A la memoria de Eduard Encina (1) .
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Encerrado en el “castillo ideológico”, quizás más político que cultural, en medio del asedio imperialista, he comprendido vacíos que el discurso historiográfico cubano no ha sido capaz de llenar en las últimas décadas, relacionados con la órbita huracanada del socialismo y que la literatura los ha suplido con una dignidad encomiable. Por eso asumo en estas páginas una de las tesis en la que siempre he creído: literaturizar es un modo de salvar la memoria ante los derrumbes y poner las cosas en su justo lugar, sin soldadear en uno de los bandos.
Encerrado en el “castillo ideológico”, quizás más político que cultural, en medio del asedio imperialista, he comprendido vacíos que el discurso historiográfico cubano no ha sido capaz de llenar en las últimas décadas, relacionados con la órbita huracanada del socialismo y que la literatura los ha suplido con una dignidad encomiable. Por eso asumo en estas páginas una de las tesis en la que siempre he creído: literaturizar es un modo de salvar la memoria ante los derrumbes y poner las cosas en su justo lugar, sin soldadear en uno de los bandos.
El socialismo ha sido una hermosa utopía conformada con
retazos de pasado y sueños, pero las formas de concretarlo en Europa fueron
pesadillas dramáticas donde campearon las bajezas humanas (2) . La historia
escrita por abogados de oficio, comprometidos con una visión parcializada del
fenómeno, ha estado plagada de triunfalismos y un eslogan tremendo: “EL
SOCIALISMO ES IRREVERSIBLE”. Con él creció cada persona de la Europa Oriental,
creció cada cubano después de 1960, crecí yo, usted mismo si me está leyendo
ahora y es nacido en Cuba. Los rusos aparecían siempre como nuestros
salvadores. ¿Acaso lo fueron? ¿Ha podido el socialismo tropicalizado nuestro
apartarse de la órbita de los grandes imperialismos?
Al colapsar el Campo Socialista y la Unión Soviética
muchos salimos de aquel letargo en el que permanecimos por años, aunque a
ciencia cierta, nos resultaba difícil aceptar el fin de una utopía donde el
hombre, supuestamente, había alcanzado sus sueños y creaba las bases para una
sociedad nueva. En Cuba, intelectuales honestos, ansiosos de obra duradera,
usaron la literatura para canalizar reflexiones sobre el devenir de esa
“luminosa utopía” y señalaron sus
oscuridades. Los historiadores
prefirieron hacer silencio. Casi nadie quería estudiar la historia reciente con
visos críticos. Nuestro José Martí, a pesar de la distancia temporal, se
levantó desde su paternidad oracular. El hecho de nombrar los estados
pendulares para alcanzar la república espiritual, y desde ellos advertir y
complejizar sobre los sentidos de la
futuridad, tienen plena vigencia en ese empeño de hacernos con una sociedad
nueva. Una alerta suya pareció olvidarse en el recorrido errático de aquel
socialismo real: “(…) el cubano quiere cariño, y no despotismo: que por
despotismo se fueron muchos cubanos al gobierno y se volverán a ir…”(3) La citada advertencia determinó su inclusión
en estas páginas, pues al relacionar sus últimos escritos del Diario de campaña
de Cabo Haitiano a Dos Ríos, con las piezas literarias aquí valoradas, el eje
de las tiranías aparece en todas explícita o implícitamente. Martí defendió
siempre la libertad del pensar y estuvo en contra de los caudillismos que
anulan la misma y atan al pueblo al poste del fanatismo. Su muerte heroica en
defensa de un ideal, dice más hoy que todas las divagaciones que podamos
hacer.
En la cartografía del socialismo a través de la literatura
cubana encontramos a un martiano como Virgilio Piñera que tempranamente
advirtió, en Presiones y diamantes (1967), sobre la díada: presionados y
presionadores, tan cara a él en las
primeras décadas de revolución. Pero también colocó ojos al lector para
comprender el dilema individualidad versus masas, y retrató, a estas últimas,
poseídas por un efecto zombi que limitó el ejercicio de las potencialidades
creativas y críticas. Piñera construyó una variante de escapismo ante la
contaminación del pensar y el expresarse: congelar cuerpo y alma ante las
desilusiones. Pero no quedó en el
desencanto solamente, enfrentarlo también era necesario, para ello se auxilió
de un símbolo de la tradición hispana, el Quijote, y lo dotó de nuevos
contenidos ante el citado efecto; solamente él tenía la lucidez necesaria para
derribarlo, construir donde todo parecía estéril. Piñera murió rodeado de incomunicación, o
mejor, completamente aislado, ello
explica el largo silencio en que permaneció su inmensa obra literaria, que
fuera considerada, en algún momento, “perniciosa para los jóvenes” (4) ; y
políticamente incorrecta”(5). Esa
cortina no logró sepultarlo como un muerto más, confiaba en que su literatura
lo trascendería, y así sucedió, como el Jesuita que siempre fue, reapareció en
la gente que siguió sus dictados, conscientes del precio de tener cabeza propia
y disentir sabia o irreverentemente cuando había que hacerlo. El Virgilio de La
isla en peso sirve hoy de metáfora a una sociedad necesitada de la irreverencia
lúcida, para escoger sabiamente una opción de futuro y construirla entre todos,
sin acudir a fórmulas degradantes del ser humano.
