Por Olbert Fernández (Blog El cubo oriental)
Mi papá es una de las tantas personas que vive
en esta sociedad cubana de hoy. Es cuentapropista y mantiene una familia, lucha
para que a su mujer e hija de nueve años no les falte nada. Es su meta desde la
mañana hasta bien entrada la noche. No le preocupan otras cosas, no se afeita
con sistematicidad, las ropas, como si anda en taparrabos. La jama tiene el
número uno, ¿entiendes?, me dice llevándose los dedos callosos a la cien. Nació
en el mismo año en que mataron al Che, dato que ha marcado mi vida de manera
significativa. Me quiere a su manera. Es todo lo contrario a lo que pienso del
mundo cultural. Mi papá dice que la cultura es una porquería, que trabajando en
ese mundo no encontraré desarrollo económico para mis bolsillos. Que lo que
debo hacer es dejar de comer tanta m… y buscarme un trabajo donde me gane unos
cuantos pesitos extras y pueda comer bien. Desde su concepción, es verdad, hay
que buscar los guanikikis y aunque sea comer un pan con huevo frito y un vaso
de leche, no acostarse con la barriga vacía. Poetas, escritores, pintores y
soñadores pasamos trabajo, es cierto,
pero me jode que nadie se de cuenta de qué me valdría la vida si fuese
un personaje con una buena casa, carro, buena percha y nada en la cabeza como
los hay por ahí. El puro mío llegó hasta doce grado. Tuvo de compañero al gordo
que los domingos sale haciendo al personaje de Papo, en el humorístico A otro
con ese cuento que transmite la
Televisión cubana. A veces pienso cómo sería su existencia si
hubiese triunfado en la actuación, si no se hubiese quedado en este monte, el
que afirman muchos no tiene nada digno de mostrar. Siento que ha perdido la fe
y eso me fastidia. Siempre me restriega en la cara que yo no le hago caso en las
cosas que me dice, que él tiene la razón. Esto tiende a confundirme y no sé qué
responder. A pesar de todo amo la cultura y amo sentirme con el duende que
nadie ve, que nadie advierte pero que llevo en el corazón aunque no tenga ni un
quilo en el bolsillo para venir a trabajar. A veces también siento que se me
llena el alma con todas las cosas que le pasan a mi papá; pero no dejar sin
respiración lo que llevo conmigo es una lucha diaria. Esos martillazos que me
sacan astillas, me recuerdan día a día el eterno dilema entre economía versus
espiritualidad, materia versus idealismo, no dejan de estar, de vivir esperando
para atacarme sin compasión. En lo personal yo no nací con una herencia ni con
sangre azul que corra por mis venas. Nací con lo que aprendí y con lo que elegí
y elegí no decirle a nadie ni al mundo a través de este espacio que soy pobre,
porque, mis riquezas son, tener el don de agradecerle cada día al despertar las
gracias Dios por darme todavía respiración y los modestos conocimientos que en mi
disco duro de materia gris guardo. Mi papá tal vez nunca lea esto, y si lo lee
algún día quizás no entienda mis motivos por el cual, aunque me digan jodiendo
que debo conseguirme aunque sea quince pesos para el bolsillo (argumento que no
es menos cierto), yo seguiré apostando porque en Guamá, o donde quiera que
esté, hasta que muera, alimentaré este amor que late por “aquella cultura que no sirve” pero que me da
los elementos pa´ construir mi pedacito de historia minuto a minuto.
Olbert Fernández:
ResponderEliminarTu vivencia DEMUESTRA el daño que ha hecho la burocracia buRRocratizada en Cuba.
Te lo dice un hijo de un trabajador azucarero, que por la posición política de NUESTRA Revolución soy el creador de los emblemas de los Pioneros; el emblema de la DAAFAR; el mambí de las Tropas Blindadas; la marca CUPET, POLIGOM, etc.; fundador de la revista Pionero, SEPMI, etc.; y sin ayuda de los infuncionales "funcionarios" de Cultura tengo mis pinturas en 50 países de los 5 continentes.
Lo aclaró Fidel, "lo primero que hay que salvar es la cultura".
DE FRENTE Y ADELANTE... Como dijo Mella: "TODO TIEMPO FUTURO TIENE QUE SER MEJOR"... Si lo hacemos nosotros, los hijos del proletariado cubano.