Arrebato, galleo y jiribilla de Virgilio Piñera

Piñera sabía que pertenecía al porvenir, que tarde o temprano su vida y obra sería redimensionada en todo su alcance...

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu

Virgilio Piñera,  de vuelta y vuelta, agrupa la correspondencia de este importante escritor de las letras cubanas. Entrar a esta ventana íntima, permite saber cómo un intelectual de su talla experimentó diferentes sucesos a lo largo de su fecunda existencia que lo marcaron para siempre. 

Entre las misivas sobresalen las cursadas a José María Chacón y Calvo, Gastón Baquero, a su amigo José Lezama Lima, al prominente ensayista Jorge Mañach, al editor y promotor cultural José Rodríguez Feo,  a destacados intelectuales argentinos, europeos, e incluso textos dirigidos a familiares y amigos. 

Es importante tener en cuenta que Piñera tuvo conciencia del valor futuro de su extensa correspondencia, por eso la conservó intacta en varias cajas, ordenadas por año, temáticas, personas. ¿Por qué un hombre de sus dimensiones públicas hizo algo así?

Me arriesgo a creer  que conscientemente estaba legando al futuro sus ideas, preocupaciones, desvelos. Piñera sabía que pertenecía al porvenir, que tarde o temprano su vida y obra sería redimensionada en todo su alcance y simbolismo en las letras cubanas.

Por eso  coincido plenamente con Roberto Pérez León  cuando afirma que, en su conjunto, “esclarecen la dignidad literaria, la ética y la perseverancia  en el escándalo para fijar  la bocanada de exigencias  que aún podrá producir sobresaltos  por arrebatado galleo y jiribilla”.