En este acercamiento ocupa un lugar clave Joel James, que
desde un ensayo cuestionador: Vergüenza contra dinero, utiliza la irreverencia
lúcida, apunta desvíos, equívocos, propone alternativas, pero sólo es
escuchado por una minoría ilustrada sin
espacios suficientes para erguirse y dialogar de igual a igual con los
protagonistas de los desvaríos criticados: “El socialismo, cuando sea, será
obra de la mayor parte de la sociedad, la clase obrera dirija este proceso o
no, depende de cómo se defina esta propia clase y cómo resuelva su comunicación
interna entre los distintos segmentos que la integran”. (James, Joel: 2012: 39)
La contundencia de las ideas mencionadas me lleva a varias preguntas, seguramente
usted se las hace también: ¿Ha resuelto el socialismo las dos interrogantes
citadas? ¿La conceptualiazación del modelo económico y social de desarrollo
socialista las ha tenido en cuenta? ¿El término sociedad civil socialista es un
empeño para llenar esa limitación? ¿En verdad funciona la comunicación a lo
interno de esos distintos segmentos que integran lo que llamamos sociedad civil
socialista?
Al momento de la publicación del libro, casi fue juzgado por
iconoclasta, o mejor, excluido, cuando dijo que: “El expediente del socialismo
de Estado, inseparable de un alto grado de centralización y autoritarismo, no
podrá equiparse jamás con un auténtico programa de estado socialista, de suyo
humanista, consciente y desalienado, obra de la libre asociación de entidades
productoras independientes”. (James, Joel: 2012: 40) Leer estas ideas surgidas
en el contexto del muy eufemístico “Período Especial”, permiten comprender la
lucidez del carismático intelectual; casi 20 años después, regresan con la
misma energía de aquel momento y uno se pregunta: ¿Llegó el “socialismo cubano”
a solucionar el problema de la alienación? ¿Acaso llegó algún día a ser la
obra de libre asociación de entidades
productoras independientes, surgidas de la libre capacidad y decisión de los seres
humanos para constituirlas? Desde su irreverencia, James encarnó también un
nuevo Quijote al hacer esos planteos en la coyuntura de los 90 del pasado siglo
XX, tácticamente creyó posible ser juez y parte, por eso cargó sobre los
tropiezos del “socialismo tropical”, juzgó sin temor, allí donde había que
hacerlo. Tal parece que la metáfora del ser paranoico, envuelto en fantasías
caballerescas, reencarnó una y otra vez en los escritores cubanos que como
James creían en la literatura como forma de influir sobre la sociedad y
transformarla. El ejercicio del pensar arriesgó el rostro y ejerció justicia.
James murió sin renunciar a las ideas escritas en aquel memorable ensayo que
hoy está en muchas librerías de Cuba y la miseria crítica que padecemos, no lo
ha visto, o no ha querido hacerlo, para orientar a los lectores y dotarlos de
empeños morales y asumir el desafío de rearticular una sociedad, donde tenga
espacio el sujeto opinante, lúcido o no, pero comprometido con un futuro mejor,
donde quepamos todos, los cubanos de adentro y los de afuera.
