan alimentar tergiversaciones que muchas veces lesionan la imagen de la Revolución. Se trata de construir mediaciones entre los actores sociales y las instituciones públicas en función de transformar un país.

Por lo anteriormente dicho es que  algunos intelectuales como Julio César Guanche señalan limitaciones de necesaria solución. Dice Guanche que: “(…) El poder popular no funciona; no se ejercen los derechos de los colectivos de trabajadores en el conocimiento y en la influencia sobre las decisiones empresariales; es decir, hay un conjunto de factores que tienen que ver no solo con la actualización del modelo y que […] tendrán que entrar en el debate y en el horizonte de reflexiones”. El propio Guanche es categórico cuando afirma: “Es necesario continuar esos debates, más allá de una discusión acotada sobre medios, que permitan ampliar intensivamente los contenidos del «pacto social», mediante un ejercicio genuinamente democrático”.

En la socialización de la información entra al juego, como gran protagonista, el periodismo. Si no juega su papel, el pueblo no puede participar calificadamente de los debates y hacer propuestas concretas, más allá de la superficialidad de añadir, suprimir o modificar partes de un documento, en  una especie de filologismo retórico que no empodera a la gente en el pacto social, todo parece que viene predeterminado desde arriba y las personas se acostumbraron a que otros pensaran y decidieran por ellos.

El periodismo tiene que darle ojos a los seres humanos para que puedan caminar esos trillos hacia la institucionalidad. No puede llegarse a ella, sin haber formado antes una cultura crítica que interactué con los poderes de igual a igual y todo no se quede en la definición de términos y corregir gramaticalmente una frase; es necesario que la sociedad pueda conocerse, escucharse y sentirse, en aras de funcionar como organismo social vivo, para lo cual no basta que “cada quien sepa únicamente lo dicho en la reunión en que participó, sino que conozca lo aportado por el resto de los cubanos a lo largo y ancho de la isla”; y quién puede ayudar a eso: el PERIODISMO, si se hace con dignidad, más allá de triunfalismos, datos fríos y lugares comunes.

viernes, 19 de septiembre de 2014

El talón de Aquiles del periodismo cubano




Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu 
 
Nuestro pueblo necesita conocer cómo se ha construido el periodismo cubano en la Revolución para juzgarlo con conocimiento de causa, y no hacerlo a partir de referentes mediáticos del capitalismo contemporáneo. Una teoría del periodismo en el socialismo, primeros años, luego del triunfo,  sólo disponía de la experiencia soviética; con ella tuvimos que contar necesariamente y desde ella caminar al futuro. 

Es cierto  que la prensa de la Unión Soviética nos legó  formatos de información donde predominaba el esquematismo y la chatura en la producción comunicativa y cultural. Es cierto también, que nuestra condición de plaza sitiada, por una potencia imperial, condicionó unas maneras de hacer enmarcadas en el secretismo, el triunfalismo y una retórica panfletaria. 

Pero todas esas barreras deben quedar atrás, pues en las actuales circunstancias,  el periodismo cubano,   no solo debe  satisfacer las necesidades del pueblo, -las más visibles e inmediatas-, sino también,  estimular el nacimiento de  otras necesidades y actitudes, -subrayo actitudes-,  que empoderen a la gente en el actual proceso de actualización del proyecto de país. 

La realidad pide a gritos espacios de transparencia que permitan a la gente estar mejor informados y participar calificadamente en cualquier debate, sea cual sea. No puede seguirse el modelo de pensar arriba los procesos y crear formas de consultas ajenas a los intereses reales de las personas. No puede ser que otros piensen por los de abajo y los flujos comunicativos no ayuden a explicar esos procesos. 

Son tiempos en que la prensa debe ayudar al empoderamiento de los actores sociales, no desde retóricas difusas y poco convincentes, sino desde denuncias inteligentes, basadas en investigaciones de fondo, no en orientaciones de organismos superiores, -muchas veces al margen de los contextos donde se generan los hechos noticiosos-. Fortalecer la institucionalidad es la principal aspiración en la actual coyuntura.  

El periodismo cubano debe facilitar, con sus mediaciones, que la sociedad pueda conocerse, escucharse y sentirse como un  organismo social vivo. Negarle ese papel es una herejía que tarde o temprano será nuestro talón de Aquiles.


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