lunes, 2 de enero de 2017

La muerte del último guerrero en Cuba



En aquel coliseo era un Rey guerrero que iba una y otra vez y ganaba sus peleas.

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

Dicen fue un Rey guerrero en Cuba. De buena tinta confirmaron sus batallas muchas voces del mundo de las bateas. De pollo, por el plumaje, se adivinaba el futuro prometedor que tenía. Lo alimentaron con exclusividad: maíz, plátano macho con huevo hervido, picadillo de res y hasta hígado de ovejo.

Se le dio el entrenamiento necesario; tenía el corrido ideal, los topes vitales para acostumbrarlo al mundo de las bateas, sabía luchar por la victoria hasta la muerte si era preciso. En pocas palabras: estaba en forma.

El mundo real fue la mayor prueba; ganó más de quince combates. Cuánta plata llevó al bolsillo de su dueño.  Cuánta alegría. Imagino el vocerío, los sombreros batidos, los apostadores casi poseídos por la locura de la pelea. En aquel coliseo era un Rey guerrero que iba una y otra vez y ganaba sus peleas.
Así terminó la historia de un Rey guerrero que ganó casi todas sus batallas
Pero todo rey tiene un final y este llegó en las espuelas de un Cenizo, de esos  raros entre 100;  su fortaleza era tremenda. Comenzó el combate. Batían alas, se embestían. Pasaron 20 minutos y ambos seguían en pie, tintos en sangre. El Cenizo se veía más fresco. Aumentaron las apuestas. Algunos masajeaban sus manos, casi adivinaban el fin;  pero el dueño creía en la fama del Rey guerrero, estaba seguro de la victoria y redobló la apuesta.

El combate siguió por media hora más. Frenesí tras las batea. Vocerío enorme. Rey sin ojos. Cenizo lo había tocado en la luz. Corría el pobrecillo, embestía  por intuición. El juez declaró ganador al Cenizo; pero el Rey no toleraba la humillación y arremetió fuera ya de las reglas; entonces una espuela brilló en el aire y se hundió en la profundidad; hemorragia a la vista de todos.

No hubo canto fúnebre. Ni flores. Ni corillos. Nada de cenizas, ni entierro simbólico. Nadie recordaba al guerrero. Los ideólogos del mundo de las bateas no se interesaron en inmortalizar sus victorias en estatuas y cintillos de la prensa.  Ya no era un espectáculo.

Su dueño, molesto por el dinero perdido, lo tiró a una calle para que los perros callejeros lo comieran. Así terminó la historia de un Rey guerrero que ganó casi todas sus batallas, pero no pudo vencer a la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MUY IMPORTANTE: No se publicarán comentarios anónimos en este blog, es necesario consignar siempre la identidad de la persona. No se admiten ofensas, insultos, propagandas de ningún tipo. Cada persona tiene la libertad de expresar lo que piensa, pero con respeto al otro diferente. d



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Aviso a los lectores de Caracol de agua

Este blog admite juicios diferentes, discrepancias, pero no insultos y ofensas personales, ni comentarios anónimos. Revise su comentario antes de ponerlo, comparta su identidad y debatiremos eternamente sobre lo que usted desee. Los comentarios son propiedad de quien los envió. No somos responsables éticos por su contenido.