Publicado originalmente con el título: El trabajo con las fuentes periodísticas…. El dato o la vida
Por Lilibeth Alfonso Martínez (Blog La esquina de Lilith)
Las fuentes, ay las fuentes. Las hay de todas formas, redondas, cuadradas, con varias caras, como casas de espejos, como fábricas de globos…, pero están ahí, necesarias y buscadas por todos los periodistas nacidos y por nacer. El dato, o la vida.
Todas tienen en común la necesidad urgente de quedar bien parados ante la prensa, así como nosotros -los periodistas- la nuestra de no dejar pasar gatos por liebres y, en todo caso, cogerlos en el intento.
Es una relación de amor-odio que funciona a las mil maravillas casi siempre con indulgencias de parte y parte, con cariñitos no demasiado glotones por aquí y por allá.
El asunto es que las necesitamos. El caso es que muchas veces nos rehúyen. Es el contrapunteo de nuestro oficio, vivamos en Cuba, en China o en Kuala Lumpur.
No sirve lamentarse. Entrenarnos sí.
Con la fuente hay que trabajar con astucia. Uno es periodista y tiene el derecho…, pero si una cosa tiene que funcionar en el trato con la fuente es la empatía. Ese que te atiende no es, en ningún caso, un enemigo.
Oígame, porque en casi 10 años de periodismo he logrado maravillas con mi sonrisa y mis buenas maneras. Y no los llevo suave, pero me guardo de malas formas, incluso de envalentonarme con sus desplantes.
Lo contrario, andar por ahí como hormigas bravas, lo único que hace es cerrar puertas. Y de esos carae’tranca conozco a unos cuantos.
Otro asunto, es la confianza. Una fuente que ve a un periodista equivocar una información que le proporcionó -para bien o para mal, en este caso no importa- difícilmente te abre nuevamente la puerta de buen talante.
Algunas fuentes, incluso, están traumadas y quieren ver las notas que tomas, o te exigen mandar el trabajo por correo, para pasarle la vista por si… porque antes les pasó y hubo explotes y huevos fritos de todos los colores.
Así que otro mandamiento para una buena relación con nuestras fuentes es caerles como bichos, revisar una y otra vez, y tratar por todos los medios de no equivocarnos.
Por otro lado, hay que saber preguntar. Con excepción de algunas muy generosas y parlanchinas, por lo general una fuente no te responde nada que no le preguntes. Verdad de perogrullo, no? Pero cuántas veces he visto a colegas irse con la de palo porque, sencillamente, no sabían.
Y para saber, hay que estudiar o por lo menos preguntarlo todo. No hacerse el sabihondo ni pretender que conoces de todo, es fundamental. Es mejor parecer estúpido que equivocarte y serlo.
También, hay que ser éticos. Y cuidadosos. Se agradecen las cortesías, pero por mucho trabajo que se pase y por muchas necesidades que se tengan no se vale hacer concesiones porque entonces pierdes todo el respeto.
Y respeto, en general. Llegar temprano a las entrevistas aunque siempre seas el que espera, andar limpio y con todo listo para tomar notas, usted, permiso. Ustedes saben…
Y no tirar la toalla. En la vida, los no nunca son definitivos. O casi nunca. Insistir, enamorar, hacer de todo. De todo, por el dato bendito que necesitamos para hacer periodismo, así sea un información.
Y si no te funciona. A la fuente siguiente, mi gente, que los datos no son de una sola persona…Va y con la segunda tienes más suerte. Ahh, y no te olvides que en nuestra profesión, a la tercera todavía no va la vencida.
Tomado de http://eskinalilith.wordpress.com/2013/05/28/el-dato-o-la-vida-el-trabajo-con-las-fuentes-periodisticas/
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