sábado, 29 de agosto de 2009

De cómo la “Guillermomanía” invadió a Contramaestre

Llamo “Guillermomanía” a la predilección por la obra y el modo de ser de Vidal Ortiz, al extremo de construirse una imagen que mitificó su manera de vestir, hablar, gesticular.

Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

En una de las conversaciones habituales sobre literatura, uno de los amigos que más lee por estos parajes, consideró a Alberto Garrido paradigma de escritor en el oriente cubano. Al leer “Matarile”, “La saga del perseguido” y “Las manzanas del paraíso”, del tunero Guillermo Vidal Ortiz, cambió de criterio.

A propósito de sus revelaciones le mostré mi colección de su obra . Para mi amigo había comenzado la “Guillermomanía” que nos había invadido en los 90 y hoy es abrasadora. En este artículo presentaré brevemente los elementos que dan lugar a ese fenómeno y algunas características de la obra de Guillermo Vidal que la hacen un referente imprescindible para los que escriben en el mapa literario cubano, sobre todo en el oriente.

Llamo “Guillermomanía” a la predilección por la obra y el modo de ser de Vidal Ortiz, al extremo de construirse una imagen que mitificó su manera de vestir, hablar, gesticular. Unos señalaron su melena y barba a lo Moisés de Michelangelo, con pulóver negro, jeans y sandalias, sus espejuelos a lo John Lennon, el escritor irreverente, de sabrosa picardía e inteligencia avispada. Se acudió a esta representación de Guillermo, por los atributos que la hacían diferente ante una sociedad algo homogénea en su escenificación pública. Se estrenó con ello, un modo de escribir y ser a lo Vidal Ortiz.

También su poética devino referente imprescindible, pues desarrolló una perspectiva centrada en la vida cotidiana; la voz rural alcanzó un tono peculiar en la misma, que lo diferenció de otros escritores de su generación. “Me alegraba como carajo viajar sobre un camión mientras veía las casas de campo y los animales por todas partes y los guajiros arando la tierra a lo lejos” , dice el protagonista de “Los cuervos”.

En el citado texto, narra su experiencia sexual con inocencia: “Había mierda de animales por todas partes, pero nos acomodamos en una esquina. Yo estaba muerto de miedo porque en realidad nunca lo había hecho con ninguna, sólo las había visto en fotos y eso. En cuanto llegamos al rincón ella se había puesto como loca y me la cogía por encima del pantalón y me la sacó y se la pasó por allí mientras me besaba por todas partes”.

Las historias narradas por Guillermo tienen una universalidad original. “Ahí está el pozo y aunque tiene brocal no dejan que uno se acerque porque el diablo empuja y nosotros velamos que no haya nadie y nos asomamos y nos vemos las caras y gritamos eh y sentimos el eco y hay un olor húmedo y terrible allá abajo, yo no sé como Manolón se baja todos los años a limpiarlo. Tremenda fiesta se arma el día de la limpia. Nos bañamos ahí mismo quieran o no. Nos ponemos como si tuviéramos ganas de ayudar y al poco rato estamos empapados”.

Nuestro club de “Guillermomaníacos” de Contramaestre se fundó en el año 1994, fecha en que se publicó “Matarile”, la novela más célebre de Vidal Ortiz. Tuve el honor de ser uno de los precursores y contaminar a incontables amigos. Éstos fueron multiplicando su obra entre mucha gente, al extremo de devenir obsesión para los lectores jóvenes que se reunían allí.

A propósito de “Matarile”, algunas ideas al momento de su publicación, motivaron agudas reflexiones y encandilaron nuestra adhesión al autor: “Soñé que era profesor en una escuela al campo y me morí del susto” . “Nunca te hagas profesor porque eso es peor que morirse” . El texto tiene la ingenuidad de narrar el primer día de clases de un educador recién graduado con todos sus matices y la vida en el sistema de becas cubano, algo que molestó a muchos de los guardianes de la ideología. Fue muy criticado por dos de las estaciones radiofónicas de la isla: Progreso y Rebelde.

Su lectura deparó algunas sorpresas, no sólo ironizaba la imagen del pedagogo desde la ficción, sino también cómo se experimentaron en provincias diferentes sucesos del acontecer nacional: el servicio militar, las becas para La Habana, la Zafra de los Diez Millones, la vida interna de los Institutos Superiores Pedagógicos, la cárcel, el ejercicio de la docencia en las escuelas en el campo, temas familiares como la sexualidad, la migración y la lucha por la subsistencia. Todas condimentadas con una picaresca captada en los ambientes rurales donde se desenvuelven los protagonistas, especialmente Toño. Otro de los personajes logrados es Marcos Puñeta, la encarnación de la prepotencia, o el de Rincón, persona estricta en el cumplimiento de los deberes castrenses.

