sábado, 26 de septiembre de 2009

Escribir un poema provinciano y soñar con los Potros de Vallejo

Por Arnoldo Fernández Verdecia



No resultó sorpresivo, al menos para mí y lo confieso, la noticia de la publicación de una de esas “obrillas”  vinculadas a recientes políticas culturales. ¿Se trataría de un resultado construido? o ¿era algo real?  Por esos años la misma ponía en práctica un programa para difundir el talento literario. ¿Acaso de lo que Andre Gide sublimaría en memorable libro? Recuerdo a Maquiabelo y su prédica: “Un señor prudente no debe decir la verdad cuando va en prejuicio suyo” y más cuando se trata de un amigo.

Es muy raro un boxeador en la poesía, al menos yo lo creo así, y más si vive en un pueblillo del interior de Cuba llamado Baire. Su nombre también es sospechoso y me da más músico que poeta o pintor: Eduard Encina.

Para mí como socio, es un fenómeno editorial en verdad, en montones compramos el libro donde quiera, hasta dos o tres veces; para nosotros el autor mostraba el costado doloroso de nuestro mundo, en una poética de factura aceptable, desde una visión por momentos salpicada con elementos de la cotidianidad, elogiada por intelectuales como Reinaldo García y Alfredo Quintana.

Eduard me parece un quijotillo nacido en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, a la orilla de la Carretera Central nombrado Baire. Su primer libro era un disparo al silencio editorial que vivió esta comarca por años. "De ángel y perverso",  es nuestra bandera en medio de la emergencia. En estos tiempos Internet es una ausencia, así que para la gente la única verda es la de los medios masivos.

Por eso no fue sorpresa que se nombrara en el semanario Sierra Maestra y en la dulce voz de Ana Margarita Gil en el Hurón Azul, informativo de la Unión de Esscritores y Artistas de Cuba, en el la Televisión cubana. Era uno de los primeros libros de Ediciones Santiago. Se puede considerar momento de autoafirmación para el poeta, como para las ediciones territoriales que daban sus primeros pasos en la vida de la nación.

Se trata de una poética escrita en lenguaje que privilegia el juego lúdico con los títulos: De cómo un poeta delira a la sombra de una soga que cae del cielo, De cómo un loco se roba un poema, Boceto para un retrato de mi padre dormido en un sillón.

El poeta, por momentos, apela a una intertextualidad que le permite enriquecer el contenido de su poética, hecho que realiza de forma feliz: “y yo sé que a mi lado hay una sombra” , referencia a Ángel Escobar, que condiciona uno de sus mejores poemas: Meditaciones del suicida:

“¿Dónde estarán los gatos de la madrugada?/ El sigilo se irá enredando en la costumbre / en la sobriedad de las cosas / ´y yo sé que a mi lado hay una sombra´ - cadáver / remolino escombro viene de alguna parte que / nos marca una sombra amarilla sin sentido…”

Las referencias a Egipto, Roma, Bizancio le aportan frescura por su acertado manejo en nuevos contextos poéticos. Pasan ante nuestros ojos, faraones, exarcas, Julio César, filósofos célebres... Maneja referentes bíblicos que funcionan orgánicamente: “el poeta es el Mesías” , “prepárenle esa cruz” , o el mito del surgimiento del hombre a partir del polvo.

Su estructura es sencilla, la primera parte compuesta por un total de 16 poemas y un título sugerente Poet´ s Walking y otros bocetos. En el mismo adquiere una fuerza telúrica el tanteo con el símbolo bíblico polvo. Es una recurrencia su manejo en diversos momentos: “no hay peor marino que el que extraña el polvo / cuando mira atrás y no se reconoce” , o cuando dice, “Al polvo voy en esa manía de arrastrar la rueda / sobre la madera y ya no me quedan reinos” , o simplemente al decir, “Ese polvo lentísimo / Instintivo / ese apagón en la memoria”.

