Son tiempos de tener el pensamiento humanista despierto, dispuesto a la crítica |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cutlstgo.cult.cu
He seguido con interés la polémica desatada por el artículo “Gramsci y las «cosas de intelectuales», de Mayra García Cardentey, publicado el 9 de agosto de 2014 en Juventud Rebelde. Que un artículo así suscitara réplicas fundamentadas en la comunidad intelectual cubana dice mucho. Que un medio como el diario de los jóvenes cubanos lo publicara, también dice mucho. ¿Qué se mueve detrás de esta supuesta ingenuidad?
Tal vez hacía falta, en un momento así, un artículo puntilloso, donde las funciones del intelectual en Cuba se reactualizaran al calor de un debate intenso. El mismo permitió conocer algo que creíamos superado. El anti-intelectualismo reinante en una gran parte de nuestro pueblo. Algunos comentarios corroboran nuestro planteamiento: “De esos pseudo-intelectuales hay por miles en este país. No son más que intelectuales de sobaco”. (Roly Hernández) “Tiene usted razón, estamos rodeados de muchos filósofos, de culturosos, y da la impresión que ellos nacieron con la estrella de gerentes, o directores, de líderes, que le tienen fobia a la producción de cosas que han cambiado la sociedad”. (Luis Rojas)
Creo que Cardentey, sin saberlo, ha destapado una caja de Pandora, donde se guardan contradicciones no superadas, momentos de oscuridad, subterráneos invisibles que siempre estuvieron ahí y nos hicimos la ilusión de haberlos dejado atrás. Lo cierto es que estamos en presencia de una construcción enaltecedora de lo tecnológico, en detrimento de las humanidades, una jerga pasada de moda, pero que empodera al otro diferente al humanista y pasa por alto sus saberes.
En una sociedad cubana futura, los letrados no tienen lugar, parece ser el mensaje compartido por la autora y una cifra considerable de lectores que se hicieron eco y felicitaron el estilo y alcance de su escrito. Cerrar un artículo con un jaque mate como este levanta muchas sospechas: “Mi primo, que no tiene verborrea enjundiosa, que no sabe de arte clásico, rococó, o renacentista, que no tiene hipersensibilidad estética ni estudió filosofía, también puede expresar «cosas de intelectuales» como esas”. En la Cuba nueva, en proceso de actualización, sugiere a los lectores cotidianos, que no hacen falta los tipos de verborrea enjundiosa, los sensibles a lo bello, y mucho menos, los pensadores; en otras palabras, “cosas de intelectuales”; quiere decir, en la vida futura, la palabra y su alcance se reduce a “cosas” de un grupito de gente ocupadas en problemas del intelecto, nada beneficiosas en el proyecto de nación hacia el cual vamos.
Cardentey peca de ligera, al ignorar que, siguiendo a Gramsci, desde una recepción, bien cubana “...podríamos conceptuar al intelectual como a un forjador consciente de la conciencia social en cualquiera de su manifestaciones: ética, estética, filosófica, política, etc. Y siguiendo también al pensador italiano, es posible establecer como las principales categorías intelectuales de abajo a arriba, a clérigos, políticos, profesionales (médicos, abogados, técnicos, científicos, artistas, escritores, filósofos)”. “…en el más alto grado se colocarán los creadores de las ciencias, de la filosofía, del arte, etc, en el nivel más bajo, los más humildes administradores y divulgadores de la riqueza intelectual ya existente, tradicional, acumulada. En este punto se impone la distinción entre el intelectual “orgánico”, expresión de cada clase social, y el tradicional, depositario trasmisor de la herencia cultural”.
Apreciado el asunto, desde los presupuestos del autor de Cuadernos de la cárcel, obliga, sobre todas las cosas, a tener claro que en una sociedad digna, donde hombres y mujeres participan en igualdad de posibilidades en su construcción, no caben los etiquetajes que anulan la “herencia cultural” compartida. Son tiempos de tener el pensamiento humanista despierto; empoderar una cultura tecnológica alternativa, donde lo económico prevalece vulgarmente, nos hace sentir el mismo miedo de Padura, quizás el mismo de Virgilio Piñera: "Que haya personas en Cuba que piensen así me da mucho miedo”.
Rogelio:tuve viendo y da pena Arnoldo que a esta altura estemos nosotros discutiendo un tema tan viejo, lo ýunico actual es el reclamo a wque eso no sea la punta de un iceberg que nos devuelva a aquello que llamamos Quinquenio Gris
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