También utilizando el ensayo como formato, Eliades Acosta
escribe “Siglo XX: intelectuales militantes” (2007), en el que realizó un
interesante balance de las ganancias y pérdidas del socialismo. Llamó a Stalin,
torpe y de una cortedad política que no le permitió comprender la crítica como
soporte moral para afianzar lo construido en términos culturales. Queda claro, al leer sus páginas, que
cualquier proceso totalitario, -el nazismo y el mismo stalinismo-, se rodearon
física y espiritualmente de hombres inteligentes para fundamentar sus
proyectos y descabezar a los que se
opusieran a sus ambiciones. Felizmente, la dirección política de la Revolución cubana, tuvo
claridad sobre esos desaciertos y proyectó una serie de rectificaciones para
reorientar el navío socialista en medio de la tormenta de credibilidad en que
se vio envuelto el “socialismo real” en la década de los 80 del siglo XX. En
todo ese proceso de búsquedas y rectificaciones llegó la crisis de los 90 y hubo
que obviar la estrategia y centrarse en la sobrevivencia de la revolución, la
mayoría de las rectificaciones tuvieron que hacerse a un lado; Acosta Matos, con aguda inteligencia, parece
sugerir esa lectura, aunque no la planteó formalmente. Acudió a un símbolo
construido por occidente, para explicar
el resurgimiento del socialismo en un país llamado Venezuela con la
llamada Revolución Bolivariana: ella es el nuevo Prometeo, el titán que roba el
fuego a los dioses del Olimpo y lo dona a los hombres para que prosperen y se
multipliquen. Es un momento, dice, donde la intelectualidad comprometida se
unió, e inició nuevas búsquedas para construir lo que comenzó a llamarse
“socialismo del siglo XXI”; todavía indefinido en términos conceptuales, aunque
quiere borrar de la memoria histórica el experimento fallido del XX y proyectar
la nueva utopía - no deja de ser la misma de antes-, sobre sólidas bases
humanistas, donde el hombre sea el centro de todos los poderes públicos. El liderazgo de Chávez parecía ser el camino,
su carisma era tan contagioso que fue convertido en un ídolo en la lucha contra
el imperialismo y las masas populares terminaron adorándolo como un santo
milagroso. Después de unos años a la deriva en medio del mar revuelto, con la
ballena asesina camino a deglutirla, Cuba volvió a caer en la gravedad de otro
aliado, Venezuela; sus motores se engrasaron con el fuego del nuevo
Prometeo. La luz parecía divisarse al
final del túnel habitado por sirenas encantadoras dispuestas a poner el mercado
allí, donde las energías de los hombres se despertaran, pero no las escucharon,
taparon los oídos con cera y el viaje se hizo largo. Aquí tengo que volver a mi
Martí, cuando alertó sobre el rol de los
caudillos populistas en los procesos políticos; al faltar –advierte el
Maestro-, los pueblos no acostumbrados al ejercicio de la democracia son
invadidos por una anarquía incontrolable, necesaria para los oportunistas de
siete suelas, impelidos a acudir al instrumento represivo de los ejércitos y
restablecer a sangre y fuego sus privilegios, untados con los aceites de la
inteligencia negadora de otras posibilidades. No olvido tampoco, según me
enseñó mi Martí, que el socialismo tiene una casta de funcionarios ligados por
intereses afines y necesitados de mantenerse en posiciones privilegiadas de
poder y prestigio; ineludible resulta
saber que la última palabra, sobre la continuidad del renacido “Prometeo” por las vías tradicionales, o de nuevo tipo,
la tienen ellos. ¿Qué ha sucedido hasta ahora en los países socialistas cuando
ha faltado el líder? ¿El hombre masa,
poseído por el efecto zombi, ha tenido lucidez para enfrentar a esa casta de
funcionarios y derrotarlos? ¿Resurgirán quijotes para vencerlos? El libro de
Acosta duerme hoy en las librerías, sus páginas son invadidas por el magenta,
muy pocas personas han reparado en su contenido: ¿Por qué la crítica no orientó cómo leerlo para entender sus
claves morales sobre el socialismo real y tropical que nos empeñamos en seguir
construyendo?
Quizás algunos pensarán que ubicar a Roberto Fernández
Retamar aquí es un “sentimentalismo” injustificado, pero como ignorar su
Caliban (6) construido sabiamente, sobre
todo el hecho de nombrar ingredientes necesarios para el socialismo, entre los
que menciona la posibilidad de integrar pensamiento y dirección como recursos
estratégicos para conducir la nación hacia una sociedad más lograda en sus
fundamentos éticos; incluso señala la necesidad de asumir fechas y nombres
gloriosos de nuestro pasado, que salven nuestra memoria y permitan recorrer
caminos lúcidos para no ir a dar al vertedero de la historia. El fardo del
colonialismo cultural es una pesada carga, por eso olvidar puede conducir a la amnesia, ello justifica una
afirmación suya, válida para cualquier tiempo: “Para ser consecuentes con nuestra actitud anticolonialista, tenemos que volvernos efectivamente
a los hombres y mujeres
nuestros que en su conducta y en su pensamiento han encarnado
e iluminado esta actitud”.(7) Incluso llega a posponer la escritura crítica
de carácter personal, si esta pone en peligro la vitalidad del socialismo; dice
Retamar que no puede hacerse mientras seamos un costado del mundo, en abierta
guerra cultural contra los imperios, sobre todo el estadounidense, pues todo lo
que siembre división, será usado para derrumbar lo que tanto costó edificar. No
obstante dictamina que el pensamiento crítico no debe abandonarse en la soledad
de las márgenes, debe posicionarse para direccionar el cambio hacia delante,
nunca el retroceso, en una dialéctica sin afeites ideológicos, ni falsos
dogmas, ni diletantes mesianismos. Un par de preguntas se haría el joven
Retamar si escribiera hoy su Caliban:
¿De qué socialismo estamos hablando? ¿Acaso los líderes saben el destino de lo
que llaman “socialismo?
