Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Cualquier parecido con la realidad es pura ficción.
Donde vivo alguien se muerde el alma con rabia. Cual ave de carroña, vuela sobre animales extraños que no comparten su falso reino. Anuncia el murciélago; pero el aura tiñosa es su mejor retrato.
Noche
tras noche elabora pastillas cocinadas en el silencio de su hiel, prueba sus
efectos en los infelices; luego acude a oficinas secretas, se entrevista con
discípulos de José Fouché, habla de ellas; sus milagros para descubrir al
enemigo camuflado.
Prepara
el desquite. Quiere ver la soga en el cuello de la víctima. Espera aplaudir a
mano tendida la muerte del que llama en su impotencia “tan falso como el
Quijote de Shakespeare o Cervantes”. Su rabia reconoce la superioridad del
otro.
Mientras
eso llega; corre aquí, allá; se siente ungido por el verbo de Satanás. Sus
cercanos lo llaman mensajero de trampas inquisitorias.
Ha
elevado el rango de hombres humildes, al extremo de hacerlos visibles en
grandes convenciones. Ellos agradecen; están en deuda.
En
su trono el “elegido” canta victoria; espera el momento de escupir lodo sobre el
Hombre luz, ese que muchos veneran en su pedestal ilustrado.
El
aura vuela rasante, se lanza en picada, pero una montaña de estiércol ciega sus
ojillos amarillos y donde creyó ver un buey manso, hay un toro hermoso asido a
la estrella que ilumina y mata.
¡¡¡QUÉ RETRATO DE LO QUE HE SUFRIDO DESDE 1968!!!
ResponderEliminarPor e-maill te envío unas pruebas documentales de lo que denuncias tan perfectamente.