Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
Hace algún tiempo acaricio el deseo de hacerle una entrevista a la escritora Yulexis Ciudad Sierra, nacida en Baire, uno de los territorios del municipio santiaguero de Contramaestre. Debía esperar el contexto ideal y este llegó con el premio recibido en el XII concurso nacional de poesía Regino Pedroso y la repercusión de su libro Casa de Insomnio en la crítica literaria de la zona oriental de la isla.
Me fui hasta su casa. El café no se hizo esperar y enseguida lo degustamos entre las necesarias preguntas que llegaron de forma espontánea.
Sin proponérnoslo entramos al laberinto de una mujer sensible, cargada de sueños, la única fémina que escribe por estos predios, donde los hombres parecen enseñorearse con la literatura.
Nos remitimos a su niñez, los reinos donde creció, la vocación literaria, las lecturas imprescindibles, las influencias, las temáticas desarrolladas en Casa de insomnio, los espíritus de la mujer...
Arnoldo Fernández Verdecia: Casi todos los escritores tienen una niñez desviada, incomprendida. ¿Fue así la tuya?
Yulexis Ciudad Sierra: Yo tenía apenas 5 o 6 años, fui una niña que mi Mamá soltaba mucho, porque siempre fui sincera; abuela también. Me crié con ellas, soy hija de padres divorciados.
AFV: Algunos niños construyen reinos autónomos ante los adultos. ¿Qué reinos se creó Yulexis?
Y.C.S: La lectura fue mi predilección. Leí "La Edad de Oro", "El principito", me reí mucho de la paradoja que utiliza el autor, de que los mayores no entienden mucho de los niños y olvidan que una vez lo fueron. Una vez le pregunté a mi abuela: ¿por qué dicen que los mayores no entienden muchas cosas de los niños? Me respondió que cuando fuera grande lo podría entender. Otro libro que amé fue "La ballena azul ", jamás lo he vuelto a ver, tampoco sé como se extravió. Fue otra de mis pérdidas.
AFV: ¿El fantasma de la escritura se te aparece a qué edad?
Y.C.S: No imaginé que llegaría a ser escritora. Parece que las canciones infantiles me influyeron; mi mamá era educadora y luego directora de círculo infantil, las cantaba sistemáticamente, porque sabía muchas de ellas. Las canciones también son literatura.
De niña mis regalos favoritos fueron los libros, quizás eso contribuyó en algo. Siempre tuve conciencia del flujo literario que habita en mí, me viene por mi abuela por parte de madre. Papi también leía mucho y yo lo veía.
AFV: Hay lecturas inolvidables que determinan la formación de un escritor. ¿Cuáles fueron las tuyas?
Y.C.S: "El Ismaelillo", sobre todo su prólogo. Otro de mis libros favoritos fue " Casa de muñecas ". ¿Sabes lo que me regaló mi mamá en la secundaria después de haber salido de una operación quirúrgica? "Molinos de viento". Las de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Dulce María Loynaz, la Avellaneda, tendría que hacerte una lista inmensa.
AFV: ¿Qué significa el poeta y narrador Eduard Encina en la vida literaria de Yulexis Ciudad?
Y.C.S: En secundaria tropiezo con Eduard Encina, llega hasta mí por la noticia de un concurso de español que había ganado en el ámbito nacional. Manejó su psicología para apoderarse de mis poemas. Recuerdo que lo llevé hasta mi casa y le enseñé unos 206 que tenía en dos cuadernos. Se los mostré sobre la máquina de coser de abuela, se los llevó y de aquella colección sólo quedaron 50, que luego se pulieron. Eduard es quien me incorpora al mundo literario. Tenía deseos de compartir con lo soñado.
AFV: "Casa de insomnio" es tu primer libro, poesía, y confiesas que eres mejor como narradora. ¿Cómo justificas que no fuera narrativa lo primero?
Y.C.S: Era una deuda con mi Padrastro, una persona especial, por eso "Casa de insomnio" está dedicado a él, era alguien apacible, se reservaba sus dolores. Fue muy protector conmigo, sabía guiarme. Siempre me preguntaba si había escrito algo. Recuerdo que unos meses antes de morir me dijo: vamos a conversar, estaba interesado en contarme algunas de sus historias y es cuando surge mi cuento "Los soldados no van al cielo". Ese cuento narra los sufrimientos que pasó mi Padrastro en Angola. Siempre me decía "tienes que escribir, aunque escribas mal, desahógate".
Tenía que salir "Casa de Insomnio", porque marcó un momento de mi vida: la muerte de mi Padrasto, ese "Padre" que se acercaba a mí, como yo quise y siempre he querido que se me acerquen todas las personas. Me hizo ver lo mejor de mí y lo ayudó a desarrollar.
AFV: Yulexis Ciudad a veces parece una mujer melancólica, los espíritus parecen guiarla. Su Padrasto sigue en su vida y lo confiesa con tristeza mezclada de nostalgia.
Y.C.S: He dicho que el sueño más triste de mi vida ocurrió luego de la muerte de mi Padrastro. En el sueño me decía: "Eres quien debe fortalecer a la familia, eres una casa fuerte, fuerte ante los golpes de la vida. Nunca llores, que el llanto sea porque estás alegre. Estudia y levántate. Me lo dijo llorando, con la cara roja y aquella garganta fruncida. En el sueño me tomaba de la mano a mí y a mi madre, estaba delante de una pared que se estaba cayendo”.
AFV: Eres una escritora tan segura de ti misma, que algunos te imaginan egocéntrica.
Y.C.S: Nunca he pensado que mis desprendimientos están muy buenos, pero sí trato de trazarme una meta y aceptar al menos una gran parte de las críticas que me hacen. Soy sincera con los lectores, conmigo misma. En esta Casa habrá un lugar posible y nadie puede temer a llegar hasta mí.
Otra taza de café era servida a la mesa, un magnífico cierre para una conversación sincera durante una mañana de domingo. Al degustarla, comprendo la vida de esta mujer que supo desde muy temprano de su vocación por la literatura.
Me acompañó hasta la puerta de su hogar, tan caluroso y húmedo, varios libros fueron desgranados sobre mis manos, entre ellos Casa de Insomnio y una bella dedicatoria: “Para Arnoldo, viejo amigo, esta Casa de insomnio, una vez habitada por Papi. Hoy, para siempre en sus páginas. Con mucho afecto. Yulexis Ciudad Sierra”.
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Yulexis, no tengo mas tu numero de Whatsapp! Quiero hablar contigo, me gustó mucho leer la entrevista.Soy Regina da Cruz Alvarenga, brasileña, de la ciudad de Juoz de Fora.
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