No puede faltar aquí el resultado literario más logrado en
esta indagación sobre el socialismo, buscando respuestas que nuestra Historia
insular no ha tenido la sutileza de investigar y juzgar con espíritu de época.
Su nombre: El hombre que amaba los perros (2010) (primera edición cubana), de
Leonardo Padura. Se vendió de manera silenciosa, casi clandestina, a algunos
escritores y a algún que otro miembro de algunos sectores intelectuales
“preparados para su lectura”. Una buena amiga me la hizo llegar y me fui a la
finca de mis ancestros para leerla alejado de la civilización. Al concluir su
lectura no pude evitar escribir lo que sigue: “Libro generoso, imposible borrar
de la memoria. Las historias narradas generan, sobre todas las cosas,
desilusión con uno mismo, compasión hacia todos los que apostamos al milagro y
nunca llegó; pero también miedo por nunca atrevernos a intentar ser uno en la
uniformidad”. (Junio, 14, 2011). Al
hacer el citado apunte, recordé que en fecha similar había nacido Ernesto
Guevara de la Serna
(Che), el hombre que encarnó la voluntad quijotesca de redimir a América Latina
y provocar la revolución continental del socialismo. No pude obviar el recuerdo
de sus últimos días, sin apoyo, aislado, acompañado por el sueño emancipador de
un mundo mejor, pero con la certeza de que no debía ser como el de la
Unión Soviética.
De estar vivo Guevara hoy, El hombre que amaba los perros, sería su libro de
cabecera e invitaría a formar círculos de lectores, haría preguntas como las
que tuvimos que hacerles a los personajes de la novela, sobre aspectos
grotescos de la caricatura que legaron a la humanidad, bañado de pesadillas y
sangre en su órbita errante por el siglo XX.
Aprecie usted las mismas y sugiera otras si no las comparte. En lo
personal me tomé la libertad de preguntar lo necesario; los personajes
respondieron según sus rasgos, creo que sus respuestas dicen más que cualquier
periódico oficial escrito bajo las urgencias del día a día:
Arnoldo Fernández Verdecia (AFV): ¿Sin aprender y ejercitar
el miedo, como lo usó Stalin, es posible empujar a un país hacia el socialismo
como alternativa?
Kotov (agente de la
KGB soviética): “Stalin
lo pervirtió todo y obligó a la gente
a luchar y a morir por él, por sus necesidades, su odio, su megalomanía.
Olvídate de que luchábamos por el socialismo. ¿Qué socialismo, qué
igualdad?” (Padura, L: 502)
Iván Cárdenas Maturel (escritor y periodista cubano): “La
fábula futurista e imaginativa de Orwell en 1984 terminó convirtiéndose en una novela descarnadamente realista. Y
nosotros sin saber nada. ¿O es que no queríamos saber nada?”. (Padura L: 463)
León Trotski (Líder bolchevique): “La Unión Soviética
legaría al futuro su fracaso y el miedo de muchas generaciones a la
búsqueda de un sueño de igualdad que, en
la vida real, se había convertido en la
pesadilla de la mayoría”. (Padura, L: 184).
AFV: ¿En algún momento la deformación estalinista será
corregida y encausada por los hombres de cara al futuro?
