lunes, 31 de agosto de 2009

Más allá del cultismo

 
El cierre es apresurado y más bien parece una mirada fotográfica a la reorganización de la izquierda desde la intelectualidad progresista continental y universal.

Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

“Siglo XX: intelectuales militantes”, de Eliades Acosta Matos, es curioso dentro de la producción literaria de los últimos años en Cuba.  Muchos pensarán en la implicación del autor con la Revolución de 1959, por las funciones que ha ejercido, como intelectual orgánico, en diferentes momentos de su vida, hecho que pudiera limitar su alcance, pero, en la mayoría de sus páginas,  va más allá del cultismo inútil.

Primeramente, destacar los valores históricos presentes en el análisis, pues se adentra en elementos que llevaron al mundo a dos guerras  devastadoras (1914-1918) (1939-1945) y la posición, en esos procesos, de la intelectualidad mundial, principalmente los escritores, tanto de izquierda como de derecha.

Destaca, sobre todo en el período entreguerras (1919-1938), como figuras de la talla de Hitler y Musolini, se rodearon física y espiritualmente de  pensadores que legitimaron sus proyectos sociales, entre los que se encuentran: Oswald Spengler, Carl Schmitt, Martin Heidegger y Ernest Junger, entre muchos otros.

Presenta la respuesta de intelectuales de honor a teorías que fundamentaron el “espacio vital”, y la sed de revanchismo de Alemania e Italia en el escenario imperialista de esos años. Sobresalen, en este sentido, escritores como Paul Valéry, Baudelaire, Rimbaud, Verlaine y Mallarmé. 

La ocasión sirve, a Acosta Matos, para valorar la posición de los escritores del mundo con la Revolución de Octubre, momento lúcido, pues se apoya en referencias a protagonistas del hecho, para mostrar cómo se percibía el fenómeno dentro de la Rusia Soviética y fuera de ella. Los grandes debates que se originaron en torno al proceso que se construía allí, las desviaciones ocurridas, la justeza que lo caracterizó, en fin, el tejido de interpretaciones que generó el socialismo como opción, y la necesidad de tomar partido por el país de los soviets  en medio de las contradicciones imperialistas que conducían a una nueva guerra.

El texto señala los malabares de la potencias imperialistas en circunstancias críticas, “el peligro comunista que se cernía sobre el orbe”, en particular Europa,  y cómo Francia e Inglaterra se hacen cómplices del monstruo, incubado por Hitler, en Alemania, con la esperanza de lanzarlo contra la Unión Soviética, juego que sale caro,  pues al final se volvió contra ellas y le causó dolorosas heridas.

Desfilan por las páginas de “Siglo XX: intelectuales militantes”, personajes inmensos de la política como Chamberlain, Wilson, Churchil, Petain, Lenin, Stalin; las posiciones claves que desempeñaron en el destino de la humanidad, unos con visiones imperiales, otros con enfoques alternativos, que no dejaron de ser  en la realidad imperiales tampoco.

Vísperas de la Segunda Guerra Mundial, varios intelectuales del planeta decidieron reunirse en 1935 y 1936, intentando ponerse de acuerdo por encima de credos religiosos, posiciones políticas y otras diferencias, para enfrentar desde el arte y la literatura, el proceso de ascenso del fascismo. Las naciones donde se produjeron los encuentros fueron Francia e Inglaterra respectivamente. Acosta Matos analiza con profundidad, y un significativo número de referencias, los debates y acuerdos de ambas citas. Por las páginas de esta obra desfilan intervenciones de Andre Gide, Henri Barbuse, Breton, Malraux, Roiman Rollang, Sinclair Lewis, Thomas Mann, B. Brecht, I. Ehrenburg, entre muchos otros.

