Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
Los primeros habitantes de Cuba, los aborígenes, consideraron al Dios Huracán como el de los remolinos, de los vientos y de las tempestades, lo representaron con un símbolo de carácter giratorio, una espiral.
Los huracanes fueron personificados por ellos como entes sobrenaturales, dioses, demonios o brujos malignos, en su evocación, predomina la variante masculina.
Si miramos a los sabios de la nación cubana, José Martí y Fernando Ortiz, su valoración de los huracanes se asocia a los elementos positivos, que desde el punto de vista cultural y ecológico dejan los mismos. Señala José Martí: “No hay que temer sino que bendecir los huracanes porque después de ellos queda la tierra renovada y pura”.(1) En otras páginas, lo llama fenómeno que fecunda y purifica.(2)
Fernando Ortiz considera que “…cuando han pasado los huracanes…, cuando vienen a acariciarnos los primeros fríos del Norte, se cuela entre nosotros, una ráfaga de cultura”.(3)
En ambos casos la evocación es masculina, el huracán tiene la capacidad de preñar la tierra, dotarla de componentes que la limpian y la condicionan para los cultivos. A la vez, los huracanes nos preparan para la llegada del invierno y con éste las tertulias, los cafés literarios, el teatro, la navidad y la despedida del año.
En torno a los huracanes, dice la cultura popular que los campesinos cubanos saben cuando se aproxima uno, pues las gallinas se intranquilizan mucho, salen de sus gallineros y escondrijos y se encaraman en los árboles, y sobre todo hacen un rodeo, desplegando en rueda las plumas de su cola.(4) Si nos damos cuenta, la premonición también es evocada por el hombre, en este caso identificado como campesino.
Para los cubanos Gustav simboliza el Diablo, como narra uno de los testigos de su paso por la Isla de la Juventud, algo sobrenatural que dejó expectantes a todos. El Diablo es evocado también desde el punto de vista masculino.
Si nos atenemos a lo que dice la alta cultura representada en nuestros sabios y la cultura popular, en torno a los huracanes, en todo lo malo que les pasa a los humanos, siempre está la mano invisible del ser masculino, Gustav no me dejará mentir.
Notas
1 José Martí. Pensamientos. En el Avisador Cubano, Nueva York, 26 de diciembre de 1888, Tomo 28, página 547.
2 José Martí. Versos libres, 1878, Tomo 16, página 190.
3 Fernando Ortiz. La ráfaga, en Entre Cubanos, página 35.
4 Fernando Ortiz. El Huracán, su mitología y sus símbolos, Fondo de Cultura Económica, México 1986, Cap. III, pgs. 107-128.
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