León Trotski: “¿Se podría abrigar la esperanza de que algún
día la humanidad llegara a saber cuántos cientos de miles de personas habían
sido ejecutadas por los secuaces de
Stalin? ¿A cuántos comunistas verdaderos quitaron del medio? Él estaba
convencido de que unas y otras eran cifras
de vértigo, a las que se debían sumar millones de campesinos muertos de
hambre en Ucrania y otras regiones por
la catástrofe de la colectivización, y
los millones que habían perecido en los desplazamientos de pueblos enteros ordenados por el antiguo
comisario de las nacionalidades… Con toda seguridad se trata, (…), de la mayor masacre de la historia en tiempos de paz, y lo peor es que nunca
sabremos las verdaderas y terribles proporciones que alcanzó el genocidio, pues
para muchos de esos condenados no hubo sumario, juicio, acta de condena. La
mayoría había muerto en calabozos, en trenes asfixiantes, congelados en los
campos siberianos o fusilados al borde de los ríos y precipicios para que sus
cadáveres fuesen arrastrados por las aguas o cubiertos por aludes de tierra y nieve…” (Padura, L:
341).
AFV: ¿Es posible un socialismo participativo no administrado
por una burocracia, que mediante la coacción proteja sus intereses a capa y
espada?
Kotov: “Empezar el negocio sin engañar a nadie, sin joder a
otro porque piense distinto a ti, sin
que se busquen pretextos para callarte la boca y sin decirte, además, que
cuando te cogen el culo lo hacen por tu bien
y por el bien de la humanidad, y que ni siquiera tienes derecho a protestar o a decir que te duele, pues no se le deben
dar argumentos al enemigo y todas esas
justificaciones. Sin chantajes. (Padura, L: 517)
AFV: ¿Creen ustedes que Stalin desmoralizó hasta las
entrañas la utopía socialista?
León Trotski: “El terror había generado el efecto de estimular la envidia y la venganza, creando
una atmósfera de histeria colectiva y, peor aún, de indiferencia ante el
destino de los demás”. (Padura, L: 330)
Vieja amiga de Trotski que huyó de Finlandia ante la
persecución estalinista: “Es terrible comprobar que un sistema nacido para rescatar la dignidad humana haya recurrido a la recompensa, la
glorificación, el estímulo de la delación, y que se apoye en todo lo
humanamente vil (…) Siento que hemos llegado al fin de la justicia en la Tierra, al límite de la
indignidad humana. Que han perecido demasiadas personas en nombre de la que,
nos prometieron, sería una sociedad mejor”. (Padura, L: 331)
Iván Cárdenas Maturel “…una trama sórdida, destinada a
deglutirlo (todo) hasta la última célula”. (Padura, L: 533)
AFV: ¿Qué recuerdo conservan los cubanos del “experimento
más generoso soñado por el hombre”?
Iván Cárdenas Maturel: “Las promesas que nos habían
alimentado en nuestra juventud y nos llenaron de fe, romanticismo
participativo y espíritu de sacrificio,
se hicieron agua y sal mientras nos asediaban la pobreza, el cansancio, la
confusión, las decepciones, los fracasos, las fugas y los desgarramientos. No
exagero si digo que hemos atravesado casi todas las etapas posibles de la
pobreza.” (Padura, L: 460)
Ramón Mercader (asesino de Trotski que vivió en Cuba): “La
monotonía de una arquitectura
apresurada, empeñada en demostrar que a una persona le bastaban unos pocos
metros cuadrados de techo para vivir
socialistamente...” (Padura, L: 513-514)
Iván Cárdenas Maturel: “El sueño estrictamente teórico y tan
atractivo de la igualdad posible se había trocado en la mayor pesadilla de la
historia, cuando se aplicó a la realidad, entendida con razón (más en este
caso), como el único criterio de la verdad”. (Padura, L: 389)
Un escritor que se conectó con el Padura aquí analizado, tal
vez directamente, quizás indirectamente, es sin dudas Abel Prieto, que prefirió
escudarse en el humor político y se atrevió a comprender los desaciertos del
socialismo de Europa oriental, a través de una novela que tiene a un cubano
como protagonista: Viajes de Miguel Luna (2011) es su título. El perfil del
personaje principal permite comprender que se trata de un escritor frustrado,
debatiéndose entre el ser o el no ser, entre el hecho de vivir literariamente
la vida, o apartarse y ser un número más en medio de la uniformidad. Prieto se
encarga de hacer casi repulsivo el personaje, pues está cargado de defectos que
lo hacen intolerable para los demás,
pero se aprovecha de eso para mostrar el universo de relaciones que
giran en torno al mismo, donde no faltan oportunistas, mediocres, falsos
dirigentes, envidiosos, delatores, políticas erradas para involucrar a un ser
humano en una institución cultural, en fin, las mezquindades generados por el
socialismo a su paso por el terreno social.
