Por Marianela Fonseca.
En
las historias de este libro late la
Cuba de verdad; estamos todos, cada uno de los cubanos, usando tus
palabras, de a pie, que cargamos con nuestros sueños, frustraciones, anhelos y
también esperanzas. Está la tierra que te vio nacer y te acoge día a día; están
tus amores, los pasados y recientes, están tus derrotas y victorias cotidianas,
está mi Patria que duele a cada hombre y mujer, honrados y dignos. Se respira
vivo a Martí, que cual brújula, a veces explícita y otras implícitamente, te
lleva a buen puerto...
Me
sobrecogió el texto sobre Heredia. Te vi y me vi en esos días aciagos donde te
preguntas por qué, hasta cuándo; donde te cuestionas si es amor o
empecinamiento, o si es un optimismo psicótico el que te hace permanecer
aferrado a las palmas, a la lluvia, al olor de la tierra mojada.
Me
deslumbró tu lucidez para analizar nuestro hoy y sobre todo nuestro futuro con
todo lo que nos espera. Algunas historias son una clase de psicología de la
vida cotidiana, de antropología.
Me
estremecieron los dedicados a tu Madre. Eres por ella...
Despertaste
tantas emociones y sobre todo tantas reflexiones. Sentí deseos de comentar cada
una de las historias... Algunos las conocía, otras no. Garantizo que eso
le pasará a todo el que se encuentre con este Caracol de agua, ahora convertido en
libro. Felicidades querido amigo, una vez más gracias y ánimo, eres un ser de
luz y ningún sapo va a mancharte, por más que lo intente.
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