Por Orlando Concepción Pérez. (Escritor y periodista)
Que la Asociación “Hermanos Saíz” (AHS), vanguardia artística de los jóvenes creadores en las cinco ramas representadas en la nación cubana, haya arribado a sus primeros 23 años de existencia, no causa extrañeza en un número considerable de aquellos que son observadores de una vida dedicada al esfuerzo cotidiano y de un empeño invencible por alcanzar las más elevadas cimas.
La A.H.S ha tenido distintas etapas en su quehacer en el Contramaestre de los siglos XX y XXI.
Al inicio navegaba por los mares inseguros de la carencia de apoyo oficial y de experiencia en los que surgían como directivos inaugurales. Es necesario consignar una verdad no siempre divulgada. Las organizaciones sociales de tipo cultural, nunca han estado en el punto de vista de mira del aparato oficial del estado cubano, por lo menos en los terrenos del (mal) denominado “interior del país”, como si todos los demás escalones oficiales estuvieran “en el exterior del país”, o sea, en los cayos adyacentes del Norte, dado que en ese ángulo geográfico está ubicada “la capital” de la nación. Los que desde allí se expresan, sin importar jerarquías laborales, rechazan –con una reiteración furiosa- que se les ubique “en el interior del país”. Constituye ello una de las múltiples maneras de practicar el espíritu divisionista.
Más de uno de los locales existentes dentro del centro histórico de Contramaestre, (de cuyos límites geográficos muchos de los que deben tener profundos conocimientos, están desposeídos), transitoriamente estuvieron a la disposición de la A.H.S.
Uno de esos locales, por un sin número de razones de tipo organizativo y de pensamiento, devino a la condición de centro que fue necesario clausurar en reiteradas ocasiones.
A partir del 2009 se logró lo que no resultó posible durante más de una década: ese mismo local, mediante condiciones diferentes, se decidió que asumiera las funciones de “Casa del Joven Creador”. Todavía marcha con el lastre in desprendible de uno de los sectores menos prestigiosos de los existentes: la gastronomía, que todo lo mide con el rasero que transita “por la ruta del dinero” y del alcoholismo. Por sobre todas las prescripciones culturales, que es el principal patrimonio de la A.H.S.
El apoyo oficial de tipo financiero, para adaptar el local a las necesidades más elementales de la organización juvenil de vanguardia artística, es un recurso que no circula con facilidad. A veces, se torna en un imposible, de esos tantos cuya culpan asumen eventos naturales ocurridos en fecha muy posterior al nacimiento de la A.H.S.
“El querer bien consiste en ahorrarle inquietudes a aquel a quien se quiere…” (O.C.20:133), dejó escrito José Martí a Manuel Mercado en el año 1888. Muchos pensadores consideran que “Querer es poder”, y que sólo puede el que quiere, aunque la aplicación práctica de ese pensar teórico, pudiera ser un laberinto al cual es fácil penetrar aunque no es tan fácil, después, poder salir.
Los “Hermanos Saíz”, al igual que los valientes mártires de Pinar del Río que les hicieron sus herederos, lanzan upercutts, ganchos, en un combate que dura más de quince asaltos, sin caer en la tentación de la profesionalidad. Pelea, si, con su manantial de ideas y de realizaciones. Tiene derecho a ganar esa pelea contra todos los demonios.
Fotografía: Miembros de la Asociación Hermanos Saíz en Contramaestre.
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