El oficio de poeta es permanentemente reflexionado desde la categoría límites, nos hace pensar en el desconsuelo que dio origen a los versos, como si el hombre agonal resucitara con otros matices en los contextos experimentales que condicionan su referencia:

“…huir no es de suicidas / ni de poetas los eufemismos”.

“…puede escribir un poema provinciano / y soñar con los Potros de Vallejo”.

“Solo el poeta altera / y pende del disparo que pudo darse”.

La experimentación sobre la historia tiene su lugar. Ilustro uno de ellos para su disfrute:

“Mi pueblo es un parque de estatuas / por donde pasa la
noche como un gato altísimo / que se filtra en los gorriones y pasan locos en / sus alfombras y el silencio del mediodía pasa sin detenerse”.

Otros no tienen buena factura, entre los que sobresalen: “Una muchacha vio pasar a los caballos”, “Ariadna” y “La casa”, no debían estar junto a los restantes, por su pobreza en el manejo de los recursos literarios:

“Te detuviste a mirar los caballos / Ese polvo lentísimo / instintivo / ese apagón en la memoria que trae / la resonancia de una estrella entre las piernas / pero ellos pasaron y tú pobre muchacha / te perdiste en el eco de sus pasos”.

Por momentos redunda en lo cursi:
“…ni un saxofón que te diga / te quiero”
“…al siglo le quedan dos vueltas de carretel”
“…pobre muchacha”.

La segunda parte Último acto y otras acotaciones la integran 10 poemas, la de más baja factura poética y menos experimentación con el lenguaje. Se aprecian títulos comunes: Telegrama, Animal y La ciudad y los gatos.

La mirada la centra en sucesos cotidianos: (Urgente: se avecina una crisis de amor / ha vuelto a caer la bolsa de valores). La noche y la tarde en un municipio del interior de Cuba; el poder y sus efectos: César ha tendido su mano: / Por un hilo desteje la mañana / y todos vienen a escucharlo / a ver la cabeza / del culpable colgando en su diestra” .

La tercera parte, Y yo sé que a mi lado hay una sombra, la conforman un total de 15 poemas, la de mayor calidad en el libro pues desborda el tratamiento del lenguaje desde títulos sugerentes, entre los que se destacan: “De cómo el poeta delira a la sombra de una soga que cae del cielo”, “Breve estancia de un tonto en el paraíso”, “En torno a la soledad de un dios sin cabeza” y “Meditaciones del suicida”.

También hay momentos de autorreflexión centrados en temáticas medulares, sobre todo el oficio de poeta y la historia, devenido los de mayor tratamiento:

“La ciudad es un valle de suicidas / de sueños aturdidos por la rabia / y me veo en la vieja celda / donde escupo / mutilo / desangro un ángel de Rilke / y retorno donde los otros deshacen / la sombra insular…”

“Alguien toca a la puerta / y sobre la rueda el paridor de la hoguera / trae el sombrero cargado de pájaros”


“Lo trajeron sin rodillas: éste es tu mundo, éste tu pan, ésta tu modorra, éste es el verde sin resonancias, los jagüeyes te dirán los límites, mira la ciudad que has de fundar con el bastón de los tontos, estos tus personajes, los mudos personajes del circo que has caído”.

De ángel y perverso forma parte de una “rara colección”, conservada en un viejo Monasterio en las afueras del pueblo de Baire. Algunos bardos, como el espirituano Reinaldo García Blanco, identificaron el lugar como borde de la Carretera Central. Se llega por un camino protegido por estatuas de héroes de la independencia de Cuba.La Virgen del Rincón aparece a los escritores, los bendice.

Muchos acuden al Monasterio buscando los oficios de la escritura. Otros lo maldicen por creerlo poseído por el demonio, hasta intentan exorcizarlo. El bate en acto de ironía optó por un título universal para el libro sobre la mujer pájaro.Un hombre como Jorge Luis Borges celebraría las siguientes palabras de Teresa Melo: “Eduard Encina no busca premios, eventos, imagen, es un verdadero hombre de tierra adentro.”

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