El hecho de valerse de una metáfora geográfica como Mulgavia, para
volcar sus reflexiones sobre las desviaciones de la gran utopía del siglo XX,
tiene también su mérito, pues revela lo que Virgilio Piñera había advertido
tempranamente en Presiones y diamantes: el “efecto zombi” que todo lo hace
homogéneo, empacado y no da margen alguno a la diferencia, la improvisación y
niega el ejercicio de la individualidad en medio de la uniformidad. Una obra así,
señaló la necesidad de cambiar a fondo el camino, volcarse sobre los problemas
generados por el socialismo y dinamitar sus zonas podridas para poder sembrar,
donde antes hubo miedos y falsas unanimidades.
La poesía no es solo belleza, disfrute, también tiene vocación de nombrar allí donde
las ciencias sociales hacen silencio, donde la historia la escriben periódicos
adormecidos por la ideología. No es un arte menor, así que vale recordar que
las naciones comenzaron a hacer la memoria mediante la poesía, sino ¿qué son la Iliada, la Odisea, la misma Eneida?,
son grandes poemas épicos; mostraron la infancia intelectual de pueblos
dispuestos a labrarse una eternidad en las palabras. Pero aquí no voy a
interrogar a los oráculos de la poesía universal, ni a los de la cubana como
Lezama, Guillén, Baquero; no, aquí
tienen la palabra dos poetas jóvenes, santiagueros por cierto, –actuales
protagonistas del torrente histórico-,
el “cimarronzuelo” Eduard Encina (8) , un tipo carismático que lega a sus contemporáneos la concienciación
de los límites para sobrevivir y encontrarse en medio de la muchedumbre que
baila a paso de conga, con una identidad propia; un poeta que advierte sobre lo
necesario de tender puentes para alcanzar el reino de la libertad, aunque siempre
acechen las generosidades y vilezas del sistema que le ha tocado vivir, donde el poema es un adelanto, una
realización más allá de lo real, un terreno utópico pero no imposible: “hay que
borrar / la pared para que el ladrillo se muestre / doloroso / infiel / el
miedo pasa vertical. si lo escribo el camino / se acorta pierde duración pero
ellas amenazan / ocultan el peligro la dirección del viento”.(9) u visión del
pasado tiene un sesgo irracionalista, yo diría que hasta demasiado pesimista,
pues el sonido de las trompetas anuncian en sus versos el juicio final, el fin
de una historia que se ha vuelto piedra,
que ha sembrado temores en los sujetos ante el posible cambio hacia delante;
está cercado el hombre, no hay libertad real: “hacia los flancos la historia /
se ha vuelto piedra y el vendedor lo sabe: ya no / importa matar si somos
nosotros el enemigo”.(10) Espiritualmente el poeta nombra un sujeto que se sabe
de cualquier parte, pero su cuerpo permanece fijado a la isla, a los dolores
que esa imantación genera. Propone la
realización individual desde la resistencia, una especie de harakiri
tropical, una agónica manera de negar la
terrible uniformidad del hombre masa, ese zombi nombrado por Virgilio Piñera,
acodado en cada esquina para ahorcar a los que crucen la raya trazada por los
presionadores. El repertorio lírico de Encina es un amplio testimonio de los
codazos de la historia, de los empujones por llegar primero y olvidar al otro,
de los retorcijones de orejas de nuestros padres por pensar con cabeza
propia y negar lo inservible, de tener
ojos para dinamitar lo podrido y sembrar donde todo parece oscuro y reina el
más absoluto de los desencantos.
