Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
El humor cubano pudiera estar en crisis, si lo comparamos con la década de los 80 del pasado siglo XX, sin embargo, me niego a aceptar ese comodín epocal, para justificar lo que está sucediendo actualmente con los artistas dedicados a este arte, tan mayor como la literatura o el cine. ¿Qué las necesidades materiales de los humoristas estén por encima de la calidad de sus propuestas tiene alguna justificación moral?
Enfocado así, pudieran tener razón los que se dedican al humor cubano, cuando dicen que es un trabajo que requiere talento, búsqueda y sobre todas las cosas, comunicación de masas, para determinar si los objetivos se cumplen o no cada vez que están ante el público.
Al que le interesa un público que tiene dinero, enfocado sólo en consumir, sin importarle si la propuesta tiene rigor o no, no le gusta que los críticos se ponga a pedirle peras al olmo. Este tipo de artista se quedó en lo que legó el Período Especial, según Eduardo del Llano, llamado onda de cabaret: “del italiano que está con la jinetera”…y de ahí no pueden pasar, porque sus elaboraciones no están definidas sobre base conceptual alguna.
Volviendo a Del Llano, es muy importante precisar que el humor cubano avanzó con el público en los 80 “—si es que se avanzó y no es un espejismo mío, que también puede ser—“, pero en los momentos actuales se ha perdido. “El espectador normalmente en determinados teatros o en determinadas áreas como el Teatro América, el Fausto, está pidiendo sangre. Allí se puede gritar perfectamente: “¡tarrú!”. Cualquier cosa según el que esté parado allá arriba. En otros lugares quizá no tanto, en el Mella hay más respeto”.
Cierro mis consideraciones sobre el humor cubano con un criterio, muy puntual de Eduardo del Llano, cuando señala: “Muchos de los mecanismos humorísticos consisten en hiperbolizar, exagerar las situaciones como en casi toda la dramaturgia (…) en un chiste, buscas el efecto humorístico que puedes exagerar. Ahora, eso tiene matices, por ejemplo, muchas veces veo que en cosas no necesariamente humorísticas, pero sí críticas de Cuba, sobre todo de gente que está afuera, se vuelve tan falso que ya no funciona. Siempre digo, ya hay bastantes cosas criticables aquí para encima, inventar las que no son, por lo menos las que no nos constan que sean. Dentro de eso no tienes tampoco que ser un cronista fiel, verídico, de tu realidad, tú escoges, exageras, hiperbolizas. Esos son mecanismos universales del humor”.
Tal vez Cuquita la mora, sea de los humoristas que se quedaron definitivamente atrapados en el legado del Período Especial y no tengan ojos para darse cuenta; por eso comprendo sus palabras, en la réplica que hiciera a mi crítica La estafa de Cuquita, cuando dijo: MI HUMOR ME HA LLEVADO A DISFRUTAR DEL CARIÑO, RESPETO Y ADMIRACIÓN DE TODOS LOS CUBANOS. Lo sucedido aquí en Contramaestre, parece negarle esa afirmación, porque al final no hubo aplausos y la gente salió desilusionada del teatro.
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