Por Arnoldo Fernández
Sobrevivimos muy pésimamente. No hay otra vida para vivirla en ese futuro prometido al que nunca conseguimos llegar.
La mediocridad toma posesión de casi todo; expulsa lo humano que aún existe e impulsa un reino de mentiras que nos destroza.
Un nuevo poder económico de generales y doctores impone una fe, que requiere del ejemplo virtuoso para ser creída.
Uno necesita esperanza, sentir que camina hacia algún lado. Es normal en todo ser humano ir hacia el porvenir; pero aquí no hay esperanza, no hay porvenir.
El eterno sufrimiento no es vivir. Vivir sujeto a necesidades que nunca puedes, ni minímante resolver, no es vivir. Esperar por un mañana promisorio que hace mucho se olvidó de nosotros, no puede ser el sentido de la vida. La muerte no debe ser la elección.
Vivir aquí es una fiesta innombrable, dijo el poeta, y tal vez tuvo razón, yo creo en ese acierto, siempre y cuando nos permitan elegir entre todos el camino que nos devuelva la autoridad del amor.
¿La autoridad del amor? Jejeje está buena esa; quizás amar sea la contraposición de la pauperrimidad, es asombroso, el amor supera la incomodidad social. Jejeje
ResponderEliminarEs demasiado fuerte para cualquier mortal compay. Estás a tiempo de dejarlo todo atrás y emprender viaje “allende los mares”, porque se te está yendo la vida y a los únicos que le interesas es a los tuyos; ni a los amigos. Te abrazo con el corazón.
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