Por Orlando Concepción Pérez. Escritor y periodista
“Tito” Guízar descolló como estrella del cine mexicano en los finales de los años 30 y comienzos de los 40, en el siglo XX. Guízar estuvo en Contramaestre, para cumplimentar el contrato de una actuación, con el empresario del cine-teatro “Oriente”.
Guízar constituía la atracción de los cinéfilos y, de manera muy especial, de la parte femenina de ellos.
Cuentan los abuelos y los padres de mayor edad que a Tito Guízar lo esperó una multitud frente al local del cine y una de las féminas no supo (o no pudo) contener sus impulsos sensuales y, en un aparente rapto de histeria, sus manos llegaron al vestuario y al cuerpo del actor mexicano, cuando intentaba entrar en el edificio donde actuaría.
La bragueta del astro de esa época, no salió ilesa del bullicioso y descontrolado incidente.
Quizás el hecho trascendió más que las ovaciones de larga duración que estremecieron la estructura del recinto en el transcurso de su actuación.
Tito Guízar quedó como una leyenda en el historial escénico de Contramaestre. Recordar a “Tito” forma parte de los “Ecos del ayer”.
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