Camino
a casa, luego de un taller de educación popular sobre “Identidad y nacionalidad
en la Cuba de
hoy”, me encontré por azar del destino con un sacerdote católico mexicano; alguien previamente le habló de mí, así que
ya tenía noticias de la devoción hacia José Martí que animaba mis actos
públicos y privados.
Hablamos
corto. Yo traía razones poderosas del Taller. Eslóganes estériles han
secuestrado el conocimiento y la mayoría de los adolescentes y jóvenes los
repiten una y otra vez; cuando les pides esencias no pueden ilustrarlas, porque
sencillamente no saben; y lo peor, nadie les ha enseñado cómo llegar a ellas.
El
sacerdote habló de Félix Varela y Morales, su sabia en la construcción del
pensar propio, nacido de las necesidades de los cubanos; yo riposté con el
Obispo de Espada, figura tutelar que hizo posible hombres como el creador del “Habanero”.
Por esos caminos andamos. Disfrutamos la búsqueda del razonamiento lúcido para
entender el mundo y poder trasformarlo con sentido de justicia.
Vinieron
las demostraciones. Llamó a unos muchachos de la parroquia cercana, conversó
animadamente con ellos. Me presentó. Entonces
ocurrió la evidencia. “Verá usted amigo. ¿Quién es el autor intelectual del
asalto al Cuartel Moncada?” Todos a coro respondieron: “José Martí”. El
sacerdote interrogó nuevamente: “¿Por qué?” A coro dijeron: “no estuvo físicamente, pero
sus ideas motivaron a Fidel Castro y a los moncadistas a hacerlas realidad.” “Ahora
viene el momento clave”, dijo: “¿Cuáles ideas?” Callejón sin salida, frases
hechas, consignas de ocasión, pero ninguno a ciencia cierta sabía nada sobre el
pensamiento de José Martí que había inspirado a aquellos jóvenes el 26 de julio
de 1953.
Nos
miramos detenidamente, yo traía esas certezas del Taller de la mañana; él las
tenía de sus feligreses. ¿Qué hacer entonces para retomar el camino de la
lucidez y poner a cubanos y cubanas a la altura de su tiempo en términos de
cultura e historia? Con esas interrogantes pactamos un segundo intercambio. Yo
ofrezco el camino de la Sociedad Cultural
José Martí, los clubes que dan vida a la
misma; él, una Comisión de Historia, Cultura e Identidad, para traer de regreso
a Félix Varela y Morales; darle una contemporaneidad necesaria. Con toda
honestidad, no lo veo mal, Varela y Martí de la mano, pueden ayudar a edificar
el hombre necesario en la Cuba
actual; pero hace falta tirar a tierra muchas manquedades limitadoras para
hacer el recorrido posible.
Julio César Rosales: Acabo de leerlo Arnoldo, mis hijitos tienen 6 y 11 años y yo amo tanto los libros, que creo que son el único objeto digno de ser coleccionado. Y comienzo por decirte esto porque a mi ver, la falta de una cultura en los idearios de los próceres, al menos elemental, como la tienen algunos, es la manera "encumbrada", aburrida, pocas veces entusiasta y siempre impuesta en que a los jóvenes se les han lo de ellos. Yo estoy muy lejos de conocer profundamente sobre algo, pero alegra mi espíritu el que me sienta atraído las veinticuatro horas del día por cualquier obra humana o natural. Así lo mismo paso una hora entera escuchando a un poeta brasilero hablar, que me maravillo con la elaboración de artesanías o me sorprendo leyendo sobre el cine negro norteamericano o simplemente le pregunto cosas a un viejito. Quisiera que al menos mis hijos lleguen a tener esa curiosidad por todo lo que pueda ser interesante, no por las cosas rebuscadas y teóricas, mas si por lo útil, creo que ese es el modo de llegar a los libros, donde esta todo eso que nuestros jóvenes precisan saber, no para que sean pedantes y presumidos de saber de memoria estrofas y fechas, pero si para que sepan valorar la envergadura actual, en la sociedad e incluso en sus vidas personales, de las ideas de esos, fríamente llamados "personajes históricos". Eso es lo que quisiera que sucediera con mis hijos y con los jóvenes de Cuba.
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