Editor de Caracol de agua, junto a Renda. Foto tomada en 2014. |
Por Arnoldo Fernández Verdecia.
Llegó con ojos y pelo cano; parecía un árabe resucitado de uno de los cuentos de “Las mil y una noches”. Habló hasta bien entrada la oscuridad. Escuché sus impresiones del Petén.
Llegó con ojos y pelo cano; parecía un árabe resucitado de uno de los cuentos de “Las mil y una noches”. Habló hasta bien entrada la oscuridad. Escuché sus impresiones del Petén.
“Camino sobre lava volcánica. Verde intenso tiñe la
vista hacia cualquier parte”, dice. “Si algún día visitas Guatemala, no dejes
de ir a ese magnífico sitio: sus pirámides, templos y plazas son una maravilla.
¡Cuánto esplendor!” En mi condición de
escucha, sólo agregué una que otra nota, tenía ante mí a un sabio, la vida
enseña a escuchar cuando se trata de elegidos. Habló de autopistas, la estatal
y la privada, el pago de peaje por transitar por ellas. La calidad de la
segunda, las malas condiciones de la otra. El tráfico en horas picos del día, “si
te coge, no llegas al trabajo o a casa temprano; la gente madruga y así los
evita; otros prefieren trabajar horas extras, ganan el doble y se lo quitan de
arriba”. Llegó un café y apuró la taza. “Muy bueno”, dijo. Entonces el sector
privado asomó su rostro. Dijo lo bueno y lo malo del mismo. “Tienes derecho a
un carné que te da acceso a sitios de recreación y descanso. No tienes que
pagar por entrar. Puedes disfrutar sus ofertas lúdicas gratis; lo único que
debes asumir es la bebida y la comida. En el caso del sector estatal no es así.
Allí la gente trabaja duro, se esfuerza, no pierde las horas del día flotando.
El fin de semana es sagrado, sábado para higienizar la casa y el domingo para
pasear. Vale la pena sacrificarse trabajando porque vez el resultado”. Una
llamada a mi pequeño celular condicionó una breve parada en nuestra
conversación; la misma sirvió de pretexto para explayarse en el Internet
residencial y el alternativo; “hasta
cinco gigas de velocidad el primero, el otro hasta medio giga. Cuesta unos $20
dólares al mes; todo depende de la calidad del servicio que compres”. Cerré los
ojos por unos instantes. Me preguntó sobre el Internet que consumo, dije que
llega cuando máximo a 120 kb/s, “demasiado lento, no podrás abrir ninguna
página”, señaló; “el cubano inventa”, fueron las palabras que encontré a mano
para salir dignamente de aquel callejón. Aproveché y en un giro lo llevé a su condición
de artista plástico; ¿cómo sobrevive en ese mundo? Dijo que no hace
exposiciones individuales porque son muy caras;
“hay que pagar los marcos de cada obra y generalmente deben ser unas
quince o más. El mercado de las obras plásticas es muy selecto, el que compra, sabe lo que
quiere; no puedes darte el lujo de
presentar el producto sin dignidad. Prefiero apostar a las expo-colectivas y
comparto el gasto con otros. Puede ser que pongas en venta un solo cuadro y te
saques la lotería; pero todo es riesgo, lo mismo puedes venderlo, que perder el
dinero invertido”. Ya en el final de nuestras mil y una noches, lo llevé a la
mesa; la corriente eléctrica se perdió por unas horas; así que debía
improvisar; puse una linterna como lámpara y lo invité a digerir alimentos bien
cubanos; probó el sabor de cada uno y
sus ojos de hombre bueno asintieron; hablamos de la historia patria, del valor patrimonial
del río Contramaestre, desgraciadamente convertido hoy en cloaca de ganado
porcino que prolifera aguas arriba y abajo sin ordenación alguna y pone en
peligro la salud de esta maravilla fluvial. Una coca cola cubana sirvió para
brindar. Ambos teníamos la certeza de la verdadera amistad. Despedida muy
familiar. Luego se perdió en la calle donde estaba su vieja escuela Rodolfo
Rodríguez. Iba rumbo al Maffo de sus ancestros. Su nombre artístico revoloteaba
en mi cabeza: Renda.
Alexis Mario Cánovas Fabelo: Arnoldo, los burócratas buRRocratizados son "elefantes en una cristalería", con sus rejuegos de transformar en "cosas políticas" lo que son COSAS JURÍDICAS se evaden del peso de la Ley... Contaminar las aguas superficiales y del manto freático viola la Ley de Protección de la Ecología, que el Ministerio del CITIMA TIENE LA OBLIGACIÓN DE HACER CUMPLIR y mandar a los Tribunales a los violadores, no hacerlo es DESIDIA CONTRARREVOLUCIONARIA.
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