Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
«¿Qué puede hacer con su original una persona que escriba El Quijote en un municipio?». Sobre esta pregunta de Fidel Castro es bueno llamar la atención, pues en la práctica, muchos de los que escogimos el camino de Don Miguel de Cervantes, tenemos limitadas probabilidades de publicar en las editoriales nacionales. La Riso trazó un destino, a veces cierto, otras desacertado, pero marcó un antes y un después en el mapa literario nacional.
Es cierto que en torno a su concepción se desencadenaron pasiones, unos apostaron por publicar “cosas”, que a los ojos de otros no tenían valor; incluso hasta se propusieron clasificaciones para diferenciar a los escritores de la Riso y a los publicados en las editoriales nacionales, estos últimos, según algunos teóricos del asunto, los de verdad, los otros pertenecen al reino de los improvisados (1). Incluso se les identifica con el término de “escritores emergentes”(2).
Sin embargo, un autor de nuestros predios señaló certeramente: “No sería muy arriesgado afirmar que las ediciones territoriales han venido a cambiar el mapa editorial del país.”(3) Y en verdad lo han cambiado, pues cada lugar tiene la posibilidad de producir su literatura, la que tiene relación con su entorno, su gente, sus sueños; el alcance de la misma puede ser local, nacional y hasta universal; todo depende del talento y la creatividad que intervengan en su elaboración.
Es una alegría enorme apreciar el primer libro de un autor del “monte”, como dicen algunas miradas metropolitanas, ante todo porque: “Es la visión desde la provincia de cuestiones que atañen a todo el país y un autor novel revela su mérito y pone a prueba su capacidad de transmitir al público”.(4)
A los que publican en la Riso se les identifica, positivamente, con la denominación escritor novel al socializar sus textos en la vida literaria; pero lamentablemente predomina también la forma despectiva en el uso del término al referirse a los mismos: novel es alguien improvisado, una persona que no ha vencido en los concursos y rituales literarios del país, ni ha lidiado con escritores pertenecientes a la alta literatura. En fin, no tiene personalidad para pertenecer al gremio de los “autores reconocidos”.
Una de las construcciones negativas del asunto, en detrimento del Sistema de Ediciones Territoriales, es la referida al principio de que existen, en todos los municipios, libros publicables en una dimensión muy superior a la real, proceso que generó una masividad igualitarista, sin los balances críticos necesarios para orientar el camino conquistado. De ahí el famoso eslogan de que en “Cuba florecen los malos escritores como la hierba”.
Si bien es cierto que cada editorial tiene el mandato expreso de engrosar con sus libros los fondos de las bibliotecas municipales de su provincia, en la práctica no sucede así, y es lógico suponer que en diez años de vida editorial no se disponga de la memoria gráfica de lo publicado, un hecho que conspira negativamente contra los nobles propósitos de la Riso, pues el lector muchas veces ni se entera de la existencia de textos sobre la historia y el patrimonio de su pueblo. ¿Por qué ha funcionado así? ¿Qué ha sucedido?
Otra realidad en contra de la Riso es la limitada publicación de críticas y reseñas en sitios digitales, prensa plana, televisión y radio, y su posible relación con los diferentes grupos sociales de la población.
Sin embargo, contra todas las adversidades argumentadas hasta aquí, la Riso permite a los “escritores emergentes” la posibilidad de existir, de ver impresa la obra, aunque sea en blanco y negro, y no tenga una factura editorial al estilo de las nacionales. Es cierto que el diseño muchas veces no atrae al lector, y obliga a un activismo individual, familiar y solidario para que la gente lo lea.
Ser un “escritor emergente” o del “monte”, como prefieran tipificarlo, implica ante todo la posibilidad para conquistar nuevos espacios en la literatura y atraer la mirada de los “consagrados”. Ser “emergente”, si hay talento y ganas de superarse, es una puerta abierta al infinito, de eso no me cabe la menor duda, porque Ediciones Santiago ha demostrado la posibilidad de escribir una obra digna desde los márgenes. La variable geográfica no es una condición para ser un buen escritor, ni para medir la calidad de los libros publicados.
Ediciones Santiago ha favorecido la relación escritor emergente-publicación-promoción-venta, mediante la participación de los “autores noveles” en las Ferias Internacionales del Libro, un proceso que permite a sus textos llegar a las provincias y no quedar atrapados en el laberinto local, aunque a ciencia cierta, la circulación de los mismos es mínima por su cantidad y no configura una presencia real en todo el país.
