Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
Día por día reitero un
ritual: con los primeros claros alimento a mis aves de corral; por el mediodía
hago lo mismo y en la tarde, también. Gracias
a mi vocación, no me faltan huevos, carne y un raro entretenimiento que lleva
tiempo, dinero y atenciones.
Mi salario al mes no llega a
los 20 dólares, unos 16, con todos los decuentos que tengo encima, y me tienen "asfixiado", pues al cobrar siempre lo debo casi completo y a inventar se ha dicho, como
decimos en buen cubano. Las aves están ahí, para recordarme mi dedicación a
ellas.
Las observo en su
crecimiento y cuando llega la hora de comerlas, me duele tener que darles ese
destino; son raras compañeras de viaje, pues construyen una afectividad
conmigo, tan humana, que es díficil comerlas y no sentir un nudo en la garganta
al digerirlas.
Pero soy cubano y llevar esa
identidad requiere invención, resistencia y sobre todas las cosas, capacidad para hacer de lo cotidiano un filme realista,
donde ser protagonista y espectador se integran en una misma condición, en esa
lucha por alcanzar el hombre que alimenta a sus animales y los considera
amigos, a pesar de esa antropofagia instalada en su reino.
Mireya Leyva: Brillante idea ,ese es el cubano de verdad ,te felicito desde muy lejos pero cerca de mis hermanos y mi tierra
ResponderEliminarMarina Vives: Ave Y gallinitas tambien amigo !!!! es magnifica tu idea ,si la gente lo hiciera ,el mundo viviria mejor ..por una familia emprendedora ,abrazo fuerte y SUERTE AMIGO !!!!
ResponderEliminarMarian Fernandez Borges: q lindosss.
ResponderEliminarJulio Rosales Muy reconfortante asomarse al patio y ver las aves que logramos hacer crecer con nuestro propio esfuerzo, hasta tienen mejor sabor que las que compramos, pues son las "nuestras", solo que como dice mi mama, "para explotar una mina hay que tener otra" y hasta para esas gallinitas criollas necesitas desembolsar tu dinero.
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