El otro compañero de viaje en el arca de la poesía donde ya
va montado Encina, es Oscar Cruz llamado en temprana juventud “el ruso”,
que se viste con las ropas de Piñera y
asume una nueva “cabeza negadora”, no es
un poeta de recetas y fórmulas fáciles
para el lector contemporáneo, como pudieran argumentar las viejas promociones
de la poesía cubana, ancladas en la llamada “calidad literaria”, o ciertos
críticos de cine, que niegan lo diferente, funcione o no, y hasta lo demonizan
si no responde a los dictados estéticos del canon. Cruz, desde el presente que le ha correspondido
vivir, se alza contra las imposiciones
promocionales e instaura un nuevo reino lírico para testimoniar los tiempos que
corren: “…desde el pecho a la cabeza, la gente le percibe / blancas manchas
producidas por pájaros cagones / que suelen defecar encima de patriotas y
poetas, son / pájaros nocivos, adaptados al vivir de Vista Alegre, / una zona
aburguesada y colonial (...) / me pregunto si ese es el pago que merecen los
poetas, / cuando ya no tienen nada que decir”.(11) No le asisten temores, ni
espíritus de aldea, sencillamente se alimenta de las circunstancias que
circundan al sujeto histórico y desde ellas nombra con efectos lúdicos,
críticos, donde nadie se atreve a corporeizar una nación que baila a ritmo de
reggaetón, mientras “algunos monjes”, cegados por la más estricta ideología, quieren ponerle freno. No quieren pájaros cagones sobre Heredia,
José Martí, Fidel Castro y cualquier otra figura del panteón insular. Yo diría
que la poesía de Oscar Cruz está muy interesada en visibilizar el imaginario de
un país traumatizado en sus cimientos morales, por una utopía de errático
recorrido en el siglo XX; usa la “poesía” como árbitro de ese itinerario. Por
esa razón lo sagrado es bajado de los pedestales que no significan nada para
ese “hombre masa” bajo el “efecto zombi” explicado en estas páginas, y las
razones del verso son encontradas en miradas iconoclastas, antirretóricas y yo
diría que hasta provocadoras, pues logran captar lo mediato del tiempo vivido,
en una especie de crónica anticipada de lo histórico y congela todo lo que la memoria
olvida, o sencillamente la historia y las ciencias sociales tardan en
visualizar: “Cantaba bonito el desgraciado./ solo que nunca más volverá / a
posarse en nuestro patio…”(12)
Mi viaje literario al socialismo cubano me ha servido más que cualquier libraco de
historia para entender ese comodín,
aparentemente digerible para los demagogos de la politiquería más trivial
cuando dicen: “la historia nos sirve para saber de dónde venimos y hacia donde
vamos”: ¿hacia dónde vamos entonces?
Citas y
notas biliográficas
1. Fallecido el 8 de
septiembre de 2017.
2. Ver Roger Keeran
y Thomas Kenny: Socialismo traicionado, tras el colapso de la Unión Soviética
1917-1991, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2013; José Luis Rodríguez: El derrumbe
del socialismo en Europa, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014.
3. José Martí:
Diarios de Campaña, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2014, p. 107.
4. Carlos Espinosa:
Virgilio Piñera en persona, p.332.
5. Carlos Espinosa:
Obra citada, p. 349.
6. Ver Roberto Fernández Retamar: Todo Caliban,
Fondo Cultural del ALBA, La
Habana, 2006, p. 180, donde aclara porque utiliza la palabra
sin acento.
7. Roberto Retamar
Fernández: citado en Todo Caliban, Fondo Cultural del ALBA, La Habana, 2006, p. 16
8. Ver sus libros:
De Ángel y Perverso. Ediciones Santiago. Santiago de Cuba, 2000, El perdón del
agua, Ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2003, El silencio de los peces,
Editora Abril, La Habana,
2003, Golpes Bajos, Editora Abril, La
Habana, 2004 y Lectura
de patmos, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2011.
9. Ver el poema de
Eduard Encina: “Las trompetas”, en Lectura de patmos, Editorial Oriente,
Santiago de Cuba, 2011.
10. Ver el poema de
Eduard Encina: “Fabeliano (pájaros que duermen sobre la cabeza)”, en Lectura de
patmos, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2011
11. Oscar Cruz:
Pájaros de Manduley, en La Noria,
No. 3, Santiago de Cuba, 2011, p.14.
12. Oscar Cruz: La
plomada, en La Noria,
No. 4, Santiago de Cuba, 2012, p.30.
Bibliografía
AUTOCRÍTICAS: UN DIÁLOGO AL INTERIOR DE LA TRADICIÓN SOCIALISTA:
2009) (ET. ALT), Ruth Casa Editorial-Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
ACOSTA MATOS, ELIADES (2007). Siglo XX: intelectuales
militantes, Editora Abril, La
Habana.
CRUZ, OSCAR (2007): Los malos inquilinos, Ediciones Unión, La Habana.
___________ (2009) Las posesiones, Editorial Letras Cubanas,
La Habana.
___________ (2013)
Balada del buen muñeco, Colección Sureditores, La Habana.
EUROPA ORIENTAL: DEL DERRUMBE AL NEOLIBERALISMO (2011) (ET.
ALT), Ruth Casa Editorial-Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
ESPINOSA, CARLOS (2011). Virgilio Piñera en persona,
Ediciones Unión, La Habana.
ENCINA, EDUARD. (2000) De Ángel y Perverso. Ediciones
Santiago. Santiago de Cuba.