Reflexiona sobre el acercamiento al marxismo que se produjo en esos años, en algunos casos como moda intelectual, y en otros, como partido consciente. Algunas conclusiones son medulares:

“Lástima que la torpeza y cortedad política de Stalin frustrasen el prometedor proceso iniciado en París. Faltó cultura y visión estratégica  para comprender que la unidad entre las vanguardias artísticas y políticas  del momento, que en 1935 se avizoraba  a las puertas, hubiese podido cambiar la marcha de la historia”. (2)

La ocasión sirve para presentarnos las apatías que caracterizaron a gran parte de la intelectualidad del momento, encerrada en una torre de marfil, al  preferir apostar a la obra por la obra, y considerar que el intelectual no debe implicarse  en asuntos políticos, ignorando que son líderes de opinión que pueden guiar, en momentos de oscuridad, hacia la racionalidad  y  la justicia.

Acosta aprovecha para desnudar el sistema totalitario nazi vinculado a la cultura, hecho que maneja de forma inteligente, por las lecturas entre líneas que sugiere. Lo hace a través de documentos de la autoría de los propios nazis, relacionados con la función de la prensa, el tipo de arte y literatura que necesita el pueblo, el papel del intelectual en la sociedad, cuáles son los libros buenos y los malos, el escritor como apologista del sistema, entre otros elementos interesantes para el lector contemporáneo.

La posición de la intelectualidad con la república española es otro de los tópicos desarrollados en el texto,  sobre todo el Segundo Congreso Internacional de escritores en defensa de la cultura, acontecimiento bien documentado, que muestra los fundamentos de autores de Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Cuba, y la propia España, en relación con el ascenso del fascismo, incluso algunos de los delegados regresaron del Frente de combate para participar en las secciones del evento. Nunca antes se debatió con tanta fuerza el problema del compromiso del escritor, el tipo de literatura que hacía falta y cómo utilizar las ideas para ayudar al proceso republicano español.

El Macartismo en los Estados Unidos, década de 1960, la aparición en las filas intelectuales de un movimiento neoconservador, retrógrado en sus proyecciones y accionar, matizaron este período, bautizado a partir de entonces como Guerra Fría,  y tendrá como características fundamentales el enfrentamiento antagónico entre dos sistemas: el socialista y el capitalista. Los intelectuales durante todo ese tiempo, que llega hasta los inicios de la década de 1990,  se agruparon en diversos bandos, según sus filiaciones políticas e intereses.  Algunos sucesos matizaron los debates intelectuales, de ese período, como el triunfo de la Revolución Cubana y la guerra de Viet Nam. En cada uno de ellos, la intelectualidad mundial de izquierda tomó partido a favor de aquellos procesos históricos. En ese contexto brillaron figuras como Lisandro Otero, Pablo Armando Fernández y Fernández Retamar.

El libro culmina con un capítulo singular, por su valor documental, aunque poco literario en su creación: “Resurrección  de Prometeo”,  en abierta alusión al proceso revolucionario que libra Venezuela y su líder Hugo Chávez, así como el encuentro de intelectuales desarrollado en Caracas, devenido continuación de los acontecimientos precedentes en los que participó la intelectualidad progresista del siglo XX.  Poco literario afirmo,  por la alta dosis de documentos, citas, y  una limitada introducción analítica a las mismas. El cierre es apresurado y más bien parece una mirada fotográfica a la reorganización de la izquierda desde la intelectualidad progresista continental y universal.

“Siglo XX: intelectuales militantes” permite comprender el inmenso papel de los intelectuales en las luchas de la humanidad por un mundo de paz y justicia, más allá del panfleto y el cultismo yermo, aunque al final la energía impregnada a su contenido desfallece, y termina sin hacer gala de eso que se llama imaginación para hacer  más literario un libro.  

Notas
1. Publicado originalmente en  el portal  Página Digital, http://www.paginadigital.com.ar/ARTICULOS/2009/2009prim/literatura9/cuba-02092009.asp?example=http://www.paginadigital.com.ar/cursos.asp , Argentina,
Agosto 16, 2010
2. ACOSTA MATOS, ELIADES (2007). Siglo XX: intelectuales militantes, Editora Abril, La Habana, p. 138.

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