Al leer el conjunto de la obra de Vidal Ortiz, se comprende que “Matarile” es una novela de experimentación, en el uso del lenguaje y la técnica narrativa. Es considerada un poema escrito como una larga novela, o viceversa, lo cierto es que los críticos no logran ponerse de acuerdo para su clasificación. Las temáticas que propone y desarrolla son recurrentes en toda su poética. Los cambios y rupturas estructurales se producen en la forma de ser, del habla y de la lengua del cubano rural.

En aquellos tiempos, finales de los 90 y principios del 2000, teníamos un taller literario. Éramos felices con la idea de creernos escritorazos como “el Guille”. La suerte llegó con la invitación a una Feria del libro en Santiago de Cuba. En la tarde, “nuestra deidad” presentaría una de sus últimas novelas: “Ella es tan sucia como sus ojos”, a cargo de Aida Bahr.

Empecé un monólogo sobre “el Guille”, una especie de delirio que rayaba en lo cursi. El escritor Eduard Encina dijo: "¿Por qué no le dices todas esas cosas? Casi me morí de espanto, por eso no me di cuenta de su desaparición, al rato regresa. Ahí lo tienes".

De un tirón le platiqué lo que había leído, mi predilección por “Matarile”. “¿En verdad lo entendiste? Es un texto difícil.” Casi se lo conté. Su rostro estalló en una risa quijotesca. “¿Como joven, te sirve de algo?” Atiné a responderle: Maestro, en sus páginas encontré una forma inteligente de “criticar” a la gente puñetera que lo vuelve a uno loco. Me abrazó y en forma ceremonial exclamó: “¡Es increíble que en Contramaestre me lea tanta gente, gracias a este muchacho!”.

Al escuchar sus palabras pensé en las digresiones de uno de los personajes de “Los cuervos” sobre el proceso escritural: “…el oficio corrompe, vulnera, trabajar como un burro durante horas no es tan agradable como algunos fingen…”


Para los que vivimos un insilio de soledades y laberintos en el oriente de Cuba, Guillermo Vidal es uno de los escritores que mejor refleja nuestro mundo, nuestro dolor; sus palabras son lo único que nos queda, lo único que no emigra, lo único que permanece. El Guille no está en el Paraíso ni en el Infierno, está en cada uno de los que hicimos de su imagen una “Guillermomanía”. Siempre recuerdo los argumentos que justificaron su permanencia en las Tunas para agarrarme al terruño y poder escribir:

“Me va bien porque vivir lejos del mundanal ruido, permite que no me jodan. (…) Los viajes me deprimen un poco, pero a veces asisto a ferias en otros países, no a tantas, y me siento como un bicho raro y apenas hablo con la gente y sueño con volver a casa para no estar en salones y protocolos que me apocan, que me hacen decirme qué hago aquí, por qué no me quedé en casita, sin tanto barullo. Es que soy muy tímido. Aún así, imparto conferencias y doy entrevistas y salgo por la tele y nadie se da cuenta de que me cuesta mucho trabajo. Prefiero las conversaciones privadas, la gente sencilla, y detesto las frivolidades que llegan a asquearme”.

Artículo tomado de la revista literaria y cultural SIC, No. 43, julio-agosto-septiembre, 2009, pp. 13-15

6 comentarios:

  1. Mary Luz: oyeme Arnoldo vi lo que tienen de la guillermomania muy bueno los felicito y se que el flaco esta agradesido un abrazo cubano 100%

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  2. Te confieso amigo que sin saberlo también son unguillermomaniaco. Estudié con la sobrina de El Guille, como le decimos aca en Las Tunas, y ella me regaló Matarile. Ese fue, digamos, el libro que me hizo salir de mis lecturas de adlescente y darme cuenta de que había otra manera de contar historias. Una vez fui a una conferencia de Guillermo y habló de todo lo que tuvo que leer para llegar a su estilo, yo me di cuenta de que a partir de su estilo yo llegué a esos otros escritores universales nortemaeircanos, rusos, latinoamericanos, franceses y españoles, que lamentablemente, aún no se mencionan en las clases de literatura. Gracias por el artículo y no te preocupes que mantengo mi promesa de hacerte llegar Las hijas de sade, solo que hay que esperar por una reedición.

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  3. Hoy descubrí tu blog y me parece muy bueno, y sobre todo este espacio para guillermo a quien conocí y me pareció una maravillosa persona, y me refiero a lo que los ojos no pueden ver,

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  4. Ernesto Pérez Chang: Magnífico artículo, Guille Vidal era una bella persona y gran escritor. Lo extrañamos.

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  5. Ernesto Pérez Chang: Realmente la guillermomania no invadio solo Contramaestre, Guille era seguido por todos, escuchado con gran atencion sin buscar ese tipo de proyecciones. Era genuino y la gente tiene un sexto sentido para eso. Unos lo odiaron y otros lo quisimos. El era bueno y termino imponiendose.

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  6. Muy buen articulo, me encanto y me motivaste a querer conocer su obra, sobre todo Matarile . Un abrazo

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