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MARTINEZ HEREDIA, FERNANDO (2010). El ejercicio de pensar,
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MARTÍ, JOSÉ (1964): Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, Tomo
19, Editorial Nacional de Cuba, La
Habana
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Leí con el mayor sosiego posible y mis primeras palabras son para felicitarte porque con esa serie de ensayo has comenzado un abordaje muy sui géneris del socialismo "tropical" cubano desde la óptica literaria y eso para mi tiene un valor cardinal, tener en cuenta la poesía y la literatura conceptualmente y teóricamente es un ejercicio osado pero necesario, qué es el socialismo, quién sabe cómo hacerlo? cuál es la teoría y práctica existente? son preguntas que los mejores académicos y científicos no le encuentran exacta respuesta y las prácticas de "socialismo" o intentos en ocasiones defenestran ciualquier teoría. Utilizar como argumento conceptual y también como herramienta teórica miradas (otras) desde lo literario es una forma de enriquecer este pensamiento y práctica de socialismo (s) y poder también tener la oportunidad de humanizar un poco más la costumbre de todo quererlo teorizar en manuales y tratados...un acercamiento desde nuestra literatura y sus autores con sus reflexiones, contradicciones, búsquedas, desencuentros, sufrimientos, frustraciones, quebrantos y esperanzas también es un aporte que le noto a tu empresa ensayística...
ResponderEliminarhay un momento (no sé exactamente dónde) en el cual el argumento se diluye un tanto, creo que cargar tanto la mano con el estalinismo y su saga de estupideces pudiera ser un poco estéril y trillado...creo que le dedicas demasiado espacio y por momentos puede parecer catártico
prefiriera que concentraras tu mayor esfuerzo en seguir indagando el socialismo "tropical" desde nosostros mismo y desde antes de 1959, hay mucho que encontrar quizás en ese mismo hilo conductor de nuestra literatura, antes y después del 1959...sería un aporte muy valioso Arnoldo, conversar y teorizar de socialismo donde la referencia no sea funadamentalmente ese "socialismo real" que fracasó y sabemos por qué y encontrar nuestra definitiva fórmula...quisiera escribirte más ahora pero ya sabes, el tiempo y sus dictados jajajajaj pero seguiré la zaga y comento
Jose Miguel Garofalo Fernandez: No creo en absoluto en el socialismo que nos fabricaron los "sabios" historicos en Cuba. La teoria de Marx y Engels es bien justa y humana en teoria pero los hombres han fracasado en aplicarla. En Cuba, Fidel y Raul y la comparsa de arribistas y oportunistas la han convertido en slogans falsos, en fracasos continuados y viviendo como Carmelina disfrutando del jamon del Poder y siempre asustando con ahi viene el Lobo, el imperialismo. Por muchos anos estuve ciego y fui complice, no mate ni abuse de nadie pero era un idealista redomado, al final un carnero mas de la manada. Me costo abrir lo ojos, pero me percate al fin que son una banda de rufianes demagogos que se han burlado del esfuerzo y la fe en una Cuba mejor, mas humana y con todos y para todos como lo sono nuestro Jose Marti. Simplemente Arnoldo no creo en un gobierno vitalicio, una monarquia de nuevo cuno, en que han convertido a mi Pais. Y lo dejo ahi.JMGarofalo
ResponderEliminarJose Miguel Garofalo, un abrazo. Por esencia el socialismo tiene que ser emancipador. También creo que la teoría de Marx y Engels es justa, pero pensada sólo para el área europea. Creo que el socialismo nuestro americano tiene que alimentarse de las culturas ancestrales, sobre todo de los Incas, y sobre todo del socialismo pensado por José Carlos Mariátegui. No olvidar en esa ruta camino a un socialismo futuro a José Martí, sus consideraciones sobre el socialismo de estado. En las prácticas de implementarlo deben prevalecer las formas de participación reales, que hagan de los sujetos históricos verdaderos protagonistas de la historia. Nunca los socialismos, tipo comando, lograron conectarse con las masas populares, porque al final de todo, lo que se impuso fue una burocracia que administraba lo material e ideológico y la gente perdió completamente la fe en su gestión y capacidad para construir una sociedad nueva, idílica, sin clases sociales. No olvidar tampoco que en esas sociedades según el filósofo Zizet, la participación social era nula, porque los espacios de concertación de consensos no llegaron a existir nunca. En la práctica unos elegidos por el poder político construían alianzas y redes de clientelismo que en última instancia no le interesaba el pueblo, sino proteger a capa y espada la irreversibilidad del socialismo, olvidando el factor subjetivo, tan caro sino sabe conducirse estratégicamente con tino del momento histórico.
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