viernes, 6 de enero de 2017

El héroe troyano de mi pueblo no se llamaba Héctor



El héroe de mi Troya cercana. Fot. archivo familiar.

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

Amado Rosales Rosabal (Amadito), es considerado un héroe de la Patria por sus hazañas guerrilleras en Contramaestre; casi todos aquí las conocen,  pero muy pocos saben que antes de ser un gran guerrero, tuvo una vida sencilla y murió como el Héctor de la Ilíada de Homero.

Ya el diminutivo decía hasta donde había calado en la sociabilidad popular: Amadito. En ello tuvo que ver el hecho de ser chófer de alquiler en el tramo Contramaestre-Venta de Casanovas y el trato ligero usado allí por todos sus colegas de labor. Era primo segundo de mi abuelo por parte de madre; incluso trabajaron juntos.

Amadito era un hombre de palabra fácil, trato afectuoso. Así que el achicamiento del nombre lo describía muy bien.
Esta imagen habla de sus días como chófer de alquiler. Fot. archivo familiar.
Nació en el seno de una numerosa familia el 19 de marzo de 1931. Tenía 13 hermanos. Sus padres eran Amado Rosales y Argelia Rosabal. Por los documentos de la época, a los hijos siempre se inscribían en la cabecera municipal, por ese entonces Jiguaní. Allí aparece registrado su lugar de nacimiento ante la historia, cuando en realidad hizo su vida en Maffo y sobre todo en Pueblo Nuevo.

Como cada cubano reyoyo, era aficionado a la pelota y al dominó,   así que se le veía jugar béisbol en Maibío, La Graciana, Baire, América. Al segundo de los pasatiempos, también le dedicaba momentos de ocio; dicen que era bueno, no de los que solo sabía poner fichas.

De Reina Bárzaga, su esposa, con la que estuvo legalmente casado, casi no se habla.  Fue su amor ideal, hasta que se involucró en la lucha contra Batista, primero en la clandestinidad,  quemando cañaverales, repartiendo propaganda subversiva, incluso fue de los que se atrevió a prenderle fuego  con dinamita al tramo de ferrocarril que unía a Contramaestre y Baire.

Cuando ya estaba tostado, como se dice en el argot popular, porque se sabía de su obra clandestina; tuvo que irse a la Sierra Maestra, donde peleó a las órdenes del comandante Juan Almeida Bosque. Almeida le ordenó operar en Matías, como parte del Tercer Frente Oriental. Por su bravura e inteligencia, fue ascendido al grado de teniente.

El 17 de noviembre de 1958, durante una acción militar, es mortalmente herido. ¿Cómo ocurrió el hecho? Junto a sus hombres colocó una mina en un tramo de la Carretera Central a dos minutos aproximadamente del Cruce de la Anacahuita. Se retiraron a un lugar seguro. El objetivo era un medio blindado del ejército de Fulgencio Batista (una tanqueta).  Al producirse la detonación, Amadito regresó al lugar a recoger armas de los supuestos caídos, pero la tanqueta no sufrió daño y venía escoltada por el sargento Beto Venero, uno de los matones más temidos de todo Jiguaní. Lo acribillaron a tiros. Su cuerpo fue colocado sobre el capó de un jeep como trofeo de guerra y lo exhibieron por toda la Carretera Central desde Contramaestre, Cruce de Anacahuita, La Ratonera, Pueblo Nuevo, Baire, Jiguaní y  Santa Rita. Finalmente lo enterraron en el cementerio de Bayamo.

Actualmente sus restos están en el campo santo de Baire, al que fueron trasladados, gracias a la gestión de familiares y amigos. Puede verse su nombre en el Panteón de los Mártires de allí. 
Obelisco que fija ante la historia el lugar donde fue abatido por las balas del matón Beto Venero. Fot. tomada por A. Fdez.
En lo personal, estudié en la escuelita rural Domingo Portela, a unos trescientos metros del lugar donde fue asesinado en combate. Crecí escuchando sus hazañas;  los pormenores de su muerte. En mi casa de Anacahuita se hablaba con respeto de Amadito. Dice abuelo que tomaba café fuerte casi todos los días, sentado cómodamente en un taburete, mientras una avioneta del ejército sobrevolaba la zona.

Para mí siempre será Amadito, el héroe de mi Troya cercana, el que a muchos niños como yo les hubiera gustado ser. Inexplicablemente la escuela donde hice mis estudios primarios no tiene su nombre. ¡Cuántos Amaditos hubieran salido de sus aulas! Pero detrás de un buró alguien decidió de un plumazo y la historia se fue muy lejos.

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