A lo anterior se añade la falta de textos críticos sobre las obras publicadas; los “escritores emergentes” piden a gritos no quedarse en la complacencia, la bohemia; por eso es necesario plantearse espacios de polémica, capaces de dinamitar sentidos nuevos. Es vital entonces promover una crítica honesta que jerarquice sobre los movimientos literarios gestados en la provincia.
Una entidad necesaria en la selección y aprobación de proyectos de libros es el Consejo Editorial Municipal, que la mayoría de las veces no trasciende lo anecdótico y se regodea en la complacencia o el paternalismo; si funciona bien, como ha sucedido en algunos lugares como Contramaestre, los resultados son favorables, pues se logra estabilidad y calidad en las publicaciones.
En Contramaestre, por sólo citar un ejemplo, la tirada de libros supera los 22; la mayoría de los géneros han sido publicados: ensayo, poesía, narrativa, literatura infantil, teatro y literatura científica. Doce de los títulos pertenecen a autores del grupo literario Café Bonaparte, respiradero creativo surgido a orillas de la Carretera Central en el poblado de Baire, capaz de alimentar la aspiración a conquistar un rostro propio en el escenario nacional y no dejarse atrapar en lo provinciano; un proceso sociológico que demuestra la posibilidad de escribir más allá de la ciudad y hacerlo bien. La poesía ha sido el género privilegiado, suman trece las obras publicadas, un hecho que evidencia su buena salud y deseos permanentes de experimentación. Las obras de pensamiento han tenido un limitado protagonismo, hasta el momento se han publicado dos, por lo que debe trabajarse en la identificación y promoción de autores y textos con estas características para próximos años. Los restantes libros fueron escritos por miembros de la Unión de Historiadores de Cuba; e incursionan en temáticas como la lucha campesina en Venta de Casanovas, y la penetración imperialista y el fin de la neocolonia en el territorio. Otras zonas históricas reclaman un acercamiento monográfico profundo, dada la virginidad de las mismas en el escenario local y nacional.
Por lo dicho hasta aquí debe reconocerse, independientemente de pasiones encontradas o desviaciones ocurridas en el trabajo de Ediciones Santiago, el hecho de que cada escritor emergente con un libro de valor, pueda publicar en una editorial creada para ellos. Por esas razones compartimos el criterio de Teresa Melo al decir: “Como toda obra joven, apenas niña, la Riso seguirá provocando deseos de perfección en los que creemos en su utilidad y en su virtud”(5). «¿Qué puede hacer (entonces) con su original una persona que escriba El Quijote en un municipio?». Sobre todas las cosas, mirar a Ediciones Santiago como una puerta para conquistar lo imposible.
Notas:
1. Ricardo Riverón señala en el artículo: La Riso, diez años después (Parte I), www.cubaliteraria.com , señala: “En los días que corren, sobre todo en muchos espacios del interior del país, esa escala jerárquica ha sido violentada con más frecuencia de lo deseado al conferir las instituciones el virtual título de escritor a quien es apenas autor de uno o dos cuadernos en la Riso, a la par que le conceden un trato igualitarista (y a veces privilegiado) frente a personas con currículos enriquecidos a lo largo de décadas de quehacer y validación en los espacios ampliamente competitivos de la vida literaria pre-risográfica. A estos últimos, para disponer de una tipología cómoda, es a quienes llamo escritores. Y a los estrenados (o atrincherados) en la Riso, de momento les llamaré autores, aunque las denominaciones pudieran parecer festinadas y no antónimas, y disten mucho de ser definitivas”.
2. Ricardo Riverón: La Riso, diez años después (Parte I), en www.cubaliteraria.com , consultado el 28 de julio de 2010.
3. Reinaldo García Blanco. Una puerta de papel llamada Risograph, en http://www.lajiribilla.cu/2005/n223_08/223_18.html , consultado el 28 de julio de 2010.
4.Olga Portuondo. La Historia y la Riso, en http://www.lajiribilla.cu/2005/n223_08/223_11.html , consultado el 28 de julio de 2010.
5..En el aniversario X de la Riso opinan algunos de sus protagonistas, en www.juventudrebelde.cu/suplementos/el-tintero/2010-02-19/en-el-aniversario-x-de-la-riso-opinan-algunos-de-sus-protagonistas-/+La+puerta+de+papel,+riso+en+Cuba&cd=2&hl=es&ct=clnk&gl=cu, consultado el 31 de julio de 2010
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