Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmial.com
Nunca
olvido La Matinal y Voces;
así empezó todo, primero en onda corta, luego descargando cada entrega en Internet. Un amigo común, Rogelio Ramos, me tenía al tanto de las emisiones. La familia y América
entretejida favorecieron el encanto. Su blog Haciendo
radio completó el hallazgo. Luego puse en sus manos Latidos en los oscuro, sobre la huella
funeraria de José Martí en Remanganaguas y Vivir el mundo de Camila. Sus observaciones me
ayudaron a crecer. Lamentablemente generaron agudas polémicas de forma;
algunos llegaron a decir que había mucha confluencia de géneros. Teníamos anheladas
esperanzas con El mundo de Camila,
pero los conocedores del radio documental en Santiago de Cuba no le hicieron
swing.
Los
400 años de la aparición de la
Virgen de la
Caridad crearon la posibilidad de conocernos físicamente,
compartir el proceso de creación de un radio documental sobre Cachita.
Circunstancias ajenas a mi voluntad impidieron el encuentro. Resulta que un
personaje oscuro escuchó una de mis conversaciones telefónicas y luego, alguien
más oscuro todavía, intentó humillarme diciendo cosas demasiado tergiversadas
sobre el hecho de relacionarme con un periodista, según ellos, “demasiado internacional”, con los achaques
de esa “prensa capitalista”. Me lo perdí, por esas cobardías de aldea, que a
veces pesan sobre uno, no viví la experiencia creadora de aprender en la
práctica los gajes de un oficio tremendo. Al regreso, con palabras muy
éticas, reprochó mi ausencia; muy apenado me aferré a las cosas de la salud.
Ambas fotos fueron tomadas luego de la presentación del libro "Cómo Cuba puso a bailar al mundo. Veinte años del Buena Vista", en Bayamo, 25 de octubre de 2017. |
Mi
admiración creció aún más con sus
producciones Roque libros, fundamentalmente
Cómo Cuba puso a bailar el mundo. Veinte
años del Buena Vista, Cartas de una
madre y Nunca me fui. El primero lo leí de un tirón, luego de su
presentación en Bayamo, el 25 de octubre de 2017 y contarme entre
los bendecidos con una hermosa edición que puso en mis manos. Recuerdo que ese
día nos fuimos a La
Sevillana, David Rodríguez, Batista, Rogelio y otros, a
almorzar y entre cervezas, mariscos, garbanzos, cuentos de la Cuba profunda y risas,
hablamos de sus memorias; no pude evitar pedirle me las hiciera llegar.
Días
después, Nunca me fui estaba en mis
manos. Labores de construcción en mi rancho demoraron la lectura; por
eso me sorprendió a finales de diciembre
de 2017 con algunas preguntas y no me quedó otra que responder con silencio. Luego de terminar con esas cosas de la Cuba profunda, devoré el
libro en apenas cuatro días; entonces se reveló ante mí, en toda su
profundidad, el guajiro, el quijote, el cubano universal, el poeta de los radio
documentales, el joven que recorrió la
Isla con 17 años,
luego la Europa
comunista, Radio Praga. Supe de sus casi cinco años estudiando la
educación primaria; la Facultad Obrero Campesina, luego
la carrera de periodismo por encuentros, junto a figuras que después serían
leyendas de la comunicación. Me sorprendió aún más encontrarlo en los cimientos
de programas antológicos de la radio
cubana: Haciendo radio, Exclusivo,
Hablando claro, el Noticiero Nacional
de Radio, entonces comprendí la
enormidad de esa persona, tan sencilla y cercana por sus diálogos apasionados, pero
inmenso por su magisterio en temas radiales.
Veintidós años fuera de Cuba es una vida, pudiera decirse, sobre todo si
uno sigue la huella de este hombre por el mundo y sus contribuciones a la radio. Su gran casa,
sin dudas, Radio Nederlang; desde allí alcanzó una madurez en el periodismo de
carácter universal, que incluyó la
elaboración de teorías sobre el documental sonoro y su decisivo papel en el
Departamento Latinoamericano de esa emisora.
Nunca me fui es la arqueología personal de Juan Carlos Roque,
donde confiesa que ha vivido por, de y para la radio. Incluso las condiciones
de su nacimiento vinculadas a Reloj, planta radial emblemática en el mundo de
habla hispana, que de alguna manera, parecía anticipar lo que sería su futuro
en el medio.
Con
placer lo seguí en cada palabra, disfruté
sus triunfos, la unión de la familia en Holanda, los amigos que hizo, la
tristeza al perder a sus padres en su natal Güira de Melena, su peregrinar por
Radio Ariguanabo, Radio Cadena Habana, Radio Rebelde, la inmensa Radio Nederlang y su trote
metódico por todo el mundo en defensa del radio documental. Valoré sus grandes
premios, las personalidades que ha entrevistado.
Juanca,
Roque o el Caballero andante de la radio, ya se me antoja uno de esos imprescindibles en la historia
del periodismo cubano, latinoamericano y universal. Roque Media Consulting y Sonodoc,
son la demostración de su estatura.
Sin embargo, a pesar de lo vivido, anhela volver, aunque teme que Cuba no sea la misma, o tal vez él. Sus confesiones ayudan a entender la naturaleza profundamente humana de un hombre que afirma que nunca se ha ido:
Sin embargo, a pesar de lo vivido, anhela volver, aunque teme que Cuba no sea la misma, o tal vez él. Sus confesiones ayudan a entender la naturaleza profundamente humana de un hombre que afirma que nunca se ha ido:
“A
veces me sobrecoge el corazón cuando miro a Cuba, desde esa distancia o en sus
calles. Temo no tener a donde volver. No
es miedo irracional; se que aquellas ya no son las mismas costumbres o valores,
pero me duele que se vuelva
irreconocible para mí, para mis hijos
(…) Hace unos años tenía muy claro el camino de mi isla, hoy, cuando se aprieta
el pecho me pregunto si soy yo o es ella
la que ha cambiado”. (Nunca me fui: 178)
Después
de leer las memorias de un ser que ha dejado a su paso mucha luz, uno está
completamente de acuerdo con él, cuando afirma en entrevista a otro gran colega:
“…tengo la impresión de que nunca me fui”.
Formidables criterios sobre alguien al que la radio cubana le debe un espacio. Un cubano como Juan Carlos Roque García, que jamas se ha ido de Cuba aunque viva en Holanda desde hace 22 años ha hecho una obra monumental la que a veces ha sido soslayada por ese asunto de vivir extra frontera, pero el, tozudo, no dice y repite que nunca ha estado fuera de la Isla pues su labor lleva ese inmenso legado de los grandes del periodismo radial cubano. Aun no he leído el libro Nunca me fui, pero seguro estoy que tendré el placer de leerlo y aprender la forma de realizar mi trabajo con una mayor calidad.
ResponderEliminarFormidables criterios sobre alguien al que la radio cubana le debe un espacio. Un cubano como Juan Carlos Roque García, que jamas se ha ido de Cuba aunque viva en Holanda desde hace 22 años ha hecho una obra monumental la que a veces ha sido soslayada por ese asunto de vivir extra frontera, pero el, tozudo, nos dice y repite que nunca ha estado fuera de la Isla pues su labor lleva ese inmenso legado de los grandes del periodismo radial cubano. Aun no he leído el libro Nunca me fui, pero seguro estoy que tendré el placer de leerlo y aprender la forma de realizar mi trabajo con una mayor calidad.
ResponderEliminarARNOLDO:
ResponderEliminarEs admirable tu reconocimiento a un cubano REVOLUCIONARIO.