“¿Y por qué lo dejó usted lanzarse (a Martí)? pudiera observárseme". |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
Sobre la muerte de José Martí en Dos Ríos, lugar de encuentro del Cauto y el
Contramaestre, Máximo Gómez narraría a Tomás Estrada Palma, años después: “¿Y
por qué lo dejó usted lanzarse (a Martí)? pudiera observárseme. A alguna
distancia del enemigo le ordené se retirara, él desdeñó mi orden y mientras yo
ordenaba la carga no era posible que yo mirase a Martí. Cuando me pude apercibir
de su caída, lo más que podía hacer lo hice, lanzarme solo a ver si recogía su
cadáver. No me fue posible, y puedo asegurar a usted que jamás me he visto en
tanto peligro.” 1
En una misiva de ese mismo
mes, remitida a Benjamín Guerra, Gómez dio otros detalles: “Aquel día oímos los
fuegos a distancia de más de media legua de nuestro campamento, y cuando yo
acudo, con la gente que tenía, a salirle al encuentro, Martí marcha a mi lado.
“Hágase ud. atrás, Martí, no es ahora éste su puesto, le ordené yo, lo oyeron
varios. Él detiene, es verdad, un tanto su caballo, pero yo con toda mi
atención en el enemigo, no miré más a Martí, en la brusca acometida que se le
dio aquel día al enemigo” 2
De las declaraciones de Máximo Gómez, y de la falta de un parte oficial, nace la confusión. Lo que anota en su Diario, y luego repite en cartas, es distinto de lo que dijo en aquellos días a George E. Bryson, el corresponsal del New York Herald: una vez contó que Martí quiso seguirlo cuando el cargaba contra el enemigo; otra que ya estaba camino a Jaragua, donde embarcaría hacia Jamaica. La ropa, el dinero y los otros objetos con que lo recogieron los españoles, más bien denuncian el viaje, pero el desamparo en que se vio, la falta de escolta, mejor se explica si pensaba quedarse en el campamento de Vuelta Grande y que de allá se lanzó, imprudente, sobre el enemigo. Muchos años después, ya muerto el Generalísimo, Ximenez de Sandoval lo culpaba por el desastre cubano.
De las declaraciones de Máximo Gómez, y de la falta de un parte oficial, nace la confusión. Lo que anota en su Diario, y luego repite en cartas, es distinto de lo que dijo en aquellos días a George E. Bryson, el corresponsal del New York Herald: una vez contó que Martí quiso seguirlo cuando el cargaba contra el enemigo; otra que ya estaba camino a Jaragua, donde embarcaría hacia Jamaica. La ropa, el dinero y los otros objetos con que lo recogieron los españoles, más bien denuncian el viaje, pero el desamparo en que se vio, la falta de escolta, mejor se explica si pensaba quedarse en el campamento de Vuelta Grande y que de allá se lanzó, imprudente, sobre el enemigo. Muchos años después, ya muerto el Generalísimo, Ximenez de Sandoval lo culpaba por el desastre cubano.
Notas:
1 De Gómez a Estrada Palma,
22 de agosto. Archivo Nacional de Cuba, fondo Delegación cubana en Estados
Unidos. Caja 116, documento 15631.
2 De Gómez a Guerra. 29 de
agosto de 1895, La Revolución del 95. Según la correspondencia. T. 1. Pág. 71.
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