Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
Sin solución en municipio y provincia
Desde 2010 y hasta la actualidad he investigado en profundidad las necesarias transformaciones que reclama el cementerio Remanganaguas,en Contramaestre, primer lugar de Cuba donde fuera enterrado el Héroe Nacional, José Martí. Realicé varias denuncias a través de la prensa local y provincial, aquí en Santiago, para movilizar estados de opinión a favor de un cambio de miradas hacia ese Monumento de nuestra sociedad; hoy totalmente olvidado.
Por un momento, parecía que las cosas cambiarían; surgió un ambicioso expediente con todo lo necesario, cálculos serios y un cronograma para varias etapas de trabajo que irían desde 2011 hasta 2017. Sin embargo, la empresa encargada –SERVICIOS COMUNALES-, por la Ley de Monumentos, de realizar la ejecución del proyecto abandonó la obra en 2013, alegando las complejidades de la misma para su objeto social. Dijo que todo estaba concluido.
El blog Caracol de agua publica el sentir del Corazón de José Martí, -todavía late allí-, para solucionar un problema clave relacionado con la memoria histórica, los valores que defendemos y la identidad necesaria, en tiempos donde la pseudocultura quiere devorarnos y convertirnos en alienados de un imaginario capitalista, dispuesto a borrar las fronteras culturales e ignorarnos en el concierto de las naciones. Cuba debe salvar el cementerio Remanganaguas, en Contramaestre, provincia Santiago, por los valores patrimoniales que atesora. José Martí, desde lo más alto del pedestal patrio, nos recuerda: “Olvidaron que el corazón es casa para recuerdos y que un monumento es casa para héroes”.
LUZ, LUZ (NO ME DEJEN EN LO OSCURO…)
Escuchar voz de Martí en el siguiente enlace: Latidos en lo oscuro
Grabado de la época que muestra al coronel español Ximénes de Sandobal haciendo uso de la palabra en el primer entierro de Martí. |
(CORAZÓN DE JOSÉ MARTÍ): Añoré luz y me acompaña la noche. El ganado defeca sobre la tierra. Campos sembrados florecen en mi interior. Olvidaron que el corazón es casa para recuerdos y que un monumento es casa para héroes.
Cerca de la medianoche, del 19 de mayo de 1895, llegué a Remanganaguas. Sin ceremonia enterraron mi cuerpo. Cuatro días descansé en esta casa. Luego me dejaron aquí, junto a mis compañeras, las vísceras.
Mi nueva casa ha recibido pocas atenciones. El primer teniente del Ejército Constitucional, durante la República Mediatizada, Rafael Aguilera, desarrolló una ardua acción para levantar este humilde obelisco. Fue inaugurado el 28 de enero de 1942. Por aquí han pasado buenos cubanos y visitantes de todo el mundo. Algunas labores de restauración llegaron después, pero no fueron suficientes. Mi casa está olvidada.
Los nativos de Remanganaguas tienen la costumbre de colocar sus oídos sobre la tierra. Sienten mis latidos. Poetas sensibles los han imitado y saben que sigo vivo. No logro explicarme entonces las desatenciones.
26 corazones me acompañan. Nadie sabe sus nombres. Las tumbas no tienen atenciones. Algún día Dios pondrá inteligencia en algún político sensible y tal vez localicen a los familiares. Estaré tranquilo, porque el culto a los muertos honra a los vivos.
Llegar a Remanganaguas es muy difícil. El camino es angosto, lleno de cicatrices, polvo. Me rodean cañaverales, sitios de pastoreo, pequeños campos de cultivos. Ganado inocente orina y defeca sobre mí. Arriesgarse a venir exige sentir a Cuba en lo más hondo.
Ninguna luz baña el lugar. Nadie me acompaña. Sombras. Únicamente sombras. Creí que merecía una llama eterna, guardia de honor, jardines poblados con las flores que me gustan. Suspirar. Sencillamente suspirar, es lo único que me queda.
Me preocupa la señalización del Cementerio. Buenos cubanos saben que estoy aquí. La mayoría escucha sobre mi casa, pero no saben cómo llegar. Hombres de todos lares vienen guiados por manos amigas que saben de mi existencia. Aquí no tienen un servicio sanitario. Ningún sitio donde consumir alimentos. Llegar a mi Obelisco, y recorrer las tumbas que me acompañan, es agotador; el trazado no contempla calles, ni pequeños accesos.
Voces amigas han intentado el milagro de variar mi actual situación. No se han cansado de reiterar las necesidades que tengo, pero nadie las ha escuchado. Comprendo que variar mi situación requiere de inversiones y talento creador. Acepto que mi Contramaestre de la soledad es un pueblo lejano, sin recursos. Espero entonces que hombres generosos, educados en el culto a mis obras, intercedan a mi favor, sobre todo las figuras decisoras de esta pequeña nación, para que llegue luz al corazón de la Patria.
Muy hermoso su artículo, llega al corazón. Confiemos que pronto se le pueda dar al lugar el reconocimiento que merece nuestro Apóstol.
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