Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
11:20 AM. Debo llegar a la reunión. Media
hora antes estoy en el salón de espera; siempre me ha gustado ser puntual. Largo
tiempo sentado. Adentro, los veo merendar. Pasa la hora convenida y sigo allí sin saber qué
hacer. Pasa el almuerzo y mi estómago se pone más rebelde que nunca. La
secretaria sobre un buró duerme a pierna suelta. Voy a ella y me dice, “van por
el tercer punto todavía”; regreso a la
espera interminable. Unos entran; otros salen;
algunos montan carros rusos y escapan al
trote por sus cosas; luego los
veo regresar; se ven satisfechos, seguro
almorzaron, me digo para mis adentros. Los oblomovistas en la oficina se explayan
en el bla, bla, bla, leen informes, piden criterios, toman acuerdos que nadie
cumple; ese día visten de aro, balde y
paleta; pudiera decirse que es el gran
espectáculo de sus vidas. Son felices dejando a las palabras pastar a la sombra
del aire acondicionado; a ellos no les
interesa el hombre común que no ha probado alimento; si me dejo llevar por “El
18 Brumario de Luis Bonaparte”, me gustaría saber qué personajes interpretan
en esa escena de concertación de poder. Refritan las palabras; agota
oírlos decir lo mismo con otros trajes, pero siempre el contenido es idéntico.
Afuera, el mundo camino a una guerra nuclear; el río Contramaestre casi
extinguiéndose por la acción depredadora de instituciones y personas
irracionales. Adentro, los oblomovistas toman la palabra, unos enseñan las
metodologías de los informes, si avanzan, si estancados. Afuera, el pueblo casi
en anarquía, los mercados desabastecidos; los vendedores especulando con el
hambre. Adentro, los oblomovistas llenan sendas hojas con acuerdos interminables,
preocupan los términos, la palabra linda, el número adecuado. Afuera, las
reservas de agua dulce se agotan a velocidad preocupante. Adentro, los
oblomovistas y sus poses de poder. Afuera, mi pobre estómago en huelga. La
secretaria sale del sueño y me dice que debo entrar. Otras cuatro personas allí,
también sin alimentos como yo; nos llaman invitados; los oblomovistas hablan todo el tiempo; al final, nos dan las gracias y nos mandan a
salir. Afuera, los bancos del parque
camino a casa arrancados sin explicación. Allá adentro, los oblomovistas deciden
sin haber consultado a nadie; ellos son
el rey sol. 3:30 PM.
A continuación este videito de Mario Morenos (Cantinflas) que bien vale la pena apreciar:
A continuación este videito de Mario Morenos (Cantinflas) que bien vale la pena apreciar:
Arnoldo:
ResponderEliminarTe dejo a Mario Moreno CANTINFLAS, explicando el problema:
https://www.youtube.com/watch?v=N7ytp-TFmmg
Arnoldo:
ResponderEliminarMi confusión radicó en que te faltó letra a la denominación es oblomOVistas, del personaje que se llama Oblómov.
Oblómov en un término popular para describir a cualquiera que muestre una actitud pasiva e indecisa. El mismo Goncharov, creador de la novela, usa al final del libro el término oblómovschina (u oblomovismo) para describir la actitud del protagonista, sin duda influido por el término bovarismo que estaba en boga en toda Europa por la fama de la novela Madame Bovary de Gustave Flaubert. Y sin duda en ello tuvo su importancia el ensayo capital, muy influyente en toda la crítica posterior, de Nikolái A. Dobroliúbov (1836-1861), "¿Qué es el oblomovismo?", publicado en el núm. 5 del mismo 1859 en Sovreménnik ("El Contemporáneo").2
Así mismo, oblómovka se refiere a la casa familiar, situada en el campo, y descrita como un lugar idílico en el capítulo El sueño de Oblómov. Simboliza el escapismo recurrente: un lugar y un tiempo (la infancia) al que se regresa mentalmente cuando la incapacidad de decidirse bloquea cualquier acción.
Esos PARÁSITOS solo desaparecen cuando la propiedad sobre los medios fundamentales de producción sean VERDADERAMENTE de los trabajadores... ¡TODOS LOS CENTROS LABORALES!: o como propiedad Personal, o Familiar, o Cooperativa... EL PUEBLO, MUY CONCRETO.