El timón de un barco se alza erguido en la plaza del Ferrocarril, recuerda a todos que el 5 de febrero de 1913 surgimos como asentamiento poblacional. |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
Diariamente recorro el pueblo donde vivo, intento captar situaciones, personajes, lugares, sin los que no se puede imaginar nuestra identidad. Hoy mi ciudad, Contramaestre, llega a 101 años y quiero invitarlos a recorrerla guiado por el ojo de Caracol de agua.
El Café cantante es sitio de poetas y trovadores, allí puede encontrarse al bardo Eduard Encina, atento a lo último que acontece en el mundo de la cultura o tallereando a jóvenes aprendices, soñadores de libros futuros. En la misma mesa surge el Puro, con el afán filosófico y la poesía hermética que florece en sus pensamientos. Lezama carga un pequeño ordenador que sirve a nuestras urgencias cotidianas.
Un poco más allá, el Caracol detiene sus ojos en el Palo de las auras, sitio de viajeros, mercadeos invisibles, tertulias informales de deportes, o sencillamente un lugar para enamorar o descansar, luego de una intensa jornada de trabajo.
Los pasos me llevan hasta el edificio Rodríguez, emblemática obra de nuestra arquitectura local, estar en él, es sentirse en el corazón de Contramaestre.
A Otrebla lo encuentro siempre cargado de pinceles y bebidas espirituosas, haciendo rótulos para ganarse la vida. Me llama ángel, por amar al prójimo y expresar una nobleza no disimulada en el trato que les profeso a personas como él.
Al cruzar la Carretera central, aprecio el ajetreo que bulle en el mercado agropecuario, pregones, precios que suben y bajan, algunos estáticos y envejecidos, los vendedores tras los mostradores, a veces con buen trato, otras casi brutales.
La Terminal con sus camiones para llevarnos al país parecen un río enorme desde el amanecer y hasta bien entrada la noche. Salvan los viajes a Santiago de Cuba, a Bayamo, incluso a La Habana. Locos famosos, para los lugareños, como Juan, llaman a viajar a Bayamo, o Fuinga que una y otra vez pregona una salida para cualquier lugar de la isla.
El recorrido lleva al Caracol hasta el sitio donde nace el pueblo. El timón de un barco se alza erguido en la plaza del Ferrocarril, recuerda a todos que el 5 de febrero de 1913 surgimos como asentamiento poblacional. El ferrocarril trajo la civilización pudiera decirse, aunque se tienen noticias de emigrantes canarios que nos dieron el San Juan, las procesiones de la Virgen de la Caridad; o los hermanos Garcés, que vinieron desde Bijagüal y crearon las instituciones económicas que harían de Contramaestre una ciudad de futuro.
Mis pasos terminan en sendos puentes que se miran con singular cariño: el de la Carretera central y el del ferrocarril. ¿Cuántas vivencias asociadas a ambos? ¿Qué majestuosidad se aprecia en el horizonte? ¿Qué bien las chimeneas del central América? ¿Cuántas montañas florecen a lo lejos?
Contramaestre llega hoy a 101 años de creado y el Caracol los ha llevado de la mano a sus lugares emblemáticos. Espero haberlos complacido, aunque pueden mencionar los que se quedaron y tienen un valor afectivo inolvidable para usted. ¡FELICIDADES A TODOS LOS CONTRAMAESTRENSES POR EL MUNDO!
Faltan muchas cositas de aquellos tiempos: el " tumbadero" de Oliveros; la panadería de Primo;la tienda y lavandería de los chinos, en la C/ Rabí; la barberia de Artalejos; los doctores Petronio y Puig; el padre García; el contables Fernández y alguno más que ha presumido de escritor etc-etc.
ResponderEliminarJulio Cesar Rosales: Que nostalgia ese edificio, edificio frente al que paso desde mi niñez, edificio de la juventud de nuestros padres y de tantos contramaestrenses
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